Cuando hay un partido de fútbol, en la calle parece que ha habido un Apocalipsis silencioso que se ha llevado a la humanidad entera, dejando a las construcciones intactas. Todo tiene una calma extraña, que al que la contempla le produce un pavoroso ruido en el cerebro: "demonios, la soledad era ésto." Pero no. De repente, un coro venido de mil sitios diferentes en dolby sorround canta goooooooooool. La culpa de toda esa calma la tienen veintidós chavales en calzoncillos, más otros tres hombres de mirada severa, cuyo único objetivo es que la masa silenciosa no se acuerde de ellos tras acabar el partido.
El hombre masa bebiendo cerveza y comiendo panchitos, para ser más masa todavía. A todos los que vemos deporte nos cansa competir. Reconforta ver que son otros los que lo hacen. Competir cansa, pero ver competir descansa. Una tarde de competición ajena, qué descanso para el espíritu.
Los veintidós que compiten son seres afortunados. Han tenido que pasar por muchas selecciones desde que eran niños hasta llegar allí. También es cierto que han tenido gente que les ha ayudado en esa selección. Muchos que eran igual de buenos que ellos se han quedado por el camino, por no tener padrinos, por un pequeño infortunio que ha cambiado para siempre su destino. La fortuna es la combinación de suerte y de talento, y a veces, ni siquiera hace falta tener este último para poder triunfar.
La gente gusta ver la competición pese a que nos pasamos la vida en crueles procesos de selección, grandes y pequeños. Por eso relaja ver a otros competir, como relaja a los albañiles jubilados ver a otros más jóvenes doblar el lomo.
Un acontecimiento deportivo dado por televisión no es el triunfo de la competición, es el triunfo de la masa que ha dejado de competir entre sí. Ojalá que en este mundo sólo compitieran 22 y los demás estuviéramos viviendo en perfecta armonía para siempre.
jueves, mayo 31, 2007
miércoles, mayo 30, 2007
Adiós, madre coraje. Allá se va otro Quijote apaleado. Otro ser humano luchador contra los males de este mundo. Su causa era buena; había que parar una guerra. No obstante, sus gigantes eran verdaderos y no molinos. Se va siendo traicionada e insultada; nadie dijo que los buenos se libren de los insultos y de los palos, o si no que se lo pregunten al jipi carismático que paseó sus harapos hace dos mil años. Los muy buenos y los muy malos tienen algo en común: son, entre los hombres, los que más escupitajos reciben.
No lo olvidemos: luchaba contra una guerra que lleva cientos de miles de muertos y que la arrebató un hijo. Su causa era noble y tal vez por las blancuras de sus actos la llaman radical.
No hay nada más radical para los hombres grises que el color blanco. Ni siquiera el rojo. El blanco deslumbra, repele, ahuyenta a los que se mueven mejor entre las tinieblas y la negrura. Responden escupiendo bilis.
La bondad es muy poderosa, pero también son poderosos sus enemigos. Madre coraje, te retiras cansada, pues has batallado mucho. ¿Ha perdido tu batalla? Mientras, tu gran enemigo, el presidente de tu propio país, llama a los soldados muertos de la guerra de Irak "nueva generación de héroes" Nunca se vio a un verdugo homenajear a sus víctimas. ¿Nos alegramos, Cindy? El verdugo idiota de tu hijo habla muy bien de él.
Luchaste por esa niña que ahora está muriendo junto a manos de un soldado de la misma edad de tu hijo. Luchaste porque ese soldado no tuviera que cometer ese crimen.
Tú eres mujer pero tus enemigos no son hombres: son bestias, los más primitivos entre los monos. Tú eres lo más avanzado de esta civilización, formas parte de lo que puede que nos salve.
Hubo un caballero que murió en la cama. Por favor, evita ese destino, tú que eres ahora mismo de entre los hombres, la que más te pareces a él. Aún te quedan dos salidas por hacer y por nuestro bien, más te vale cambiar las últimas páginas del libro que una vez escribiera un manco.
No lo olvidemos: luchaba contra una guerra que lleva cientos de miles de muertos y que la arrebató un hijo. Su causa era noble y tal vez por las blancuras de sus actos la llaman radical.
No hay nada más radical para los hombres grises que el color blanco. Ni siquiera el rojo. El blanco deslumbra, repele, ahuyenta a los que se mueven mejor entre las tinieblas y la negrura. Responden escupiendo bilis.
La bondad es muy poderosa, pero también son poderosos sus enemigos. Madre coraje, te retiras cansada, pues has batallado mucho. ¿Ha perdido tu batalla? Mientras, tu gran enemigo, el presidente de tu propio país, llama a los soldados muertos de la guerra de Irak "nueva generación de héroes" Nunca se vio a un verdugo homenajear a sus víctimas. ¿Nos alegramos, Cindy? El verdugo idiota de tu hijo habla muy bien de él.
Luchaste por esa niña que ahora está muriendo junto a manos de un soldado de la misma edad de tu hijo. Luchaste porque ese soldado no tuviera que cometer ese crimen.
Tú eres mujer pero tus enemigos no son hombres: son bestias, los más primitivos entre los monos. Tú eres lo más avanzado de esta civilización, formas parte de lo que puede que nos salve.
Hubo un caballero que murió en la cama. Por favor, evita ese destino, tú que eres ahora mismo de entre los hombres, la que más te pareces a él. Aún te quedan dos salidas por hacer y por nuestro bien, más te vale cambiar las últimas páginas del libro que una vez escribiera un manco.
martes, mayo 29, 2007
Este fin de semana ha habido elecciones en España. Se trataba de elegir a los alcaldes y presidentes de diversas comunidades españolas. Concretamente, en Madrid, se disputaban la presidencia de la Comunidad de Madrid y todos los Ayuntamientos que la componen. Ganó el partido conservador. Por goleada. Sus máximos representantes, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón serán los que nos gobiernen cuatro años más, la una como presidenta de la Comunidad de Madrid y el otro como el alcalde de la ciudad de mayor número de habitantes de toda España. Entre los dos y sus respectivos equipos de gobierno gestionarán la vida de 6008000 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Se ha producido la gran fiesta de la democracia. En Madrid son más las personas que votan a los conservadores que los que votan a los progresistas. Será porque Madrid está envejeciendo y ya se sabe lo que dice el cconocido aforismo: "quien no es de izquierdas cuando es joven no tiene corazón; quien no es de derechas cuando es viejo no tiene cabeza" Los madrileños, que cada vez somos más viejos, votan con la cabeza a la derecha, ¿Pero qué haremos cuando seamos todavía más viejos y nos deje de funcionar la cabeza, el corazón y todo lo demás?
Me explico: como sabéis, yo trabajo en sanidad, y nuestra triunfante presidenta conservadora, Esperanza Aguirre, está haciendo movimientos en favor de que la sanidad que ahora es pública se convierta en Sanidad privada: de hecho, los nuevos hospitales ya funcionan mediante gestión privada. Las grandes empresas a las que ha concedido la gestión ya son responsables de la contratación del personal no sanitario: Auxiliares administrativos, mozos de logística ¡Hasta auxiliares de enfermería y celadores ¿Pero bueno, acaso estos últimos no se pasan la vida entre enfermos?
El plan es rectilíneo y bien trazado: seguirán después con técnicos de laboratorio, de rayos, para terminar con médicos y enfermeras. Después, empezarán a cobrar por ciertos servicios y antes de darnos cuenta, uno de nuestros mejores activos como ciudadanos, la sanidad pública, pasará a ser privada. Dejaremos de ser pacientes para convertirnos en clientes. Para entonces, estaremos lamentándonos de no tener un buen seguro médico.
Con el tiempo, mucha de la gente que votó por Esperanza Aguirre, thatcheriana confesa y máxima adalid de la sanidad privada, empezarán a tener los achaques propios de la edad y comprobarán con horror que no pueden pagarse las medicinas ni los servicios que antes tuvieron gratis.
Espero que entonces se acuerden de cuando votaron con la cabeza, si es que no la perdieron por culpa de no poder costearse un buen neurólogo.
Se ha producido la gran fiesta de la democracia. En Madrid son más las personas que votan a los conservadores que los que votan a los progresistas. Será porque Madrid está envejeciendo y ya se sabe lo que dice el cconocido aforismo: "quien no es de izquierdas cuando es joven no tiene corazón; quien no es de derechas cuando es viejo no tiene cabeza" Los madrileños, que cada vez somos más viejos, votan con la cabeza a la derecha, ¿Pero qué haremos cuando seamos todavía más viejos y nos deje de funcionar la cabeza, el corazón y todo lo demás?
Me explico: como sabéis, yo trabajo en sanidad, y nuestra triunfante presidenta conservadora, Esperanza Aguirre, está haciendo movimientos en favor de que la sanidad que ahora es pública se convierta en Sanidad privada: de hecho, los nuevos hospitales ya funcionan mediante gestión privada. Las grandes empresas a las que ha concedido la gestión ya son responsables de la contratación del personal no sanitario: Auxiliares administrativos, mozos de logística ¡Hasta auxiliares de enfermería y celadores ¿Pero bueno, acaso estos últimos no se pasan la vida entre enfermos?
El plan es rectilíneo y bien trazado: seguirán después con técnicos de laboratorio, de rayos, para terminar con médicos y enfermeras. Después, empezarán a cobrar por ciertos servicios y antes de darnos cuenta, uno de nuestros mejores activos como ciudadanos, la sanidad pública, pasará a ser privada. Dejaremos de ser pacientes para convertirnos en clientes. Para entonces, estaremos lamentándonos de no tener un buen seguro médico.
Con el tiempo, mucha de la gente que votó por Esperanza Aguirre, thatcheriana confesa y máxima adalid de la sanidad privada, empezarán a tener los achaques propios de la edad y comprobarán con horror que no pueden pagarse las medicinas ni los servicios que antes tuvieron gratis.
Espero que entonces se acuerden de cuando votaron con la cabeza, si es que no la perdieron por culpa de no poder costearse un buen neurólogo.
lunes, mayo 28, 2007
Llega el verano, y si nada lo remedia me lo voy a pasar enterito trabajando en el Hospital, y es algo que me desagrada y mucho, porque el hecho de no poder escaparme siquiera unos días a la playa me deprime un poquito. Sólo tengo una oportunidad: que ese colegio privado con el que he entablado conversaciones me llame para trabajar de profesor y entonces tendré agosto para disfrutar de días de asueto y esparcimiento. Además, así podré dejar atrás la temporalidad que me ofrece el hospital y del hecho de tener que estar siempre a la disposición de ellos, por culpa de esta pésima contratación que hay hoy en día en España.
No me quiero hacer ilusiones, porque cuando uno se las hace se pega unos batacazos tremendos, como cuando te llevas el primer desengaño amoroso. Al fin de al cabo, en la vida hay que mantener a raya la ilusión, que la muy puñetera viene en forma de alas de cera y no estamos para hacer el Ícaro.
LLega el buen tiempo, y parece que el alma se despierta. No pido tanto, acaso unos pocos días para escaparme con mi mujer y poderme bañar en la playa y dar paseos a la caída de la tarde. Me creo hombre de gustos sencillos y no pido tanto.
Qué demonios, a veces me siento afortunado porque yo he vivido eso y hay muchos que no han tenido el privilegio de caminar tranquilos en una playa.
Gracias a la vida, dice la canción. Pues eso, gracias, pero no me prives de esas cosas que una vez tuve.
No me quiero hacer ilusiones, porque cuando uno se las hace se pega unos batacazos tremendos, como cuando te llevas el primer desengaño amoroso. Al fin de al cabo, en la vida hay que mantener a raya la ilusión, que la muy puñetera viene en forma de alas de cera y no estamos para hacer el Ícaro.
LLega el buen tiempo, y parece que el alma se despierta. No pido tanto, acaso unos pocos días para escaparme con mi mujer y poderme bañar en la playa y dar paseos a la caída de la tarde. Me creo hombre de gustos sencillos y no pido tanto.
Qué demonios, a veces me siento afortunado porque yo he vivido eso y hay muchos que no han tenido el privilegio de caminar tranquilos en una playa.
Gracias a la vida, dice la canción. Pues eso, gracias, pero no me prives de esas cosas que una vez tuve.
domingo, mayo 27, 2007
Hay una vieja copla cantada por Joselito que me tiene perplejo. Se trata de "Dónde estará mi vida", cantada en una película de los años 50 titulada "la saeta del Ruiseñor" dirigida por Antonio del Amo, un director que hizo películas familiares, sin pretensiones; desideologizadas, si se me permite la expresión. Bueno, más bien, sin otra ideología que la que permitía el nacionalcatolicismo imperante pero sin imperio, que no vea usted lo que les escocía la cosa a los jefazos del régimen franquista. Pero eso ya es otra historia.
El asunto de la canción tenía su miga:
"Una vez un ruiseñor,
con las claras de la aurora,
quedo preso de una flor..."
Hasta aquí todo normal, salvo que según me informa mi buen amigo el veterinario amante de los pájaros, jamás se tuvo constancia de que un ruiseñor quedara atrapado dentro de una flor. Los ruiseñores son insectívoros y no gustan del polen ¿Acaso quedó atrapado por buscar a una abeja, que sí gusta de su sustancia? Pues tampoco, como veremos en el siguiente verso:
...lejos de su ruiseñora"
Uyyyy, que me huelo la tostada. ¿Qué hace un ruiseñor, dejando a la señora Rui solita? Me temo lo peor:
"esperando su vuelta en el nido,
ella vio que la tarde moría,
y de noche cantándole al río,
medio loca de amor le decía:"
¡Ay, Dios mío, que lo de la flor era metafórico! Que en realidad, esa flor con la que pasó tanto tiempo el ruiseñor era, en realidad, otra ruiseñora. ¿Cómo le dejaron cantar a un inocente niño de nueve años (o trece, según dicen las malas lenguas?) esa canción de adulterio y corrupción de ruiseñores? Pero sigamos con la copla:
"¿Dónde estará mi vida?,
¿por qué no viene ?
qué rosita encendida,
me lo entretiene,"
¡Pobre ruiseñora, imaginándose cómo su pareja se entrega al goce carnal con otra! Por ello, ruega al agua que fluye que con su eterna sabiduría que devuelva al camino recto al disoluto ruiseñor, que le prevenga contra las ruiseñoras de mala vida:
"agua clara que caminas,
entre juncos y mimbrales,
díle que tienen espinas,
las rosas de los rosales,"
En un arranque de dignidad, de temperamental ruiseñora andaluza, ella declama que no es pera podrida en los siguientes versos:
"díle que no hay colores,
que yo no tenga,"
Pero finalmente, la ruiseñora se rinde. Quiere demasiado al licencioso ruiseñor:
"que me muero de amores,
díle que venga."
¿Pero cómo puede tener tanta suerte el jodío ruiseñor? ¡No es justo! ¡La ruiseñora le perdona que se fuera de picos pardos! O sea, que vuelve al nido que ha corrompido con su adulterio. En tiempos como los de ahora, que se deshacen el 50% de los nidos de ruiseñores, iba a volver ése. A dormir al parque, con las flores, por capullo, dicen las ruiseñoras de ahora, cuando los ruiseñores se van con el trinar a otra parte.
Lo que no entiendo es que en tiempos en los que la censura imponía su ley con una moral de vía estrecha, pusieran en una película para consumo familiar una canción que habla sobre el adulterio...¡Cantada por un niño! No me extraña que luego de mayor, Joselito se convirtiera en traficante de armas y de drogas. Empiezas cantando sobre adulterios a los nueve (o trece) años y mira cómo puedes acabar. Otra víctima de la doble moral franquista ¿No me digáis que no es para volverse loco?
En fin, Luscinia megarhynchos, permitidme daros dos consejos:
- Mucho cuidado con las flores; no seáis capullos
- Mucho cuidado con ver el cine de Barrio con vuestras abuelas. Pueden producir daños irreparables a vuestro cerebro.
Alguno de los humoristas del Jueves tienen la teoría de que los que nos dedicamos a escribir bitácoras en realidad lo que hacemos es masturbarnos, y bueno, algo de razón tienen; el hecho de escribir tiene algo de onanista por el placer que causa el hecho de escribir, aunque también puede ser un proceso algo penoso, cosa que la masturbación no lo es, salvo que se recurra a prácticas aberrantes.
Escribir puede resultar penoso si el pensamiento no fluye, si uno se queda parado ante el abismo del folio (o el fondo) blanco. Aunque no lo parezca por la regularidad que tengo a la hora de escribir, yo también padezco de ese problema, y se pasa mal, porque piensas que lo que escribiste por última vez va a ser eso precisamente, lo último que escribes en tu vida.
Qué demonios: escribir no es masturbarse. Cuando escribes estableces un diálogo, cosa que normalmente no ocurre en la masturbación. Puede ocurrir, con esos modernos contactos que se establecen en Internet, pero la masturbación normal de toda la vida empieza y acaba en ti. Escribir, por contra, siempre lo haces para que lo vean otras personas. Quien se masturba para que lo vea otras personas es un poco degenerado o vive de ello. La masturbación empieza y acaba en uno mismo; la escritura siempre se tiene vocación de que otros participen de lo que has hecho.
Hasta alguien como Juan Ramón Jiménez, que se jactaba de escribir para sí mismo y para una pequeña élite, se llevó un disgusto monumental cuando recibió unas crítica demoledora de su obra "Platero y Yo" que le hizo el vitriólico y a veces cruel Luis Buñuel. Nadie escribe para sí mismo ni para guardar sus obras en un cajón, salvo Miguel Mihura, que tuvo su genial obra "Tres sombreros de Copa" guardada en uno durante veinte años.
Por tanto, yo soy de los que piensan que escribir no es masturbarse. Cada cosa a su tiempo. Y es de perogrullo que escribir y hacer el amor es mucho mejor que masturbarse.
Depender para tu placer de los demás es una condena, pero también la mayor de las satisfacciones.
Escribir puede resultar penoso si el pensamiento no fluye, si uno se queda parado ante el abismo del folio (o el fondo) blanco. Aunque no lo parezca por la regularidad que tengo a la hora de escribir, yo también padezco de ese problema, y se pasa mal, porque piensas que lo que escribiste por última vez va a ser eso precisamente, lo último que escribes en tu vida.
Qué demonios: escribir no es masturbarse. Cuando escribes estableces un diálogo, cosa que normalmente no ocurre en la masturbación. Puede ocurrir, con esos modernos contactos que se establecen en Internet, pero la masturbación normal de toda la vida empieza y acaba en ti. Escribir, por contra, siempre lo haces para que lo vean otras personas. Quien se masturba para que lo vea otras personas es un poco degenerado o vive de ello. La masturbación empieza y acaba en uno mismo; la escritura siempre se tiene vocación de que otros participen de lo que has hecho.
Hasta alguien como Juan Ramón Jiménez, que se jactaba de escribir para sí mismo y para una pequeña élite, se llevó un disgusto monumental cuando recibió unas crítica demoledora de su obra "Platero y Yo" que le hizo el vitriólico y a veces cruel Luis Buñuel. Nadie escribe para sí mismo ni para guardar sus obras en un cajón, salvo Miguel Mihura, que tuvo su genial obra "Tres sombreros de Copa" guardada en uno durante veinte años.
Por tanto, yo soy de los que piensan que escribir no es masturbarse. Cada cosa a su tiempo. Y es de perogrullo que escribir y hacer el amor es mucho mejor que masturbarse.
Depender para tu placer de los demás es una condena, pero también la mayor de las satisfacciones.
sábado, mayo 26, 2007
Yo provengo de una de las regiones que desde siempre ha tenido el mejor vino, pues mis ancestros se criaron cerca de la Ribera del Duero y llevo bebiendo vino desde que tengo ocho años (así estoy de la cabeza). Como opinión autorizada que soy y corriéndome vino por mis venas y siendo baño de mis neuronas, me creo en derecho a teorizar sobre el vino y sobre el torrente de estulticia que genera.
los vinos son como los trajes: el que le sienta bien a uno no tiene por qué sentar bien a otro. A mí los vinos me sientan bien casi todos, tal vez sea debido a que se me atrofió el paladar en los botellones que hacía de joven, donde mezclábamos vino peleón con Coca-Cola (la combinación viene muy bien contra el estreñimiento, os lo digo yo que me ha solucionado muchos problemas de "evacuación intestinal infrecuente") Confieso que tanta ingesta de mezcla barata de jarabe capitalista con peleón vino español debió atrofiar mi gusto para los taninos. Creo que ya no puedo diferenciar si un vino estuvo en tonel de roble o en bidón de gasoil.
En una de sus abundantes cartas a su madre don Pedro Muñoz Seca decía que en cuestiones de ríos y de rías la gente dice muchas tonterías. Con el vino pasa igual, y más si bebes mucho. Que si tiene roble, vainilla, aromas afrutados; que si la acidez; que si los taninos por aquí y por allá. El vino ofrece a la humanidad ávida de lo banal una sinfonía de posibilidades.
La cultura del vino nace del irrefrenable deseo del hombre de establecer categorías. Es una mezcla de la cultura del borracho, viticultores con afanes de lucro y señores que se hacen llamar enólogos y que no han encontrado otra forma mejor de ganarse la vida.
El vino, todo el mundo lo sabe, tenía en las mesas de tiempos pretéritos una función similar a la del pan: era considerado un alimento básico. Hasta que la gente empezó a construir un universo de estupidez en torno a él y desde entonces el vino sólo sirve para que veamos a un tonto metiendo la nariz en una copa y nos convierta en dos tontos.
Lo cierto es que el vino es símbolo del estado de los hombres, y no sólo del estado de embriaguez: un hombre que agarra en la calle un tetrabrik de vino peleón es la imagen de siempre de la pobreza; un hombre al que un camarero enseña ceremoniosamente una botella y le hace oler el tapón es siempre la imagen de la riqueza. Con razón mucha gente define al vino como río de la vida.
Recordad una cosa: sólo es buen vino el que os gusta.
En todo esto estaba pensando mientras me daban a probar un vino que decían ser de los mejores y casi me da una arcada. Tengo el gusto atrofiado, pero no tonto. Estaba picado.
Eso sí, me hizo alucinar: Todos aquellos que simulaban un deleite sin igual aparecieron ante mí como reyes desnudos.
los vinos son como los trajes: el que le sienta bien a uno no tiene por qué sentar bien a otro. A mí los vinos me sientan bien casi todos, tal vez sea debido a que se me atrofió el paladar en los botellones que hacía de joven, donde mezclábamos vino peleón con Coca-Cola (la combinación viene muy bien contra el estreñimiento, os lo digo yo que me ha solucionado muchos problemas de "evacuación intestinal infrecuente") Confieso que tanta ingesta de mezcla barata de jarabe capitalista con peleón vino español debió atrofiar mi gusto para los taninos. Creo que ya no puedo diferenciar si un vino estuvo en tonel de roble o en bidón de gasoil.
En una de sus abundantes cartas a su madre don Pedro Muñoz Seca decía que en cuestiones de ríos y de rías la gente dice muchas tonterías. Con el vino pasa igual, y más si bebes mucho. Que si tiene roble, vainilla, aromas afrutados; que si la acidez; que si los taninos por aquí y por allá. El vino ofrece a la humanidad ávida de lo banal una sinfonía de posibilidades.
La cultura del vino nace del irrefrenable deseo del hombre de establecer categorías. Es una mezcla de la cultura del borracho, viticultores con afanes de lucro y señores que se hacen llamar enólogos y que no han encontrado otra forma mejor de ganarse la vida.
El vino, todo el mundo lo sabe, tenía en las mesas de tiempos pretéritos una función similar a la del pan: era considerado un alimento básico. Hasta que la gente empezó a construir un universo de estupidez en torno a él y desde entonces el vino sólo sirve para que veamos a un tonto metiendo la nariz en una copa y nos convierta en dos tontos.
Lo cierto es que el vino es símbolo del estado de los hombres, y no sólo del estado de embriaguez: un hombre que agarra en la calle un tetrabrik de vino peleón es la imagen de siempre de la pobreza; un hombre al que un camarero enseña ceremoniosamente una botella y le hace oler el tapón es siempre la imagen de la riqueza. Con razón mucha gente define al vino como río de la vida.
Recordad una cosa: sólo es buen vino el que os gusta.
En todo esto estaba pensando mientras me daban a probar un vino que decían ser de los mejores y casi me da una arcada. Tengo el gusto atrofiado, pero no tonto. Estaba picado.
Eso sí, me hizo alucinar: Todos aquellos que simulaban un deleite sin igual aparecieron ante mí como reyes desnudos.
viernes, mayo 25, 2007
Estos de Telefónica tienen un humor y un buen rollito que me parto: pues no te anuncian un plan de vigilancia de lo que pasa a tu negocio como si hubieran inventado la bombilla, como si hubieran rescatado a la humanidad de la edad de las tinieblas.
El producto que anuncian con una alegría de un contagioso que dan ganas de cubrir de besos al vecino que tanto odias es una suerte de videocámara conectada al ordenador para aumentar el contro de tu negocio. La videocámara del anuncio enfoca directamente al sufrido empleado de una presumible tienda de ropa haciendo una feliz transacción con
un cliente. Y no sé porqué, me imagino al empleado que no le llega la camisa al cuello pensando que el jefe le puede estar mirando lo que hace en todo momento. Para mí desde luego no es una situación muy cómoda.
Pero no sé cómo me sorprendo si caminamos a un Gran Hermano capitalista, donde te anuncian videovigilancia fascista como si fueran caramelos Sugus. Encima, con los acordes de la alegre cancioncilla de Bob Sinclair, Bob Sinclair. ¡Pero como te vendes, Bob, a esos malnacidos vendedores de Gran Hermano!
En un futuro nos encontraremos cosas como ésta: "Telefónica vende a los emprendedores el plan WC: con el plan WC sabrás en todo momento lo que ocurre en todos los rincones. Siéntate como Dios." Vamos, que pondrán cámaras conectados a un ordenador para ver qué hacen los empleados en el baño. Y reza por no tenerla más grande que el jefe, entonces, despido seguro.
Corren tiempos maravillosos para el fascismo de buen rollito y muy malos para la libertad melancólica. Como decía ese genial dúo que se llamó martes y trece:
Telefónica, siempre jodiendo.
El producto que anuncian con una alegría de un contagioso que dan ganas de cubrir de besos al vecino que tanto odias es una suerte de videocámara conectada al ordenador para aumentar el contro de tu negocio. La videocámara del anuncio enfoca directamente al sufrido empleado de una presumible tienda de ropa haciendo una feliz transacción con
un cliente. Y no sé porqué, me imagino al empleado que no le llega la camisa al cuello pensando que el jefe le puede estar mirando lo que hace en todo momento. Para mí desde luego no es una situación muy cómoda.
Pero no sé cómo me sorprendo si caminamos a un Gran Hermano capitalista, donde te anuncian videovigilancia fascista como si fueran caramelos Sugus. Encima, con los acordes de la alegre cancioncilla de Bob Sinclair, Bob Sinclair. ¡Pero como te vendes, Bob, a esos malnacidos vendedores de Gran Hermano!
En un futuro nos encontraremos cosas como ésta: "Telefónica vende a los emprendedores el plan WC: con el plan WC sabrás en todo momento lo que ocurre en todos los rincones. Siéntate como Dios." Vamos, que pondrán cámaras conectados a un ordenador para ver qué hacen los empleados en el baño. Y reza por no tenerla más grande que el jefe, entonces, despido seguro.
Corren tiempos maravillosos para el fascismo de buen rollito y muy malos para la libertad melancólica. Como decía ese genial dúo que se llamó martes y trece:
Telefónica, siempre jodiendo.
jueves, mayo 24, 2007
Mi tío, que es el poeta de la familia, solía decirme cuando yo era adolescente y más impresionable que ahora, lo siguiente:
- ¿Sabes opo, lo que decía mi suegro?
(cinematográfica calada de cigarrillo, teatral exhalación de humo azul. Quedamos los dos contemplando cómo asciende a través de la luz de la lámpara)
- Mi suegro decía que el dinero no existe.
¡Qué palabras para un adolescente idealista y cuánto me acordaba de ellas! Sobre todo cuando salía los fines de semana y no tenía ni para tabaco.
Y en cierto modo, mi tío tenía razón: ¿Dónde están los cientos de billones de pesetas que había en España? Se volatilizaron. Como si no hubieran existido. Ahora hay euros y ya nadie se acuerda de las pesetas, pese a la influencia que tuvieron en nuestras vidas.
En cuanto a los euros... Unos pocos años después de pasar mi adolescencia, participé en su génesis (si aceptamos el oxímoron de que algo que no existe tenga génesis). Estuve trabajando en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre justo antes de que saliera el euro, concretamente en la sección donde se cortan y empaquetan los billetes. Entonces sólo había enormes palés de papel pintarrajeado que iba a ser la futura moneda común europea. No tenían valor, no eran nada, no existían para el mundo. Sólo había papel pintarrajeado en gris, rojo, azul, naranja, verde, amarillo y morado ¿Por esto se va a matar la gente? Me preguntaba entonces con perplejidad.
Cuando consulto el saldo de mi cuenta corriente me sale unos números que puedo cambiar por esos papeles que yo fabricaba y a su vez cambiar éstos por cosas. O saltarme el paso intermedio de cambiar los números por papeles y cambiarlos por cosas con una tarjeta de plástico. O más difícil todavía: sin tarjeta, ordenando con los dedos a través de las teclas de mi ordenador.
Y también puede pasar ( de hecho ya ha pasado en diferentes puntos del planeta, en diversos períodos históricos) que de repente, esos números se conviertan, por arte de birli birloque económico, en un cero, y ya no pueda comprar ni leche ni garbanzos ni ropa, que es lo que importa en esta vida.(Sospecho que birli viene de birlar y que magos y economistas son de la misma escuela y ninguno de los dos grupos hace milagros).
El dinero es una de las primeras abstracciones que se le ocurrieron al hombre; es verdad lo que me decía mi tío: el dinero no existe.
Dejo a mi tío haciendo volutas de humo azul, y voy a ver si mis padres me levantan el castigo y me dan dinero para salir esta noche.
¡Cualquiera le dice al portero de la discoteca que el dinero no existe!
- ¿Sabes opo, lo que decía mi suegro?
(cinematográfica calada de cigarrillo, teatral exhalación de humo azul. Quedamos los dos contemplando cómo asciende a través de la luz de la lámpara)
- Mi suegro decía que el dinero no existe.
¡Qué palabras para un adolescente idealista y cuánto me acordaba de ellas! Sobre todo cuando salía los fines de semana y no tenía ni para tabaco.
Y en cierto modo, mi tío tenía razón: ¿Dónde están los cientos de billones de pesetas que había en España? Se volatilizaron. Como si no hubieran existido. Ahora hay euros y ya nadie se acuerda de las pesetas, pese a la influencia que tuvieron en nuestras vidas.
En cuanto a los euros... Unos pocos años después de pasar mi adolescencia, participé en su génesis (si aceptamos el oxímoron de que algo que no existe tenga génesis). Estuve trabajando en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre justo antes de que saliera el euro, concretamente en la sección donde se cortan y empaquetan los billetes. Entonces sólo había enormes palés de papel pintarrajeado que iba a ser la futura moneda común europea. No tenían valor, no eran nada, no existían para el mundo. Sólo había papel pintarrajeado en gris, rojo, azul, naranja, verde, amarillo y morado ¿Por esto se va a matar la gente? Me preguntaba entonces con perplejidad.
Cuando consulto el saldo de mi cuenta corriente me sale unos números que puedo cambiar por esos papeles que yo fabricaba y a su vez cambiar éstos por cosas. O saltarme el paso intermedio de cambiar los números por papeles y cambiarlos por cosas con una tarjeta de plástico. O más difícil todavía: sin tarjeta, ordenando con los dedos a través de las teclas de mi ordenador.
Y también puede pasar ( de hecho ya ha pasado en diferentes puntos del planeta, en diversos períodos históricos) que de repente, esos números se conviertan, por arte de birli birloque económico, en un cero, y ya no pueda comprar ni leche ni garbanzos ni ropa, que es lo que importa en esta vida.(Sospecho que birli viene de birlar y que magos y economistas son de la misma escuela y ninguno de los dos grupos hace milagros).
El dinero es una de las primeras abstracciones que se le ocurrieron al hombre; es verdad lo que me decía mi tío: el dinero no existe.
Dejo a mi tío haciendo volutas de humo azul, y voy a ver si mis padres me levantan el castigo y me dan dinero para salir esta noche.
¡Cualquiera le dice al portero de la discoteca que el dinero no existe!
miércoles, mayo 23, 2007
Hoy amaneció plomizo el día y en apariencia rutinario: un día como otro cualquiera de curro. Me siento en el sitio que tengo asignado en al oficina. Enciendo la computadora. Llega mi compañera. Me da los buenos días. Se los devuelvo. De repente, cambia su cara de saludar por las mañanas por otra que dice "menuda le voy a soltar a éste":
- Oye, una cosa: ¿A quién sustituías tú?
- A Anselmo Naranjas
- Pues me parece que estuvo ayer por aquí
- Pero a mí no me ha dicho nadie que haya vuelto.
- La cosa es que ayer le vieron.
- Ya me tienes en ascuas. Voy a preguntar.
Paso a la sala grande de la oficina. Veo a un señor gordito que no había visto antes. Me puse en lo peor.
- Perdona, ¿Tú eres Anselmo y vas a trabajar ahora?
- Pues sí.
- ¿Estás trabajando desde ayer?
- Sí, desde que me di el alta.
- Pues yo soy tu doble que también iba a trabajar ahora. Y trabajé ayer. En tu puesto. Por ti. Parece ser que los dos trabajamos por ti.
Griterío y zapatiesta, soy el protagonista, la reina por un día que ha roto la gris rutina de la oficina. "Pero cómo le han podido hacer esto al chico" " Vamos, que no avisar al chico" "Mira que hacer venir al chico" "Lo que han hecho al chico no tienen nombre" "Chico, yo que tú lo denunciaba"
Y yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción sólo podía pensar:
"¿Por qué me llaman chico, si tengo más de treinta años y canas alrededor de la fontanería mía de abajo"
-¿y ahora qué hago? ¿Me marcho a mi casa?
- Vete presto a personal, ésto tiene que arreglarse de algún modo.
Llego al Departamento de personal. "oye, que esto es una faena, que cómo me podéis hacer esto, que he trabajado dos días por la cara que cómo no se me avisa de que a la persona a la que sustituyo le han dado el alta"
"Es que nadie nos ha avisado a nosotros" "Lo sentimos mucho" "Lo intentaremos arreglar de algún modo" "No te preocupes, que ese día te lo pagamos"
A todo esto yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción, mientras me hablaban pensaba en dónde estaba la gasolinera más próxima para comprar un bidón de gasolina y pegar fuego a toda la sección de Recursos Humanos. Hasta que al final me dicen que vaya a hablar con el jefazo de mi sección.
Total, que me voy a hablar con el jefe máximo. "Mire, que cuando he venido, me he encontrado con esto" "Es que me cago en todo lo que se menea, pero no se lo digo a usted en voz alta""Que cómo podemos arreglarlo" "que soy el último mono y por dignidad debería mandarles a todos ustedes a la mierda, pero me callo como un cobarde"
Total, que el hombre dice que no me preocupara, que me fuera a tomar un café para tranquilizarme y que volviera en cuarto de hora. Eso hice. Cuando volví, la segunda de a bordo llega hacia mi toda nerviosa y dicen que han podido hacerme otro contrato de sustitución por otra persona. Yo calculo que pasará otra semana más hasta que podamos trabajar codo con codo los dos en el mismo puesto. Felicidad y algarabía y vivan los hombres en perfecta comunión con el mundo.
y yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción, pensé:
- Malditos gobiernos sociatas que introdujeron los contratos precarios. Traidores.
- Oye, una cosa: ¿A quién sustituías tú?
- A Anselmo Naranjas
- Pues me parece que estuvo ayer por aquí
- Pero a mí no me ha dicho nadie que haya vuelto.
- La cosa es que ayer le vieron.
- Ya me tienes en ascuas. Voy a preguntar.
Paso a la sala grande de la oficina. Veo a un señor gordito que no había visto antes. Me puse en lo peor.
- Perdona, ¿Tú eres Anselmo y vas a trabajar ahora?
- Pues sí.
- ¿Estás trabajando desde ayer?
- Sí, desde que me di el alta.
- Pues yo soy tu doble que también iba a trabajar ahora. Y trabajé ayer. En tu puesto. Por ti. Parece ser que los dos trabajamos por ti.
Griterío y zapatiesta, soy el protagonista, la reina por un día que ha roto la gris rutina de la oficina. "Pero cómo le han podido hacer esto al chico" " Vamos, que no avisar al chico" "Mira que hacer venir al chico" "Lo que han hecho al chico no tienen nombre" "Chico, yo que tú lo denunciaba"
Y yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción sólo podía pensar:
"¿Por qué me llaman chico, si tengo más de treinta años y canas alrededor de la fontanería mía de abajo"
-¿y ahora qué hago? ¿Me marcho a mi casa?
- Vete presto a personal, ésto tiene que arreglarse de algún modo.
Llego al Departamento de personal. "oye, que esto es una faena, que cómo me podéis hacer esto, que he trabajado dos días por la cara que cómo no se me avisa de que a la persona a la que sustituyo le han dado el alta"
"Es que nadie nos ha avisado a nosotros" "Lo sentimos mucho" "Lo intentaremos arreglar de algún modo" "No te preocupes, que ese día te lo pagamos"
A todo esto yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción, mientras me hablaban pensaba en dónde estaba la gasolinera más próxima para comprar un bidón de gasolina y pegar fuego a toda la sección de Recursos Humanos. Hasta que al final me dicen que vaya a hablar con el jefazo de mi sección.
Total, que me voy a hablar con el jefe máximo. "Mire, que cuando he venido, me he encontrado con esto" "Es que me cago en todo lo que se menea, pero no se lo digo a usted en voz alta""Que cómo podemos arreglarlo" "que soy el último mono y por dignidad debería mandarles a todos ustedes a la mierda, pero me callo como un cobarde"
Total, que el hombre dice que no me preocupara, que me fuera a tomar un café para tranquilizarme y que volviera en cuarto de hora. Eso hice. Cuando volví, la segunda de a bordo llega hacia mi toda nerviosa y dicen que han podido hacerme otro contrato de sustitución por otra persona. Yo calculo que pasará otra semana más hasta que podamos trabajar codo con codo los dos en el mismo puesto. Felicidad y algarabía y vivan los hombres en perfecta comunión con el mundo.
y yo, que ante lo patético he desarrollado una gran capacidad de abstracción, pensé:
- Malditos gobiernos sociatas que introdujeron los contratos precarios. Traidores.
martes, mayo 22, 2007
El Papa ataca el relativismo. Bush ataca el relativismo. ¿No se acuerdan de aquel viejo aforismo de Shakespeare? "Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira" Pues no hay que hacer caso al señor inglés ése del siglo XVII. Sabrá él.
Como tampoco sabe otro gran poeta español, Antonio Machado: "no tu verdad, o mi verdad, sino la Verdad" Vayamos juntos a buscarla, ¿Verdad, poeta?
Pero estos señores de ahora, dicen que nones. Que lo único que vale es su visión del mundo: el papa es infalible y el presidente de los Estados Unidos también: declara estar orgulloso de haber "dirigido la libertad en Irak" Y la muerte.
"El relativismo, nuevo rostro de la intolerancia" dice el adalid de la doctrina de la fe. El que con su intolerancia hacia los condones permite miles de muertes en África. El gran intolerante de los teólogos de la liberación. Sí, sin duda Ratzinger sabe un rato de intolerancia. Y de relativismo.
Ahora está lloviendo fuertemente. Llueve con mucha fuerza y esto es de las pocas cosas que son irrebatibles. Veo una tormenta que nadie puede negar que exista. Todos sabemos que caen gotas de lluvia; la lluvia y el agua no es como las almas de los hombres, que son borrosas, que a veces no se entienden. Que son volubles. No puede pasar por plomo lo que es etéreo y nada hay más etereo que visión del mundo de un hombre.
Dicen que nada es relativo ¡Ja! Que intenten convencerme de lo contrario con su moralidad relativa e hipócrita.
Como tampoco sabe otro gran poeta español, Antonio Machado: "no tu verdad, o mi verdad, sino la Verdad" Vayamos juntos a buscarla, ¿Verdad, poeta?
Pero estos señores de ahora, dicen que nones. Que lo único que vale es su visión del mundo: el papa es infalible y el presidente de los Estados Unidos también: declara estar orgulloso de haber "dirigido la libertad en Irak" Y la muerte.
"El relativismo, nuevo rostro de la intolerancia" dice el adalid de la doctrina de la fe. El que con su intolerancia hacia los condones permite miles de muertes en África. El gran intolerante de los teólogos de la liberación. Sí, sin duda Ratzinger sabe un rato de intolerancia. Y de relativismo.
Ahora está lloviendo fuertemente. Llueve con mucha fuerza y esto es de las pocas cosas que son irrebatibles. Veo una tormenta que nadie puede negar que exista. Todos sabemos que caen gotas de lluvia; la lluvia y el agua no es como las almas de los hombres, que son borrosas, que a veces no se entienden. Que son volubles. No puede pasar por plomo lo que es etéreo y nada hay más etereo que visión del mundo de un hombre.
Dicen que nada es relativo ¡Ja! Que intenten convencerme de lo contrario con su moralidad relativa e hipócrita.
lunes, mayo 21, 2007
Yo creo que todos estamos, en mayor o menor medida, preocupados en cómo nos ven los demás. Freud, dividía la mente en tres partes: el ego, el superego y el "ello". Del resultado de las tres, sale nuestra personalidad, y de ese gran Iceberg, los demás sólo ven la punta. De eso poco los demás construyen imágenes de nosotros, que son los diferentes yoes sociales con los que cargamos a lo largo de nuestra vida para bien o para mal.
Yo siempre he sido el mismo, pero según la vivencia y el lugar, la percepción de mí mismo que han tenido los demás ha sido muy diferente. Ahora, por ejemplo, en el hospital tengo hasta el momento el rol de auxiliar administrativo competente que se adapta con facilidad a las nuevas situaciones; a la fuerza ahorcan: he cambiado tantas veces de departamento y de contratos que porque me sigan contratando me he tenido que adaptar a marchas forzadas a nuevas tareas y a nuevos compañeros, que ésa es otra. También he desarrollado cierta inteligencia emocional, es decir, que detecto mejor la "personalidad laboral" de las personas con las que me toca convivir en el hospital día a día. Gracias a los buenos informes de mis jefes, he ido encadenando contratos a lo largo del año, aunque a veces quemaría el Departamento de Recursos Humanos del Hospital por no hacerme contratos largos y tenerme sólo para sacarles de los apuros, por cierto, algunos muy gordos, como el del proceso de selección del que alguna vez os hablé.
Sin embargo, no siempre fue así. Recuerdo que cuando me hicieron el primer contrato de Secretario en mi vida apenas sabía nada de ofimática. Tuve la mala suerte de dar con una compañera ultracompetente, que se pasaba de exigente y que encima enseñaba poco de sus habilidades. Total, que me tuvo más de un año sin hacer prácticamente nada porque para la mujer yo no daba la talla. Con el tiempo, hice cursillos relacionados con el puesto y aproveché el mucho tiempo libre que tenía para aprender, aunque ella no lo viera. Tuve la oportunidad de tomar las riendas del departamento cuando ella tuvo una baja, y gracias a eso, me demostré a mí mismo que no era el incompetente que en sus esquemas mentales rígidos habían dibujado para mí. Cuando ella se ausentó, el Departamento no cayó en el caos y la destrucción imaginados por ella, y obtuve por ello una pequeña victoria. Pero, desgraciadamente, mi autoestima estuvo durante mucho tiempo por los suelos.
Cuando no caes bien a alguien, construye una imagen de tí mismo deformada, que no tiene por qué ser verdad ¿Es más yo el auxiliar administrativo incompetente que se construyó para mí esa mujer, o el auxiliar administrativo eficaz y flexible que ahora trabaja en el Hospital? Los dos soy yo, pero son dos yoes sociales obligados por mis circunstancias laborales. Por cierto, me he alegrado siempre de que esa mujer no me hiciera tirar la toalla. Gracias a ello sé bien mi oficio.
Dando un paso atrás en el tiempo, recuerdo que un compañero de la universidad -de ésos que son peores que el tener enemigos- construyó para mí una imagen como de borracho inconsciente que sólo piensa en fiestas y mujeres. He de decir que algo de verdad había en ello, pero esa imagen que dio de mi era más de una caricatura que de la persona real que era yo. De hecho, esa imagen que propagó condicionó en mucho el trato que me dispensaban mis compañeros de facultad. No discuto que algo de verdad había, ¿pero qué universitario de diecinueve años no quiere irse de fiesta y de ligoteo? ¿Era yo diferente a mis compañeros? Creo que no, pero la caricatura hecha a medias entre mis actos y sus palabras hizo mucho daño a mi imagen pública.
También he sido el tímido, el raro, el extrovertido, el simpático, el buen amigo (para la mayoría) el mal amigo (para la minoría) el buen hijo (en algunas ocasiones) , el mal hijo (que también), el tonto y el inteligente. y todo sin salir de mí mismo.
Ahora, afortunadamente, tengo un poco más de madurez por la edad y puedo decir que todos esos eran yo pero a la vez ninguno de ellos lo eran y que las personas que te conocen superficialmente son como esos espejos deformantes que tanto le gustaban a Valle Inclán y que tantas imágenes diferentes daban según el cual se reflejara uno.
Quizá los únicos espejos que te puedan dar una imagen fiel de ti mismo sean los más fieles a ti entre los hombres: los que te quieren. Por eso, estáte al tanto si en esos espejos ves reflejado a un Dorian Grey: es que te estás equivocando.
Yo siempre he sido el mismo, pero según la vivencia y el lugar, la percepción de mí mismo que han tenido los demás ha sido muy diferente. Ahora, por ejemplo, en el hospital tengo hasta el momento el rol de auxiliar administrativo competente que se adapta con facilidad a las nuevas situaciones; a la fuerza ahorcan: he cambiado tantas veces de departamento y de contratos que porque me sigan contratando me he tenido que adaptar a marchas forzadas a nuevas tareas y a nuevos compañeros, que ésa es otra. También he desarrollado cierta inteligencia emocional, es decir, que detecto mejor la "personalidad laboral" de las personas con las que me toca convivir en el hospital día a día. Gracias a los buenos informes de mis jefes, he ido encadenando contratos a lo largo del año, aunque a veces quemaría el Departamento de Recursos Humanos del Hospital por no hacerme contratos largos y tenerme sólo para sacarles de los apuros, por cierto, algunos muy gordos, como el del proceso de selección del que alguna vez os hablé.
Sin embargo, no siempre fue así. Recuerdo que cuando me hicieron el primer contrato de Secretario en mi vida apenas sabía nada de ofimática. Tuve la mala suerte de dar con una compañera ultracompetente, que se pasaba de exigente y que encima enseñaba poco de sus habilidades. Total, que me tuvo más de un año sin hacer prácticamente nada porque para la mujer yo no daba la talla. Con el tiempo, hice cursillos relacionados con el puesto y aproveché el mucho tiempo libre que tenía para aprender, aunque ella no lo viera. Tuve la oportunidad de tomar las riendas del departamento cuando ella tuvo una baja, y gracias a eso, me demostré a mí mismo que no era el incompetente que en sus esquemas mentales rígidos habían dibujado para mí. Cuando ella se ausentó, el Departamento no cayó en el caos y la destrucción imaginados por ella, y obtuve por ello una pequeña victoria. Pero, desgraciadamente, mi autoestima estuvo durante mucho tiempo por los suelos.
Cuando no caes bien a alguien, construye una imagen de tí mismo deformada, que no tiene por qué ser verdad ¿Es más yo el auxiliar administrativo incompetente que se construyó para mí esa mujer, o el auxiliar administrativo eficaz y flexible que ahora trabaja en el Hospital? Los dos soy yo, pero son dos yoes sociales obligados por mis circunstancias laborales. Por cierto, me he alegrado siempre de que esa mujer no me hiciera tirar la toalla. Gracias a ello sé bien mi oficio.
Dando un paso atrás en el tiempo, recuerdo que un compañero de la universidad -de ésos que son peores que el tener enemigos- construyó para mí una imagen como de borracho inconsciente que sólo piensa en fiestas y mujeres. He de decir que algo de verdad había en ello, pero esa imagen que dio de mi era más de una caricatura que de la persona real que era yo. De hecho, esa imagen que propagó condicionó en mucho el trato que me dispensaban mis compañeros de facultad. No discuto que algo de verdad había, ¿pero qué universitario de diecinueve años no quiere irse de fiesta y de ligoteo? ¿Era yo diferente a mis compañeros? Creo que no, pero la caricatura hecha a medias entre mis actos y sus palabras hizo mucho daño a mi imagen pública.
También he sido el tímido, el raro, el extrovertido, el simpático, el buen amigo (para la mayoría) el mal amigo (para la minoría) el buen hijo (en algunas ocasiones) , el mal hijo (que también), el tonto y el inteligente. y todo sin salir de mí mismo.
Ahora, afortunadamente, tengo un poco más de madurez por la edad y puedo decir que todos esos eran yo pero a la vez ninguno de ellos lo eran y que las personas que te conocen superficialmente son como esos espejos deformantes que tanto le gustaban a Valle Inclán y que tantas imágenes diferentes daban según el cual se reflejara uno.
Quizá los únicos espejos que te puedan dar una imagen fiel de ti mismo sean los más fieles a ti entre los hombres: los que te quieren. Por eso, estáte al tanto si en esos espejos ves reflejado a un Dorian Grey: es que te estás equivocando.
domingo, mayo 20, 2007
Ambas nacieron con dos meses de diferencia. Una era muy hermosa. De tan guapa, todos se paraban a hacerla carantoñas. Era una niña muy querida por todos. Hasta le propusieron a su madre que hiciera un anuncio para la televisión de potitos. Era una princesita cuya calesa era un carrito de Jané. Su madre solía llevarla al parque junto con otra vecina y su hija, y esta última era una niña morenuza, muy renegrida. Sin ánimo de ser crueles, diremos que era poco agraciada la la pobre, con ojos saltones, escuálida y de frente demasiado estrecha. Las únicas sonrisas que provocaba eran de piedad.
En cambio, la protagonista de nuestra historia era verdaderamente una niña hermosa. Era pelirrojilla, de graciosas pecas, tez blanca, ojos verdes y labios rojísimos. Una monada.
-Encima no veas lo bien que me come.
La niña creció entre la admiración de todos. Mientras, a la otra, nadie le hacía caso. El único comentario amable que solía decir decir es "¡qué graciosa!" y todos se sentían mal después de decirlo por lo hipócritas que habían sido. Luego, cuando dejaban atrás a la niña, solían comentar "Es un poco feuchilla la pobre" "Bueno, qué le vamos a hacer. No todos los niños van a ser guapos" En cambio, con la otra, todo era sinceras muestras de admiración a su belleza. Sonrisas y parabienes.
¿Y lo inteligente y despierta que parece? Decían muchos cuando la niña decía un agú más o menos afortunado.
Es curioso que pese a lo cortos que son los cuentos, la gran mayoría no termina si no han pasado varios años en la narración. Este cuentecillo no tendría sentido si no respetara esa regla, así que sigo con lo que aconteció a las dos niñas.
Pasaron los años y metieron a las niñas en un colegio religioso. Iban a la misma clase y por supuesto, se sentaban juntas. La más guapa de las dos era respetada por sus compañeras, mientras que a la pequeña morenita todo eran puyas y humillaciones. Tantas peleas en los recreo hicieron mella en su carácter, volviéndole violenta y contestataria con sus maestras. Mientras, a la otra, la hicieron delegada de curso y sacaba unas excelentes notas.
Un día, una de las maestras convocó una reunión con los padres de la pequeña morenita:
- Tenemos problemas con su hija. No presta atención en clase y es muy conflictiva. Les aconsejamos que la lleven al psicólogo. Es posible que tenga un leve retraso.
Esto cayó como un jarro de agua fría para la pobre niña, que se pasó llorando en su cama aquella tarde. No cenó siquiera. Mientras, en una casa vecina, la niña pelirroja se daba un festín de caramelos y chocolatinas. había sacado todas las notas con sobresaliente, salvo gimnasia, que sólo le habían puesto un suficiente.
Los padres de la morenita, que mucho les había ofendido las palabras de la profesora, decidieron que para el próximo curso la cambiarían de colegio.
Pasaron los años, y pese al cambio de colegio de la morenita, ambas seguían viéndose en el barrio y fueron de la misma pandilla de chicas toda la infancia. Llegada la adolescencia, a esa pandilla de chicas empezaron a frecuentarla los chicos. A nuestra
niña pelirroja le gustaba especialmente uno. Una tarde de viernes, mientras hacían botellón, ella puso especial cuidado en que sin que se notara, quedarse a solas hablando con el chico:
-Venga cuéntame algún secreto tuyo
-Es que no sé qué contarte.
-¿De nosotras quién te gusta?
-¡Hala, qué directa eres!
-Si me lo dices, te diré yo otro secreto que no he dicho a nadie
-¿Me lo prometes?
- Que sí
-Vale. Me gusta tu amiga la morena.
Aquella tarde se fue pronto a casa. Estuvo llorando toda la tarde en su cama. Para paliar su pena, se dio un festín de caramelos y chocolatinas. Mientras, su madre en el salón estaba charlando con una amiga.
- No sé si llevarla al endocrino a ver qué me dice.
La vida es una danza cruel en que no vale como empiezas simo como acabas, y la danza de nuestra pelirroja se tornaba con pasos difíciles en la adolescencia. Por cierto, en el instituto volvieron a suspenderle en educación física. Se tornó huraña y dejó de salir con las amigas. Odiaba comprobar cómo, mientras las otras se iban a morrearse con chicos, a ella le dejaban a un lado. En su carpeta puso: "Debajo de un hombre gordo hay uno delgado que lucha por salir"
Mientras, su amiga la morena tuvo un novio y no se cuántos pretendientes. Raro era el fin de semana que no la pedían salir. Era la reina del instituto y hasta la eligieron en un cásting para salir en un video de Marta Sánchez. Su vida era una sucesión de anuncios de colonia. O de compresas.
-¿Os acordáis de lo fea que era de pequeña? ¡Joder con la fea! ¡Menudos ojazos verdes que tiene! Creo que la han cogido para hacer un anuncio.
- Si pero para mí siempre ha tenido algo. Era muy graciosilla.
Pasaron algunos años más. Con veinte años, Nuestra pelirroja fue a una de sus primeras entrevistas de trabajo. Era para el Departamento de Marketing de una conocida firma. Necesitaban a un licenciado o licenciada en Gestión y administración de Empresas. Le hicieron bastantes preguntas y ella tenía todo lo que pedían. El puesto era del departamento de márketing y tendría que hablar con muchos clientes, tener muchas reuniones y comidas de trabajo. Cuando salió de la entrevista estaba eufórica. El "ya le llamaremos" que le soltó finalmente el entrevistador le sonó a victoria. Cuando se fue del despacho, el entrevistador puso unas notas en el margen derecho de su ficha.
- No da la imagen precisa para el puesto.
Espejito, espejito. la vida es como la Estrella de David, todo lo que es arriba es abajo, y esta vida es una sucesión de capullos y mariposas, aunque la mayoría de los hombres no suelen salir de capullos. Pasaron varios meses, y como no la llamaban, salió una vez más a patearse las calles. Se paró en una tienda de electrodomésticos, donde nueve televisiones proyectaban la imagen de una pelirroja gordita. De repente, esos nueve televisores cambiaron la imagen por la de una esbelta muchacha de tremendos ojos verdes y morenez mediterránea paseando en una playa. Se para de repente y muestra feliz a su antigua amiga pelirroja un paquetito de compresas.
Y si este fuera un cuento como Dios manda, mientras lloraba viendo a su amiga se le hubiera aparecido un hada madrina y la hubiera convertido en Nicole Kidman, pero los cuentos que yo cuento acaban fatal, como los de Sabina y la vida no es un anuncio de compresas y no todos los cuentos son de cisnes. Vale.
En cambio, la protagonista de nuestra historia era verdaderamente una niña hermosa. Era pelirrojilla, de graciosas pecas, tez blanca, ojos verdes y labios rojísimos. Una monada.
-Encima no veas lo bien que me come.
La niña creció entre la admiración de todos. Mientras, a la otra, nadie le hacía caso. El único comentario amable que solía decir decir es "¡qué graciosa!" y todos se sentían mal después de decirlo por lo hipócritas que habían sido. Luego, cuando dejaban atrás a la niña, solían comentar "Es un poco feuchilla la pobre" "Bueno, qué le vamos a hacer. No todos los niños van a ser guapos" En cambio, con la otra, todo era sinceras muestras de admiración a su belleza. Sonrisas y parabienes.
¿Y lo inteligente y despierta que parece? Decían muchos cuando la niña decía un agú más o menos afortunado.
Es curioso que pese a lo cortos que son los cuentos, la gran mayoría no termina si no han pasado varios años en la narración. Este cuentecillo no tendría sentido si no respetara esa regla, así que sigo con lo que aconteció a las dos niñas.
Pasaron los años y metieron a las niñas en un colegio religioso. Iban a la misma clase y por supuesto, se sentaban juntas. La más guapa de las dos era respetada por sus compañeras, mientras que a la pequeña morenita todo eran puyas y humillaciones. Tantas peleas en los recreo hicieron mella en su carácter, volviéndole violenta y contestataria con sus maestras. Mientras, a la otra, la hicieron delegada de curso y sacaba unas excelentes notas.
Un día, una de las maestras convocó una reunión con los padres de la pequeña morenita:
- Tenemos problemas con su hija. No presta atención en clase y es muy conflictiva. Les aconsejamos que la lleven al psicólogo. Es posible que tenga un leve retraso.
Esto cayó como un jarro de agua fría para la pobre niña, que se pasó llorando en su cama aquella tarde. No cenó siquiera. Mientras, en una casa vecina, la niña pelirroja se daba un festín de caramelos y chocolatinas. había sacado todas las notas con sobresaliente, salvo gimnasia, que sólo le habían puesto un suficiente.
Los padres de la morenita, que mucho les había ofendido las palabras de la profesora, decidieron que para el próximo curso la cambiarían de colegio.
Pasaron los años, y pese al cambio de colegio de la morenita, ambas seguían viéndose en el barrio y fueron de la misma pandilla de chicas toda la infancia. Llegada la adolescencia, a esa pandilla de chicas empezaron a frecuentarla los chicos. A nuestra
niña pelirroja le gustaba especialmente uno. Una tarde de viernes, mientras hacían botellón, ella puso especial cuidado en que sin que se notara, quedarse a solas hablando con el chico:
-Venga cuéntame algún secreto tuyo
-Es que no sé qué contarte.
-¿De nosotras quién te gusta?
-¡Hala, qué directa eres!
-Si me lo dices, te diré yo otro secreto que no he dicho a nadie
-¿Me lo prometes?
- Que sí
-Vale. Me gusta tu amiga la morena.
Aquella tarde se fue pronto a casa. Estuvo llorando toda la tarde en su cama. Para paliar su pena, se dio un festín de caramelos y chocolatinas. Mientras, su madre en el salón estaba charlando con una amiga.
- No sé si llevarla al endocrino a ver qué me dice.
La vida es una danza cruel en que no vale como empiezas simo como acabas, y la danza de nuestra pelirroja se tornaba con pasos difíciles en la adolescencia. Por cierto, en el instituto volvieron a suspenderle en educación física. Se tornó huraña y dejó de salir con las amigas. Odiaba comprobar cómo, mientras las otras se iban a morrearse con chicos, a ella le dejaban a un lado. En su carpeta puso: "Debajo de un hombre gordo hay uno delgado que lucha por salir"
Mientras, su amiga la morena tuvo un novio y no se cuántos pretendientes. Raro era el fin de semana que no la pedían salir. Era la reina del instituto y hasta la eligieron en un cásting para salir en un video de Marta Sánchez. Su vida era una sucesión de anuncios de colonia. O de compresas.
-¿Os acordáis de lo fea que era de pequeña? ¡Joder con la fea! ¡Menudos ojazos verdes que tiene! Creo que la han cogido para hacer un anuncio.
- Si pero para mí siempre ha tenido algo. Era muy graciosilla.
Pasaron algunos años más. Con veinte años, Nuestra pelirroja fue a una de sus primeras entrevistas de trabajo. Era para el Departamento de Marketing de una conocida firma. Necesitaban a un licenciado o licenciada en Gestión y administración de Empresas. Le hicieron bastantes preguntas y ella tenía todo lo que pedían. El puesto era del departamento de márketing y tendría que hablar con muchos clientes, tener muchas reuniones y comidas de trabajo. Cuando salió de la entrevista estaba eufórica. El "ya le llamaremos" que le soltó finalmente el entrevistador le sonó a victoria. Cuando se fue del despacho, el entrevistador puso unas notas en el margen derecho de su ficha.
- No da la imagen precisa para el puesto.
Espejito, espejito. la vida es como la Estrella de David, todo lo que es arriba es abajo, y esta vida es una sucesión de capullos y mariposas, aunque la mayoría de los hombres no suelen salir de capullos. Pasaron varios meses, y como no la llamaban, salió una vez más a patearse las calles. Se paró en una tienda de electrodomésticos, donde nueve televisiones proyectaban la imagen de una pelirroja gordita. De repente, esos nueve televisores cambiaron la imagen por la de una esbelta muchacha de tremendos ojos verdes y morenez mediterránea paseando en una playa. Se para de repente y muestra feliz a su antigua amiga pelirroja un paquetito de compresas.
Y si este fuera un cuento como Dios manda, mientras lloraba viendo a su amiga se le hubiera aparecido un hada madrina y la hubiera convertido en Nicole Kidman, pero los cuentos que yo cuento acaban fatal, como los de Sabina y la vida no es un anuncio de compresas y no todos los cuentos son de cisnes. Vale.
sábado, mayo 19, 2007
Es curioso. La gente se extraña porque no tengo móvil. No se acuerdan que hace pocos años, no más de una década, lo raro era encontrar una persona que lo tuviera. Sin embargo, no tener móvil me hace un bicho raro a ojos de los demás. Hay que ver el éxito que han tenido para que esta prescindible cosa parezca imprescindible. Obviamente, nadie necesita un móvil para sobrevivir, pero seguro que conocéis a alguien al que le vienen escalofríos cuando el móvil se le estropea, se le pierde o en el caso de la gente menuda, cuando los padres le castigan sin él.
Insisto: no hay nada más prescindible que un móvil. Antes teníamos la telefonía fija y nadie los echaba de menos. La civilización funcionaba perfectamente sin móviles y la tasa de suicidios no era más elevada que ahora porque la gente notaba que le faltaba algo en la oreja y no sabía el qué.
Muchos argumentan que un móvil es útil cuando se hace un viaje en coche en caso de tener una avería, y es verdad que más de un apuro ha solucionado. Pero también es cierto que antes a la gente se le estropeaba el coche y se las apañaba igualmente, aunque el trance fuera más engorroso que ahora que tenemos los pequeños celulares. Sin embargo, recordemos que el concepto de ir de viaje es en cierto modo el perderse y no estar localizable
Otro de los problemas que veo es que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado pueden encontrar a cualquiera que posea un móvil porque es como un pequeño localizador conectado al sistema GPS. En un principio, se puede pensar que eso no es malo, pero puede pasar en un futuro que el Estado (como ha sucedido tantas veces a lo largo de la historia) caiga en malas manos, y utilicen el móvil que tú has pagado con el fin de estar localizable para llevarte a la desgracia.
En cierto modo, los fabricantes de móviles son muy conscientes de lo que en realidad es el aparato: inútil en la mayoría de los casos y caro a la larga. Ya hablé en otra entrada -perdón por citarme- de lo mucho que nos gusta a los hombres lo vacuo, insustancial e inútil. Más que a un tonto un lapicero.
¿Por qué se dirá a esa frase? Convendréis conmigo que las aportaciones que como invento ha tenido el sencillo lapicero a la humanidad han sido infinitamente superiores que del móvil; el tonto va a resultar muy listo.
Leo en el periódico que en mi país hay más móviles que seres humanos. Las compañías telefónicas han obrado el milagro de llenar España de una tupida red de cacharros inútiles, salvo para el negocio de las telecomunicaciones.
De momento, estos artefactos hacen fotos, reproducen música, dan la hora y dicen las malas lenguas que incluso sirven para generar tumores cerebrales. ¿Qué será lo siguiente? ¿Móviles conectados al cerebro que cuando te guste alguien se pongan rojos? ¿Qué te operen el menisco con su bisturí incorporado? Bueno, esto último no, pues sería una cosa útil y beneficiosa y va en contra de parte de la naturaleza del móvil.
En fin, que nuestros héroes los móviles gozan de una buena salud y creo que tardarán en ser sustituidos por otra cosa. Sólo tienen unos enemigos: las huchas. Si unas sirven para conservar el dinero de un hogar, los otros sirven para sacarlo. Nunca los pongáis juntos los días pares del calendario. Y en los impares, tampoco.
jueves, mayo 17, 2007
El sábado que viene hago mi enésimo test psicotécnico. Estoy un pelín cansado de ellos.
Podrían encontrar una manera mejor de seleccionar a gente. O mejor, podrían recurrir al clásico método de a quien San Pedro se la dé, San Antonio se la bendiga. Hay mucho negocio montado alrededor de las pruebas de selección y estaría bien que ciertas empresas dejaran de aprovecharse de la falta de trabajo.
Estas empresas ganan mucho dinero a costa de los procesos selectivos de la administración, dinero que por otra parte sale del erario público, porque con las tasas que se cobran por los exámenes a los opositores no se cubre ni de lejos los gastos que se generan de un proceso de selección. Son una auténtica mina de oro para dichas empresas.
Nos presentamos unas ochocientas personas para la prueba que se celebra a lo largo de este fin de semana. El número total de plazas es ocho. Más o menos, una plaza de Auxiliar administrativo por cada cien personas. Plazas para puestos de trabajo que no son en modo alguno una panacea.
Mejorarán la vida de quienes las consigan, pero el sueldo es bajo y según donde estés, la labor puede ser hasta penosa. Hablo con conocimiento de causa, pues he sufrido lo que es atender a una fila de personas airadas porque la organización del Hospital no es todo lo buena que deberías ser. Normalmente, el auxiliar administrativo, por ser la cabeza visible de una institución, es el que tiene que soportar toda la cólera contenida por la mala gestión, la mayor parte de las veces justificada.
Definitivamente, esas ocho plazas no son pasajes al Edén. Son salvoconductos a la seguridad perdida de las depauperada clase baja sufridora de la codicia de las élites. Se ha creado un juego infernal en que muchos son los llamados y pocos los elegidos. Maldita rueda de la fortuna en la que los premiados están fuera de ella...
Un cuñado mío dice con buen tino que si en realidad son Bingos, que se hagan como Dios manda: con bombo y bolitas. Mi cuñado, aunque ateo, en cierto modo cree en San Pedro y San Antonio.
Tengo que reconocer que tiene mucho mérito el sacarse una plaza por el proceso de los psicotécnicos; una gesta brutal digna de contar a los nietos aunque la gente no le de importancia.
A mí me ha ido regulín en este tipo de procesos, pues no he conseguido nunca plaza. Eso sí, por lo menos he podido entrar en las bolsas que se generaron con los que no aprobamos pero quedamos en buena posición. Entenderéis que esté un poco harto de este tipo de procesos.
Disculpadme, me voy a hacer algunos test, que falta me hace para el sábado, que es cuando me toca hacerlos.
Por cierto, sería muy interesante saber en qué puesto quedarían gente como Ruperto Murdoch, Kichner, Zapatero, Sarkozy o el propio Bush.
Podrían encontrar una manera mejor de seleccionar a gente. O mejor, podrían recurrir al clásico método de a quien San Pedro se la dé, San Antonio se la bendiga. Hay mucho negocio montado alrededor de las pruebas de selección y estaría bien que ciertas empresas dejaran de aprovecharse de la falta de trabajo.
Estas empresas ganan mucho dinero a costa de los procesos selectivos de la administración, dinero que por otra parte sale del erario público, porque con las tasas que se cobran por los exámenes a los opositores no se cubre ni de lejos los gastos que se generan de un proceso de selección. Son una auténtica mina de oro para dichas empresas.
Nos presentamos unas ochocientas personas para la prueba que se celebra a lo largo de este fin de semana. El número total de plazas es ocho. Más o menos, una plaza de Auxiliar administrativo por cada cien personas. Plazas para puestos de trabajo que no son en modo alguno una panacea.
Mejorarán la vida de quienes las consigan, pero el sueldo es bajo y según donde estés, la labor puede ser hasta penosa. Hablo con conocimiento de causa, pues he sufrido lo que es atender a una fila de personas airadas porque la organización del Hospital no es todo lo buena que deberías ser. Normalmente, el auxiliar administrativo, por ser la cabeza visible de una institución, es el que tiene que soportar toda la cólera contenida por la mala gestión, la mayor parte de las veces justificada.
Definitivamente, esas ocho plazas no son pasajes al Edén. Son salvoconductos a la seguridad perdida de las depauperada clase baja sufridora de la codicia de las élites. Se ha creado un juego infernal en que muchos son los llamados y pocos los elegidos. Maldita rueda de la fortuna en la que los premiados están fuera de ella...
Un cuñado mío dice con buen tino que si en realidad son Bingos, que se hagan como Dios manda: con bombo y bolitas. Mi cuñado, aunque ateo, en cierto modo cree en San Pedro y San Antonio.
Tengo que reconocer que tiene mucho mérito el sacarse una plaza por el proceso de los psicotécnicos; una gesta brutal digna de contar a los nietos aunque la gente no le de importancia.
A mí me ha ido regulín en este tipo de procesos, pues no he conseguido nunca plaza. Eso sí, por lo menos he podido entrar en las bolsas que se generaron con los que no aprobamos pero quedamos en buena posición. Entenderéis que esté un poco harto de este tipo de procesos.
Disculpadme, me voy a hacer algunos test, que falta me hace para el sábado, que es cuando me toca hacerlos.
Por cierto, sería muy interesante saber en qué puesto quedarían gente como Ruperto Murdoch, Kichner, Zapatero, Sarkozy o el propio Bush.
miércoles, mayo 16, 2007
Da gusto con la civilización egipcia. Qué envidia dan los Mayas. Estos griegos clásicos sí que sabían hacer las cosas. Y que vivan las catedrales.
En general, nuestros antepasados hacían las cosas para durar, no como nosotros, que con tanta obsolescencia planificada nos van a nombrar el imperio de lo efímero.
Y luego me extraña que me duren poco los contratos que me está haciendo el hospital. Antes, la gente se compraba las cosas con la sana aspiración de que le duraran "toda la vida": los trabajos les duraban hasta que se jubilaban, los coches podían estar rodando hasta pasados treinta años y los hijos heredaban de los padres muebles y haciendas. En cambio, ahora todo tiene que cambiarse. Hasta uno mismo.
Qué hartura de cambio. Qué despilfarro de dinero. Los sueldos duran poco y la camisa que me compré hace dos años tiene un aspecto penoso y un estampado claramente desfasado. Las parejas duran poco. Suelen separarse un cincuenta por ciento de las parejas que se juntan. Cariño, no hagas caso a estas modas viejo-modernas.
Vaya plan de vida. ¿Qué quedará de nuestra literatura, nuestro cine, de nuestros edificios, hechos todos de materiales caducos? Son tan efímeros como estas palabras que os escribo, juguetes del viento ciberespacial cuyo eco poca gente escucha.
Las cosas las hacemos con obsolescencia porque salen de mentes obsoletas, que quieren que todo se gaste rápido para que gastemos rápidamente.
En general, nuestros antepasados hacían las cosas para durar, no como nosotros, que con tanta obsolescencia planificada nos van a nombrar el imperio de lo efímero.
Y luego me extraña que me duren poco los contratos que me está haciendo el hospital. Antes, la gente se compraba las cosas con la sana aspiración de que le duraran "toda la vida": los trabajos les duraban hasta que se jubilaban, los coches podían estar rodando hasta pasados treinta años y los hijos heredaban de los padres muebles y haciendas. En cambio, ahora todo tiene que cambiarse. Hasta uno mismo.
Qué hartura de cambio. Qué despilfarro de dinero. Los sueldos duran poco y la camisa que me compré hace dos años tiene un aspecto penoso y un estampado claramente desfasado. Las parejas duran poco. Suelen separarse un cincuenta por ciento de las parejas que se juntan. Cariño, no hagas caso a estas modas viejo-modernas.
Vaya plan de vida. ¿Qué quedará de nuestra literatura, nuestro cine, de nuestros edificios, hechos todos de materiales caducos? Son tan efímeros como estas palabras que os escribo, juguetes del viento ciberespacial cuyo eco poca gente escucha.
Las cosas las hacemos con obsolescencia porque salen de mentes obsoletas, que quieren que todo se gaste rápido para que gastemos rápidamente.
martes, mayo 15, 2007
Me niego. No me digan más que soy de la generación X. No quiero ser parte de una ecuación. No digan que pertenezco a "ese grupo nihilista" porque he nacido en la década de los 70, he escuchado a Nirvana y porque he jugado con la misma soltura a las canicas que al GTA SAN ANDEAS, que no amo como han amado los de antes y que por nacer con todo soy egoísta.
Me gustaría saber quién es el cretino o la cretina que se dijo que somos apáticos. No, no soy apático, de hecho cada vez estoy más indignado. Tal vez sea tarde, y se me ha pasado la época más idónea para indignarse: cuando tienes veinte años. Ahora tengo treinta, pero el hecho es que cada vez soy menos indiferente hacia todo lo que me pasa a mi alrededor y cada vez percibo más la importancia de interesarse en cosas como la política.
Quiero a mi gente. Lloro cuando sufren. Me indignan sus carencias al igual que me indignan que haya gente que arriesgue su vida cruzando el mar en una patera. Me solazo cuando sale gente más joven que yo a manifestarse por la vivienda, por la sanidad pública. Es un honor el estar codo con codo con ellos y me congratulo de que ni ellos sean la generación Y ni yo la X. En todo caso, seremos XY los varones y XX las mujeres, como ha pasado desde el principio de los tiempos, cuando todo se puso más interesante desde que unos bichos de la misma especie decidieron separarse por sexos hace millones de años, sólo por darse un gustito al cuerpo, no os creáis la falacia de la supervivencia, que en esto del sexo también hay arte. En definitiva: eso sí que es creacionismo e inventiva y lo demás son tonterías.
Y haciendo un homenaje a tan fantástico hecho, podrían habernos llamado de otra forma, por ejemplo generación Venus y generación Marte; o poniéndonos mas castos y hermanados, generación Selene y Helios. Pero no: nos tienen que poner estúpidas letrujas para quedar modernos. ¿Qué será la generación Z? ¿Se definirán por ser los dormilones de la casa? (Cariño, este niño ronca ZZZZZZZZZ).
No sé por qué me extraña. En definitiva, nuestra vida actual es pura marca: es en cierto modo lógico que a los jóvenes y menos jóvenes nos pongan una. Pero qué triste es que si a estúpidos frascos de colonia les han puesto nombres tan sugerentes como Loewe, Cacharel, Hugo Boss o Channel , qué menos que llamarnos a nosotros con nombres tan estupendos como los mencionados, o con unas buenas frases definitorias: "Generación de los sumisos que lo están perdiendo todo" para unos" y "Generación de los que se han pillado un rebote y nos lo van a hacer pagar" para los otros. Ahí queda eso.
Ya que soy un nihilista que ha perdido la fe, que dejen de bautizarme o que me pongan un nombre con el que realmente me identifique. Pero lo mejor de todo es que no hagan nada.
Estoy harto de tanta marca.
Me gustaría saber quién es el cretino o la cretina que se dijo que somos apáticos. No, no soy apático, de hecho cada vez estoy más indignado. Tal vez sea tarde, y se me ha pasado la época más idónea para indignarse: cuando tienes veinte años. Ahora tengo treinta, pero el hecho es que cada vez soy menos indiferente hacia todo lo que me pasa a mi alrededor y cada vez percibo más la importancia de interesarse en cosas como la política.
Quiero a mi gente. Lloro cuando sufren. Me indignan sus carencias al igual que me indignan que haya gente que arriesgue su vida cruzando el mar en una patera. Me solazo cuando sale gente más joven que yo a manifestarse por la vivienda, por la sanidad pública. Es un honor el estar codo con codo con ellos y me congratulo de que ni ellos sean la generación Y ni yo la X. En todo caso, seremos XY los varones y XX las mujeres, como ha pasado desde el principio de los tiempos, cuando todo se puso más interesante desde que unos bichos de la misma especie decidieron separarse por sexos hace millones de años, sólo por darse un gustito al cuerpo, no os creáis la falacia de la supervivencia, que en esto del sexo también hay arte. En definitiva: eso sí que es creacionismo e inventiva y lo demás son tonterías.
Y haciendo un homenaje a tan fantástico hecho, podrían habernos llamado de otra forma, por ejemplo generación Venus y generación Marte; o poniéndonos mas castos y hermanados, generación Selene y Helios. Pero no: nos tienen que poner estúpidas letrujas para quedar modernos. ¿Qué será la generación Z? ¿Se definirán por ser los dormilones de la casa? (Cariño, este niño ronca ZZZZZZZZZ).
No sé por qué me extraña. En definitiva, nuestra vida actual es pura marca: es en cierto modo lógico que a los jóvenes y menos jóvenes nos pongan una. Pero qué triste es que si a estúpidos frascos de colonia les han puesto nombres tan sugerentes como Loewe, Cacharel, Hugo Boss o Channel , qué menos que llamarnos a nosotros con nombres tan estupendos como los mencionados, o con unas buenas frases definitorias: "Generación de los sumisos que lo están perdiendo todo" para unos" y "Generación de los que se han pillado un rebote y nos lo van a hacer pagar" para los otros. Ahí queda eso.
Ya que soy un nihilista que ha perdido la fe, que dejen de bautizarme o que me pongan un nombre con el que realmente me identifique. Pero lo mejor de todo es que no hagan nada.
Estoy harto de tanta marca.
lunes, mayo 14, 2007
¿Cuánto quiere usted ganar?
¿Y usted me lo pregunta, señora entrevistadora? ¿Cuánto le gustaría ganar a usted?
Me encanta el traje que lleva usted para entrevistarme. Se nota que es de buen corte. A mí me encantaría llevar un traje similar en hombre. Quiero ganar tanto como lo que aparenta ganar usted.
¿Qué coche tiene usted, señora o señorita? Seguro que uno pequeño de marca alemana, del segmento medio-alto, que suena poco al rodar, en contraposición del ruido que hacen sus tacones cuando se levanta y camina por el despacho.
¿Que cuánto quiero ganar? Más de lo que le debo decir, pero no se lo digo pues le ofendería, pues a una empresa de hoy como la que usted representa le es un insulto el que sus obreros quieran ganar mucho. Yo quiero ganar mucho. La verdad es que valoro mucho mi tiempo y me gustaría decirles que mi tiempo vale un potosí. Pero usted no cree que valga demasiado, por la cifra que dice que están dispuestos a pagarme. No obstante, pregunta que cuánto quieren que gane ¿Por qué quiere que le insulte? ¿Por qué no soy grosero de verdad y la mando a la mierda?
¿Que si me he implicado en las empresas en las que he estado? Menos que con mi vida personal. Pero esto lo pienso y no se lo digo porque a usted se le ve una persona implicada, que se ha tenido que hacer algunos masteres para estar donde está. Que acaso no tenga hijos porque no se lo permite su trabajo o si los tiene, apenas los ve y a la que le llaman mamá es a la abuela.
A usted no le puedo decir que valoro más una barbacoa que un nuevo proyecto empresarial, que me importa más cinco minutos con una cerveza viendo la tele que tres comidas de empresa en un buen restaurante de lujo, pero eso no se lo puedo decir a alguien tan sacrificada como usted.
¿Que si me considero un persona sincera? En esta entrevista he mentido tanto como usted, que cuando me sonríe lo hace juzgándome y le es imposible lanzar una sonrisa sincera mientras me juzga. Usted está allí para detectar las cosas malas de mi carácter, mi trastienda. Usted es una hipócrita malévola y pide a los demás que lo sean. Cuestión de supervivencia, de acuerdo, pero no intente pasar por oveja. So loba.
¿Que cuanto quiero ganar? En realidad mucho, señora hipócrita. Valoro mucho mi tiempo ¿Por qué me lo hace perder? Hemos acabado la entrevista y me ha dicho que ya me llamará ¿Cuándo? ¿Mañana? ¿Dentro de tres días? ¿Dentro de un mes?
Los dos sabemos que la frase es un eufemismo de otra peor: "No me gustas"
Sea tan amable y diga que le debo.
¿Y usted me lo pregunta, señora entrevistadora? ¿Cuánto le gustaría ganar a usted?
Me encanta el traje que lleva usted para entrevistarme. Se nota que es de buen corte. A mí me encantaría llevar un traje similar en hombre. Quiero ganar tanto como lo que aparenta ganar usted.
¿Qué coche tiene usted, señora o señorita? Seguro que uno pequeño de marca alemana, del segmento medio-alto, que suena poco al rodar, en contraposición del ruido que hacen sus tacones cuando se levanta y camina por el despacho.
¿Que cuánto quiero ganar? Más de lo que le debo decir, pero no se lo digo pues le ofendería, pues a una empresa de hoy como la que usted representa le es un insulto el que sus obreros quieran ganar mucho. Yo quiero ganar mucho. La verdad es que valoro mucho mi tiempo y me gustaría decirles que mi tiempo vale un potosí. Pero usted no cree que valga demasiado, por la cifra que dice que están dispuestos a pagarme. No obstante, pregunta que cuánto quieren que gane ¿Por qué quiere que le insulte? ¿Por qué no soy grosero de verdad y la mando a la mierda?
¿Que si me he implicado en las empresas en las que he estado? Menos que con mi vida personal. Pero esto lo pienso y no se lo digo porque a usted se le ve una persona implicada, que se ha tenido que hacer algunos masteres para estar donde está. Que acaso no tenga hijos porque no se lo permite su trabajo o si los tiene, apenas los ve y a la que le llaman mamá es a la abuela.
A usted no le puedo decir que valoro más una barbacoa que un nuevo proyecto empresarial, que me importa más cinco minutos con una cerveza viendo la tele que tres comidas de empresa en un buen restaurante de lujo, pero eso no se lo puedo decir a alguien tan sacrificada como usted.
¿Que si me considero un persona sincera? En esta entrevista he mentido tanto como usted, que cuando me sonríe lo hace juzgándome y le es imposible lanzar una sonrisa sincera mientras me juzga. Usted está allí para detectar las cosas malas de mi carácter, mi trastienda. Usted es una hipócrita malévola y pide a los demás que lo sean. Cuestión de supervivencia, de acuerdo, pero no intente pasar por oveja. So loba.
¿Que cuanto quiero ganar? En realidad mucho, señora hipócrita. Valoro mucho mi tiempo ¿Por qué me lo hace perder? Hemos acabado la entrevista y me ha dicho que ya me llamará ¿Cuándo? ¿Mañana? ¿Dentro de tres días? ¿Dentro de un mes?
Los dos sabemos que la frase es un eufemismo de otra peor: "No me gustas"
Sea tan amable y diga que le debo.
domingo, mayo 13, 2007
En España existe la costumbre del ajuar. El ajuar es, básicamente, el conjunto de ropas y enseres que se preparan o compran para un naciente hogar. Normalmente, es la familia de la novia la que procura hacer el ajuar del nuevo hogar. Mi suegra, que ha estado cosiendo toda la vida, nos proporcionó multitud de toallas y sábanas, todas de hilo. Lo malo que tanto arte y mimo puso en ellas que da grima usarlas, y sospecho que pasarán a nuestros herederos, pues mi mujer me mataría en caso de limpiarme la axila gorilera con alguna de ellas.
Lo de la costura no es cosa que se haya ejercido demasiado por parte de mi familia biológica, y menos en la parte masculina. Ruego nos juzguéis con misericordia y no nos llaméis machistas: os prometo que nos estamos adaptando a los cambios que con justicia se están introduciendo en las costumbres sociales lo más rápido que podemos. Reconozco que aún nos queda mucho por hacer. Yo, por ejemplo, ya coso los botones, aunque he de confesar que duran en las camisas lo mismo que si los pegara con pegamento de barra.
La familia de mi chica es bastante más mañosa que la mía: lo mismo te hacen finísimos cuadros en marquetería que graciosas figuras en arcilla; lo mismo te cosen en punto de cruz que te hacen lagarterana. Sin embargo, en mi familia no hemos pasado de la plastilina y los muñecos de trapo, y entendemos como hacer lagarterana el asustar a los lagartos.
Todo esto estaba pensando cuando después de ducharme me he dirigido a la cómoda a coger unos calzoncillos, y un millar de éstos me han saltado a los ojos en cuanto he abierto el cajón abarrotado.
Llevo tres años casado: pues son justo esos años los que llevo sin comprarme ropa interior.
Antes de que me tildéis de guarro, os diré que mi madre, por afán de contribuir al ajuar que nos estaba haciendo mi suegra, se dedicó a comprarme calzoncillos a mansalva; desde entonces jamás he tenido que comprar uno. Me regaló cientos calzoncillos de batalla, sin pretensiones. No son en modo alguno como los finísimos Calvin Klein, que se usan en combinación con pantalones de tiro bajo para enseñar el elástico donde sale la marca calzoncillera en letras bien grandes, indicando a toda la humanidad que te gastas 30 euros en carísimos suplentes del papel higiénico.
Mis calzoncillos son los clásicos, de algodón, y no me hacen nada sexi. No son calzoncillos para enseñar, no son calzoncillos de pasarela: se mueven mejor en la oscuridad que entre las luces de los focos y creo que son muy desaconsejables para la ceremonia del cortejo, aunque mi mujer no se haya pronunciado al respecto. En definitiva: son los calzoncillos que compraría una madre. Una madre nunca ve el lado sexi de su hijo, aunque éste responda por Brad Pitt.
En fin, allá por el año 2045, cuando por fin acabe mis reservas de calzoncillos, que son el equivalente en mi dormitorio a la epidemia de conejos que un día asoló los campos australianos, procuraré comprarme piezas finas y elegantes, que acaso hagan con letras luminosas para que destaquen bien encima del pantalón. Pero ya me puedo quitar la idea de la cabeza: como las toallas de mi suegra, me temo que los calzoncillos míos son para toda la vida.
¡Vaya costumbre la de hacer el ajuar!
Lo de la costura no es cosa que se haya ejercido demasiado por parte de mi familia biológica, y menos en la parte masculina. Ruego nos juzguéis con misericordia y no nos llaméis machistas: os prometo que nos estamos adaptando a los cambios que con justicia se están introduciendo en las costumbres sociales lo más rápido que podemos. Reconozco que aún nos queda mucho por hacer. Yo, por ejemplo, ya coso los botones, aunque he de confesar que duran en las camisas lo mismo que si los pegara con pegamento de barra.
La familia de mi chica es bastante más mañosa que la mía: lo mismo te hacen finísimos cuadros en marquetería que graciosas figuras en arcilla; lo mismo te cosen en punto de cruz que te hacen lagarterana. Sin embargo, en mi familia no hemos pasado de la plastilina y los muñecos de trapo, y entendemos como hacer lagarterana el asustar a los lagartos.
Todo esto estaba pensando cuando después de ducharme me he dirigido a la cómoda a coger unos calzoncillos, y un millar de éstos me han saltado a los ojos en cuanto he abierto el cajón abarrotado.
Llevo tres años casado: pues son justo esos años los que llevo sin comprarme ropa interior.
Antes de que me tildéis de guarro, os diré que mi madre, por afán de contribuir al ajuar que nos estaba haciendo mi suegra, se dedicó a comprarme calzoncillos a mansalva; desde entonces jamás he tenido que comprar uno. Me regaló cientos calzoncillos de batalla, sin pretensiones. No son en modo alguno como los finísimos Calvin Klein, que se usan en combinación con pantalones de tiro bajo para enseñar el elástico donde sale la marca calzoncillera en letras bien grandes, indicando a toda la humanidad que te gastas 30 euros en carísimos suplentes del papel higiénico.
Mis calzoncillos son los clásicos, de algodón, y no me hacen nada sexi. No son calzoncillos para enseñar, no son calzoncillos de pasarela: se mueven mejor en la oscuridad que entre las luces de los focos y creo que son muy desaconsejables para la ceremonia del cortejo, aunque mi mujer no se haya pronunciado al respecto. En definitiva: son los calzoncillos que compraría una madre. Una madre nunca ve el lado sexi de su hijo, aunque éste responda por Brad Pitt.
En fin, allá por el año 2045, cuando por fin acabe mis reservas de calzoncillos, que son el equivalente en mi dormitorio a la epidemia de conejos que un día asoló los campos australianos, procuraré comprarme piezas finas y elegantes, que acaso hagan con letras luminosas para que destaquen bien encima del pantalón. Pero ya me puedo quitar la idea de la cabeza: como las toallas de mi suegra, me temo que los calzoncillos míos son para toda la vida.
¡Vaya costumbre la de hacer el ajuar!
sábado, mayo 12, 2007
El tener la mayor enciclopedia del mundo, la biblioteca que un día soñara Borges, nos debería haber hecho a todos los hombres mucho más sabios y menos predispuestos para el error. Sin embargo, nada de eso ha ocurrido; tener todo el conocimiento humano a nuestro alcance no nos ha hecho mejores a todos los que usamos Internet. Era previsible, pero si algo somos los humanos, es que somos seres que se ilusionan con facilidad.
Con la televisión pasó algo parecido: los que vivieron sus comienzos se ilusionaron con ese nuevo medio de difusión, pensaron que la televisión podría ser una buena herramienta de cultura. Pero sucedió todo lo contrario: la televisión se usó (y se usa) para idiotizar a la gente. Mi bisabuelo, cuando llegó la tele a mi pueblo, miró el aparatejo con escepticismo, y lejos de asombrarse por el artefacto, lo vio como una fruslería inútil.
Ahora tenemos un montón de ellas: los móviles, los elevalunas eléctricos, los programas tipo gran hermano, los neoconservadores... Cosas por cuya inutilidad pone palos en las ruedas de ese carro en que estamos montados todos los seres humanos y que se llama progreso.
El progreso no sólo es científico; los avances también deben ser del pensamiento. Por ello, confieso que me esperancé mucho con la llegada de Internet y pensé que podría ser una herramienta muy útil, por la cantidad de conocimiento que ponía al servicio del pensamiento.
Sin embargo, no importa la información que dispongamos; lo que importa es crear y para crear no hace falta tener la mayor biblioteca del mundo; basta con saber jugar con los datos suministrados por la rede de redes o por el medio que sea y almacenados en la cabeza para dar con algo nuevo.
Esta es la reflexión que estaba yo haciendo sobre las probabilidades que hay de que yo diseñe un coche consultando páginas web, y he pensado que las mismas que matriculándome en la facultad de Ingeniería: prácticamente cero. No se puede pedir peras al olmo, y menos, a un alcornoque como yo.
Por lo que a mi respecta, larga vida al motor de explosión.
Con la televisión pasó algo parecido: los que vivieron sus comienzos se ilusionaron con ese nuevo medio de difusión, pensaron que la televisión podría ser una buena herramienta de cultura. Pero sucedió todo lo contrario: la televisión se usó (y se usa) para idiotizar a la gente. Mi bisabuelo, cuando llegó la tele a mi pueblo, miró el aparatejo con escepticismo, y lejos de asombrarse por el artefacto, lo vio como una fruslería inútil.
Ahora tenemos un montón de ellas: los móviles, los elevalunas eléctricos, los programas tipo gran hermano, los neoconservadores... Cosas por cuya inutilidad pone palos en las ruedas de ese carro en que estamos montados todos los seres humanos y que se llama progreso.
El progreso no sólo es científico; los avances también deben ser del pensamiento. Por ello, confieso que me esperancé mucho con la llegada de Internet y pensé que podría ser una herramienta muy útil, por la cantidad de conocimiento que ponía al servicio del pensamiento.
Sin embargo, no importa la información que dispongamos; lo que importa es crear y para crear no hace falta tener la mayor biblioteca del mundo; basta con saber jugar con los datos suministrados por la rede de redes o por el medio que sea y almacenados en la cabeza para dar con algo nuevo.
Esta es la reflexión que estaba yo haciendo sobre las probabilidades que hay de que yo diseñe un coche consultando páginas web, y he pensado que las mismas que matriculándome en la facultad de Ingeniería: prácticamente cero. No se puede pedir peras al olmo, y menos, a un alcornoque como yo.
Por lo que a mi respecta, larga vida al motor de explosión.
viernes, mayo 11, 2007
Será por lo que nos ha pasado, será porque estoy un poco harto de este Madrid injusto, el caso es que me gustaría escaparme por unos días al pueblo, buscar mi locus amoenus, aunque es más que posible que no le encuentre.
Curiosa paradoja de los que somos la primera generación de una familia que vive en la ciudad: por un lado, hemos descubierto los males de la gran urbe, y por otro, sabemos de oídas los males de la vida del campo, que nos la han pintado nuestros mayores como llena de limitaciones. Por si fuera poco, no hemos aprendido la sapiencia necesaria para poder sobrevivir en el medio rural en caso de querer regresar. En definitiva, estamos en tierra de nadie.
Hay gente que se ha decidido marcharse de la ciudad movida sin duda por un idealismo un tanto ignorante de la vida en la naturaleza. Yo siempre he tenido claro esa diferencia, porque cuando iba al pueblo de mis padres, sin duda sabía que esa vida de disfrute y cachondeo que yo llevaba en los meses estivales no era en modo alguna la misma que la que llevaron mis abuelos, condenados a levantarse pronto y trabajar hasta que el sol volviera a esconderse. No, en modo alguno no es lo mismo.
Sé que muchas de esas personas se han adaptado a la vida del campo, pero más de un sacrificio les habrá costado y alguna que otra lágrima. Porque en el fondo, los que vivimos en ciudad somos seres limitados, nada autosuficientes; dependemos totalmente de ésta: la leche no la dan las vacas, la dan los supermercados.
Si yo me planteo la posibilidad de irme a mi pueblo perdido de la despoblada Castilla, lo primero que pienso es que a lo mejor tengo dificultades para poner conexión a Internet ¿Eso es lo primero que debería pensar? Pues no, debería pensar en cómo plantar tomates, legumbres y demás.
Qué bucólico se hace el campo cuando se piensa en él desde la ignorancia.
Curiosa paradoja de los que somos la primera generación de una familia que vive en la ciudad: por un lado, hemos descubierto los males de la gran urbe, y por otro, sabemos de oídas los males de la vida del campo, que nos la han pintado nuestros mayores como llena de limitaciones. Por si fuera poco, no hemos aprendido la sapiencia necesaria para poder sobrevivir en el medio rural en caso de querer regresar. En definitiva, estamos en tierra de nadie.
Hay gente que se ha decidido marcharse de la ciudad movida sin duda por un idealismo un tanto ignorante de la vida en la naturaleza. Yo siempre he tenido claro esa diferencia, porque cuando iba al pueblo de mis padres, sin duda sabía que esa vida de disfrute y cachondeo que yo llevaba en los meses estivales no era en modo alguna la misma que la que llevaron mis abuelos, condenados a levantarse pronto y trabajar hasta que el sol volviera a esconderse. No, en modo alguno no es lo mismo.
Sé que muchas de esas personas se han adaptado a la vida del campo, pero más de un sacrificio les habrá costado y alguna que otra lágrima. Porque en el fondo, los que vivimos en ciudad somos seres limitados, nada autosuficientes; dependemos totalmente de ésta: la leche no la dan las vacas, la dan los supermercados.
Si yo me planteo la posibilidad de irme a mi pueblo perdido de la despoblada Castilla, lo primero que pienso es que a lo mejor tengo dificultades para poner conexión a Internet ¿Eso es lo primero que debería pensar? Pues no, debería pensar en cómo plantar tomates, legumbres y demás.
Qué bucólico se hace el campo cuando se piensa en él desde la ignorancia.
jueves, mayo 10, 2007
Hoy el País trae un reportaje que se titula ¡Ay, que me ha tocado! (http://www.elpais.com/articulo/ultima/Ay/ha/tocado/elpepuult/20070510elpepiult_1/Tes) Si lo leéis a fondo, veréis lo pobres que somos los madrileños y por lo general, las gentes de España (incluso algunos que no se incluyen entre esas gentes)
Qué paradoja más cruel: la Comunidad de Madrid sortea viviendas como si fueran abrigos de visón, sortean cosas indispensables para una vida digna como si fueran un premio de ese antiguo programa de televisión llamado el Precio Justo, cuyos premios estaban destinados a contentar los caprichos de una clase media con aspiraciones a ser clase alta: joyas, abrigos de piel y hasta un Cadillac Seville vi que le tocaba a un concursante de Chiclana.
El artículo se completa con una breve biografía de una agraciada que parece sacada del Madrid de las novelas de Pérez Galdós: una mujer en paro que vive con otros nueve familiares en casa de su madre.
El artículo termina con la conversación de dos hombres: "Lo jodido es que ha subido mucho la vivienda". "No, el problema es que los sueldos son de miseria".
Entonces, recuerdo que en un momento del debate con Mariano Rajoy, éste dijo: "el problema es que debemos competir con los chinos que hacen camisetas a un euro" Como buen gallego, insinuó que el reto de la sociedad española es ser como los chinos que fabrican esas camisetas: sumisos, con horarios infernales y baratos. Vamos, que los tiempos que nos viene a las clases bajas es como para echarse a llorar.
Hace tiempo, los sindicatos firmaron unos acuerdos con la patronal y con el beneplácito del gobierno del PP (da igual si el que hubiera gobernado hubiera sido el PSOE) en los que se contemplaba la moderación salarial para el repunte de la economía. De resultas de aquello, la gente cobra una mierda y entra en el sorteo de las necesidades básicas. El problema ha venido dado por la aceptación de la fuerza del trabajo como un recurso más del capital, sin valorar que detrás de cada puesto de trabajo hay un ser humano con necesidades.
En fin, que mientras los españoles hace unos pocos años tenían las necesidades básicas cubiertas,tenían tontas aspiraciones, como que les tocara en un concurso un Cadillac Seville o un abrigo de visón. Ahora ya no ¿Nos hemos hecho los españoles más inteligentes? No, nos hemos hecho más miserables.
Curiosa teoría económica aquella que dice que para que funcione un país su gente tiene que vivir en la miseria.
Que nunca llegue el día en que la Comunidad de Madrid tenga que sortear la comida porque en el Hipercor no haya quien la compre.
Qué paradoja más cruel: la Comunidad de Madrid sortea viviendas como si fueran abrigos de visón, sortean cosas indispensables para una vida digna como si fueran un premio de ese antiguo programa de televisión llamado el Precio Justo, cuyos premios estaban destinados a contentar los caprichos de una clase media con aspiraciones a ser clase alta: joyas, abrigos de piel y hasta un Cadillac Seville vi que le tocaba a un concursante de Chiclana.
El artículo se completa con una breve biografía de una agraciada que parece sacada del Madrid de las novelas de Pérez Galdós: una mujer en paro que vive con otros nueve familiares en casa de su madre.
El artículo termina con la conversación de dos hombres: "Lo jodido es que ha subido mucho la vivienda". "No, el problema es que los sueldos son de miseria".
Entonces, recuerdo que en un momento del debate con Mariano Rajoy, éste dijo: "el problema es que debemos competir con los chinos que hacen camisetas a un euro" Como buen gallego, insinuó que el reto de la sociedad española es ser como los chinos que fabrican esas camisetas: sumisos, con horarios infernales y baratos. Vamos, que los tiempos que nos viene a las clases bajas es como para echarse a llorar.
Hace tiempo, los sindicatos firmaron unos acuerdos con la patronal y con el beneplácito del gobierno del PP (da igual si el que hubiera gobernado hubiera sido el PSOE) en los que se contemplaba la moderación salarial para el repunte de la economía. De resultas de aquello, la gente cobra una mierda y entra en el sorteo de las necesidades básicas. El problema ha venido dado por la aceptación de la fuerza del trabajo como un recurso más del capital, sin valorar que detrás de cada puesto de trabajo hay un ser humano con necesidades.
En fin, que mientras los españoles hace unos pocos años tenían las necesidades básicas cubiertas,tenían tontas aspiraciones, como que les tocara en un concurso un Cadillac Seville o un abrigo de visón. Ahora ya no ¿Nos hemos hecho los españoles más inteligentes? No, nos hemos hecho más miserables.
Curiosa teoría económica aquella que dice que para que funcione un país su gente tiene que vivir en la miseria.
Que nunca llegue el día en que la Comunidad de Madrid tenga que sortear la comida porque en el Hipercor no haya quien la compre.
Etiquetas:
el sorteo de las necesidades básicas
miércoles, mayo 09, 2007
Una bola de sangre voló por tu cuerpo hasta llegar a tu cabeza y devastó gran parte de tu cerebro. Después, la miserable duda de que vuelvas a ser la misma.
Te veo postrada en la cama. Cada una de las arrugas de tu cara es un surco de la tierra de la que siempre quisiste escapar. Ahora estás más viejecita, los surcos parecen más profundos. Cuando cojo tu mano, creo notar en ella restos de tierra. Cuando veo tu rostro, visualizo al campesino que lo ha abierto una vez más con el arado, justo después de que el rayo atravesara la encina.
De joven le dijiste a tu padre que querías venirte a Madrid para ser enfermera. Tu padre te dijo que no, no quería exponerte a los peligros de la capital; este deseo de escapismo no se fue jamás de tu cabeza ahora herida por la tormenta. Querías venirte a Madrid y casarte con un militar. Quién sabe, a lo mejor soñaste con vivir en la zona de Argüelles, donde había una colonia para los militares e irte desde allí con tu marido al cine de la Gran Vía o ver un espectáculo de revista. Sin embargo, te casaste con el abuelo, que vino de la guerra echando pestes de las batallas. Aunque bien plantado y elegante, te salió pacifista y rural.
Ahora es demasiado tarde, princesa, te hubiera cantado Sabina viéndote con cuatro hijos, unos cuantos terrones y una pila de fregar en el río.
No te gustaba tu pueblo porque entonces no había allí esas cosas de las chicas finas de la ciudad. Ahora veo, desde la ventana de tu habitación, mientras intentamos dormir, una miríada de coches rugiendo y me dan ganas de preguntarte aunque no me puedas contestar: ¿Esto es lo que querías, abuela? Después de todo, venía muy bien el silencio del pueblo para dormir. Ya lo ves: tienes que vivir en el pueblo para soñar con Madrid.
¡Ay, abuela! ¡Cuánto has envejecido en las últimas veintiséis horas! Ya no estás para ninguna siembra y siempre odiaste los surcos. Cumpliste el sueño de venir a Madrid, donde los surcos los hace el Ayuntamiento y los rayos sólo encuentran encinas transplantadas donde caer.
No te transplantaste en Argüelles; lo hiciste en Ciempozuelos, de donde un loco se escapó para invitar a bailar un vals a la Cibeles: el Vals que una aspirante a enfermera le hubiera encantado bailar con un joven bien plantado y elegante, pero algo pacifista.
Te veo postrada en la cama. Cada una de las arrugas de tu cara es un surco de la tierra de la que siempre quisiste escapar. Ahora estás más viejecita, los surcos parecen más profundos. Cuando cojo tu mano, creo notar en ella restos de tierra. Cuando veo tu rostro, visualizo al campesino que lo ha abierto una vez más con el arado, justo después de que el rayo atravesara la encina.
De joven le dijiste a tu padre que querías venirte a Madrid para ser enfermera. Tu padre te dijo que no, no quería exponerte a los peligros de la capital; este deseo de escapismo no se fue jamás de tu cabeza ahora herida por la tormenta. Querías venirte a Madrid y casarte con un militar. Quién sabe, a lo mejor soñaste con vivir en la zona de Argüelles, donde había una colonia para los militares e irte desde allí con tu marido al cine de la Gran Vía o ver un espectáculo de revista. Sin embargo, te casaste con el abuelo, que vino de la guerra echando pestes de las batallas. Aunque bien plantado y elegante, te salió pacifista y rural.
Ahora es demasiado tarde, princesa, te hubiera cantado Sabina viéndote con cuatro hijos, unos cuantos terrones y una pila de fregar en el río.
No te gustaba tu pueblo porque entonces no había allí esas cosas de las chicas finas de la ciudad. Ahora veo, desde la ventana de tu habitación, mientras intentamos dormir, una miríada de coches rugiendo y me dan ganas de preguntarte aunque no me puedas contestar: ¿Esto es lo que querías, abuela? Después de todo, venía muy bien el silencio del pueblo para dormir. Ya lo ves: tienes que vivir en el pueblo para soñar con Madrid.
¡Ay, abuela! ¡Cuánto has envejecido en las últimas veintiséis horas! Ya no estás para ninguna siembra y siempre odiaste los surcos. Cumpliste el sueño de venir a Madrid, donde los surcos los hace el Ayuntamiento y los rayos sólo encuentran encinas transplantadas donde caer.
No te transplantaste en Argüelles; lo hiciste en Ciempozuelos, de donde un loco se escapó para invitar a bailar un vals a la Cibeles: el Vals que una aspirante a enfermera le hubiera encantado bailar con un joven bien plantado y elegante, pero algo pacifista.
martes, mayo 08, 2007
Es verdad que la tele enseñó a los de mi generación, y no sólo con el Barrio Sésamo, también con muchos otros programas y de manera sorprendente. Por ejemplo, por una serie italiana de cuyo nombre no me acuerdo supe, a mis nueve añitos, que hay dos clases de personas: las pragmáticas y las idealistas.
En una de los episodios de esa serie, un pintor abstracto se enfrentaba un dilema: tenía un cuadro que había hecho seis agujeros con un punzón sobre el lienzo blanco, y un promotor dudaba en ponerlo para la venta en su galería, dado que la situación de los seis agujeros no le convencía, pues percibía cierto desequilibrio en la composición. Le insinuó al artista, que para corregir tan fea disposición agujeril, pusiera un agujero más, con lo cual, el artista se puso de uñas, pues era sacrificar su arte por burdos intereses mercantiles.
Sin embargo, la compañera del idealista pintor no lo veía igual: el cuadro, con siete agujeros bien puestos iba a ser pagado muy bien, por lo cual, intentó convencerle, mediante buenas palabras, de que nada pasaba si le ponía un agujero más, ¿qué sacrificio era para él el coger un punzón y hacerle otro agujero? Ninguno. Total, la obra era una tomadura de... Una tomadura de dinero que les venía muy bien para pagar las facturas, siempre preocupantes para el común de los mortales y más si eres un bohemio. Pero el pintor estaba erre que erre, que él no podía traicionarse, venderse por un plato de lentejas y etcétera. Entonces, la mujer, ni corta ni perezosa, cogió un punzón y como siete pecados capitales, en el cuadro hubo siete agujeros. El hombre, horrorizado, lloró tamaña traición como si hubiera perdido Granada con su Alhambra y todo. No hay nada que más duela en el mundo a un falocentrista que sea una mujer la que penetre, contraviniendo el orden natural de las cosas.
Os confieso que mi mente de nueve años no pergeñó esta retorcida explicación con ínfulas sicoanalíticas que se me acaba de ocurrir. Pero no sé por qué, la pequeña subtrama de la serie que os he descrito se me quedó grabada en el sector que tiene mi cerebro para los recuerdos inútiles a conservar a largo plazo. De hecho, no me acuerdo de qué iba la serie en su conjunto ¿De un piloto de aviones, quizá? ¿De sus amigos? ¿De los pasajeros que montan en los aviones que él pilota?
No lo sé, el caso es que de todas las anécdotas que contaba la serie me quedé con la del pintor abstracto y su señora. Estos personajes eran dos representaciones de las dos variantes que tiene el género humano para conducirse por la vida. Lo más destacable de estas variantes es que el personaje que simbolizaba el pragmatismo era la mujer ¿O no? ¿Acaso es práctico juntarse con un bohemio?
Todo esto pensé yo mientras estaba viendo a los seres más prácticos y racionales de todo el universo televisivo: los CSI de las Vegas. No podía recordar si el episodio que estaba viendo en ese momento lo había visto antes ya o era la primera vez que lo veía. Habían matado a una rubia ¿Eso no había sucedido antes en algún episodio? En casi todos, me responde el cadáver de la rubia desde la mesa del forense. Creo que es hora de irme a la cama.
Sin duda, prefiero las series de antes. Podían ser más aburridas que las de ahora, pero algo te enseñaban. Al menos te dejaban algo para guardar en tu cerebro antes de dormirte viéndolas.
En una de los episodios de esa serie, un pintor abstracto se enfrentaba un dilema: tenía un cuadro que había hecho seis agujeros con un punzón sobre el lienzo blanco, y un promotor dudaba en ponerlo para la venta en su galería, dado que la situación de los seis agujeros no le convencía, pues percibía cierto desequilibrio en la composición. Le insinuó al artista, que para corregir tan fea disposición agujeril, pusiera un agujero más, con lo cual, el artista se puso de uñas, pues era sacrificar su arte por burdos intereses mercantiles.
Sin embargo, la compañera del idealista pintor no lo veía igual: el cuadro, con siete agujeros bien puestos iba a ser pagado muy bien, por lo cual, intentó convencerle, mediante buenas palabras, de que nada pasaba si le ponía un agujero más, ¿qué sacrificio era para él el coger un punzón y hacerle otro agujero? Ninguno. Total, la obra era una tomadura de... Una tomadura de dinero que les venía muy bien para pagar las facturas, siempre preocupantes para el común de los mortales y más si eres un bohemio. Pero el pintor estaba erre que erre, que él no podía traicionarse, venderse por un plato de lentejas y etcétera. Entonces, la mujer, ni corta ni perezosa, cogió un punzón y como siete pecados capitales, en el cuadro hubo siete agujeros. El hombre, horrorizado, lloró tamaña traición como si hubiera perdido Granada con su Alhambra y todo. No hay nada que más duela en el mundo a un falocentrista que sea una mujer la que penetre, contraviniendo el orden natural de las cosas.
Os confieso que mi mente de nueve años no pergeñó esta retorcida explicación con ínfulas sicoanalíticas que se me acaba de ocurrir. Pero no sé por qué, la pequeña subtrama de la serie que os he descrito se me quedó grabada en el sector que tiene mi cerebro para los recuerdos inútiles a conservar a largo plazo. De hecho, no me acuerdo de qué iba la serie en su conjunto ¿De un piloto de aviones, quizá? ¿De sus amigos? ¿De los pasajeros que montan en los aviones que él pilota?
No lo sé, el caso es que de todas las anécdotas que contaba la serie me quedé con la del pintor abstracto y su señora. Estos personajes eran dos representaciones de las dos variantes que tiene el género humano para conducirse por la vida. Lo más destacable de estas variantes es que el personaje que simbolizaba el pragmatismo era la mujer ¿O no? ¿Acaso es práctico juntarse con un bohemio?
Todo esto pensé yo mientras estaba viendo a los seres más prácticos y racionales de todo el universo televisivo: los CSI de las Vegas. No podía recordar si el episodio que estaba viendo en ese momento lo había visto antes ya o era la primera vez que lo veía. Habían matado a una rubia ¿Eso no había sucedido antes en algún episodio? En casi todos, me responde el cadáver de la rubia desde la mesa del forense. Creo que es hora de irme a la cama.
Sin duda, prefiero las series de antes. Podían ser más aburridas que las de ahora, pero algo te enseñaban. Al menos te dejaban algo para guardar en tu cerebro antes de dormirte viéndolas.
lunes, mayo 07, 2007
Por todo el mundo es reconocido que estamos en un período de involución histórica, o si se prefiere, vivimos un período en que la minoría está disfrutando del éxito de la revolución conservadora de los 80, donde las fuerzas más derechistas de todos los gobiernos y estamentos sociales del mundo son las que dictan costumbres y proceder, haciendo incluso que las élites más progresistas de la sociedad se muevan al compás que marcan las fuerzas conservadoras de este mundo.
El período se inició justo a la caída del muro de Berlín, aunque hay gente que lo sitúa un poco antes, justo cuando Ronald Reagan obtuvo la presidencia de los Estados Unidos y Margaret Thatcher la de Inglaterra. La URSS se estaba carcomiendo por dentro y realmente no presentó nunca batalla a ambos gobiernos conservadores, y por eso, no puede decir nadie de ellos que fueron los artífices de la derrota del comunismo.
En cualquier caso, ahora la derecha campa a sus anchas y es la que dicta las normas que rigen a la sociedad global. ¿Cuánto durará esto? No lo sé. Todo empieza y todo acaba, pero el problema es cuándo acaba.
Qué cosas más curiosas tiene la historia: en los años 70, Nixon fue destituido y se instalaron en el poder gran parte de los dirigentes izquierdosos que de alguna manera se sentían herederos del mayo del 68. Todo apuntaba a que la izquierda iba a disfrutar de varias décadas de dominio histórico. Sin embargo, después de todo aquello,e l conservadurismo resurgió de sus cenizas para organizar la sociedad a su gusto. Hasta hoy.
¿Cuánto va a durar todo esto? No lo sé. Hay muchos profetas que llevan anunciando el cambio de régimen mucho tiempo, pero éste no se produce ni creo que se produzca en breve plazo, aunque le queden pocos telediarios a Bush. En fin.
Todos los gobiernos de todos los países han aplicado en mayor o menor medida recetas neoliberales. Sin embargo, aunque la mayoría de las veces estas recetas han sido nefastas para la gran mayoría de la población, han tenido la desfachatez de decir que ha sido por hacer políticas de izquierdas. Han logrado infundir el mito de que los mejores gestores son los de derecha, sin embargo, la gente se sigue muriendo de hambre y nunca ha sido tan grande la brecha entre ricos y pobres y todos los gobiernos de estos últimos tiempos, conservadores y progresistas, han gestionado a la manera neoliberal.
En fin, sólo queda esperar a que las mayorías se den cuenta de una vez por todas del fraude. Desde luego, no tomaremos conciencia viendo la televisión o leyendo el periódico. Quizá es tiempo de volver a los libros y al debate de ideas.
El período se inició justo a la caída del muro de Berlín, aunque hay gente que lo sitúa un poco antes, justo cuando Ronald Reagan obtuvo la presidencia de los Estados Unidos y Margaret Thatcher la de Inglaterra. La URSS se estaba carcomiendo por dentro y realmente no presentó nunca batalla a ambos gobiernos conservadores, y por eso, no puede decir nadie de ellos que fueron los artífices de la derrota del comunismo.
En cualquier caso, ahora la derecha campa a sus anchas y es la que dicta las normas que rigen a la sociedad global. ¿Cuánto durará esto? No lo sé. Todo empieza y todo acaba, pero el problema es cuándo acaba.
Qué cosas más curiosas tiene la historia: en los años 70, Nixon fue destituido y se instalaron en el poder gran parte de los dirigentes izquierdosos que de alguna manera se sentían herederos del mayo del 68. Todo apuntaba a que la izquierda iba a disfrutar de varias décadas de dominio histórico. Sin embargo, después de todo aquello,e l conservadurismo resurgió de sus cenizas para organizar la sociedad a su gusto. Hasta hoy.
¿Cuánto va a durar todo esto? No lo sé. Hay muchos profetas que llevan anunciando el cambio de régimen mucho tiempo, pero éste no se produce ni creo que se produzca en breve plazo, aunque le queden pocos telediarios a Bush. En fin.
Todos los gobiernos de todos los países han aplicado en mayor o menor medida recetas neoliberales. Sin embargo, aunque la mayoría de las veces estas recetas han sido nefastas para la gran mayoría de la población, han tenido la desfachatez de decir que ha sido por hacer políticas de izquierdas. Han logrado infundir el mito de que los mejores gestores son los de derecha, sin embargo, la gente se sigue muriendo de hambre y nunca ha sido tan grande la brecha entre ricos y pobres y todos los gobiernos de estos últimos tiempos, conservadores y progresistas, han gestionado a la manera neoliberal.
En fin, sólo queda esperar a que las mayorías se den cuenta de una vez por todas del fraude. Desde luego, no tomaremos conciencia viendo la televisión o leyendo el periódico. Quizá es tiempo de volver a los libros y al debate de ideas.
domingo, mayo 06, 2007
Cuando yo estaba a punto de acabar el instituto, hace la friolera de... ¡Trece años! Recuerdo que en mis ratos libres solía escuchar con mucho interés a un grupo español muy reivindicativo llamado Celtas Cortos. Es un grupo vallisoletano que ha tenido (y tiene) la saludable costumbre de ponerse en defensa de los más débiles, de cantar las cuarenta a los poderosos, aunque claro, en un concierto de ellos al que acudí en septiembre pasado, hartos ya de que no les hagan caso en sus protestas, dijeron, en los últimos coletazos del concierto, que iban a hablar de lo que les interesaba en esos momentos: sexo, sexo, sexo y sexo. Si es que no es tiempo de ponerse estupendos, hombre.
Me ponía en aquella época constantemente sus discos. En especial, había una canción cuyo estribillo decía:
"Bueno ya está bien, parad de una vez, nos tomáis el pelo, ¿pero qué os creéis?
Bueno ya está bien, parad de una vez, esta vez sabremos que hacer"
Contra lo que pueda parecer, era una canción alegre, con ritmo de polka, y lo que hacía era invitar al oyente a que dejara de creerse milongas.
Aquel entonces, el tiempo que yo escuchaba esas canciones, empezaban a pintar en bastos para nosotros, la juventud española de entonces y para los que nos siguieron: el gobierno socialista (nunca me cansaré de recordarlo) legalizaba por aquellos días las Empresas de Trabajo Temporal, creaba la figura del contrato en prácticas con sueldo miserable, y estipulaba diversas figuras de contratos temporales. Ese fue el embrión de la locura actual, la gran traición del partido socialista OBRERO a los propios obreros, convirtiendo a España en el país de la UE con mayor tasa de empleo temporal (concretamente, el 32%, siendo la media de nuestros vecinos del 10%).
Yo entonces no sabía las consecuencias que esas medidas iba a tener en mi vida. Inconsciente adolescencia. Tampoco sabía que el Estado, la empresa donde fundamentalmente iba a prestar mis servicios en el futuro, iba a ser la empresa donde con más desvergüenza se iba a aplicar el uso de la "externalización" de los servicios (subcontratación a otras empresas) y el uso de trabajadores temporales en el caso de contratarlos directamente. Hoy en día, si hacemos un cómputo total de todas sus partes, veremos que el estado es la empresa que más hace uso del trabajo precario y temporal.
Porque claro, mientras que los políticos en el poder (primero los socialistas y luego los populares) se rasgaban las vestiduras en público, demandando a las empresas privadas que no abusaran del contrato temporal y de la subcontratación, en el ejercicio de su mando, hacían (y hacen) justo lo que recomendaban que no hiciera el sector privado: contratos temporales a tutiplén y precarización a mansalva. En la Comunidad de Madrid, por poner un ejemplo, se está empezando a externalizar la gestión de los hospitales incluyendo la figura más visible del estado para el ciudadano: el auxiliar administrativo.
Nuestros políticos han hecho y hacen con las empresas privadas lo que se criticaba a los curas: "haced lo que yo digo, pero no lo que yo hago" Pero claro, lo hacen de cara a la galería. Para mí ésa es la demagogia más cruel e hipócrita.
Yo puedo servir de ejemplo: tuve tres contratos en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para hacer la gran cantidad de papel moneda que se necesitaba para que el euro saliera a la calle. Pese al envejecimiento de la plantilla y las prontas jubilaciones, nos dieron la patada miserablemente a los que podíamos sustituir a los trabajadores más veteranos.A mí me dieron la patada después de un año y nueve meses. Nos habéis hecho el Euro y hemos cumplido con los plazos, de premio, a la puta calle. Hubo gente que les denunció. Ganaron, pero en vez de readmitirlos, como ponía la sentencia, la Casa de la Moneda se acogió al pago de la indemnización.
¿Qué es eso de hacer fijo a alguien por que lo decida un juez?
Tuve que ponerme a buscar trabajo y aparte de enviar currículos a miles de empresas privadas, hice varios exámenes para bolsas de trabajo de organismos del Estado. Aprobé uno para ser auxiliar administrativo en una Universidad madrileña. Allí estuve tres años divididos en cuatro contratos -el primer contrato, de seis meses; más que suficiente para comprobar mi aptitud para el puesto- Cuando ya estaba finalizando mi trabajo allí, en junio pasado, el gobierno sacó una ley en la cual "si un trabajador lleva como temporal más de 24 meses en una empresa, en el mismo puesto y con varios contratos encadenados, la empresa deberá pasarle a la condición de fijo en plantilla" A mí se me abrieron los cielos, pero claro, leyendo la ley en el BOE me salió la "letra pequeña": quedan excluidas de la aplicación de esta ley las administraciones públicas, venía a decir. A la calle otra vez.
Ahora estoy, otra vez de auxiliar administrativo, en un hospital público madrileño pero de gestión privada. El que empiezo el lunes es mi quinto contrato en nueve meses. A éstos también el primero les debería haber valido para evaluarme. Esta última institución ha sido la que más veces me ha mandado a la calle, a la acera donde están tirados los pañuelos de papel. Usar y tirar. Tal que yo.
Mientras, los sindicatos de todos estos sitios me han dicho más o menos lo mismo: "es que claro, que las circunstancias, es que los temporales sabéis a lo que venís, es que va contra la ley el que se os convierta en fijos..." Claro, esas leyes, que precarizan el empleo, que son injustas y que han permitido que España sea el reino de tócame Roque.
Escucho otra vez la vieja cinta:
"Bueno ya está bien, parad de una vez, nos tomáis el pelo, ¿pero qué os creéis?
Bueno ya está bien, parad de una vez, esta vez sabremos que hacer"
Con diecisiete años no sabía la que me venía encima. Me han intentado convencer muchas veces que no debía pensar en mis intereses particulares, que debería pensar más en los intereses del colectivo. Es verdad, no debo ser egoísta. Pero luego me hago las siguientes preguntas:
¿No son, acaso, los intereses colectivos, la suma de los intereses individuales? Si lucho contra mi precariedad ¿No estoy, acaso, luchando contra la precariedad de otros? He tenido ocasión de ver muchas vidas laborales por razones de trabajo. Me alarmó ver lo similares que eran a la mía, lo generalizadas que estaban la estafa y la marrullería.
Bueno, ya está bien. Parémoslo de una vez.
Me ponía en aquella época constantemente sus discos. En especial, había una canción cuyo estribillo decía:
"Bueno ya está bien, parad de una vez, nos tomáis el pelo, ¿pero qué os creéis?
Bueno ya está bien, parad de una vez, esta vez sabremos que hacer"
Contra lo que pueda parecer, era una canción alegre, con ritmo de polka, y lo que hacía era invitar al oyente a que dejara de creerse milongas.
Aquel entonces, el tiempo que yo escuchaba esas canciones, empezaban a pintar en bastos para nosotros, la juventud española de entonces y para los que nos siguieron: el gobierno socialista (nunca me cansaré de recordarlo) legalizaba por aquellos días las Empresas de Trabajo Temporal, creaba la figura del contrato en prácticas con sueldo miserable, y estipulaba diversas figuras de contratos temporales. Ese fue el embrión de la locura actual, la gran traición del partido socialista OBRERO a los propios obreros, convirtiendo a España en el país de la UE con mayor tasa de empleo temporal (concretamente, el 32%, siendo la media de nuestros vecinos del 10%).
Yo entonces no sabía las consecuencias que esas medidas iba a tener en mi vida. Inconsciente adolescencia. Tampoco sabía que el Estado, la empresa donde fundamentalmente iba a prestar mis servicios en el futuro, iba a ser la empresa donde con más desvergüenza se iba a aplicar el uso de la "externalización" de los servicios (subcontratación a otras empresas) y el uso de trabajadores temporales en el caso de contratarlos directamente. Hoy en día, si hacemos un cómputo total de todas sus partes, veremos que el estado es la empresa que más hace uso del trabajo precario y temporal.
Porque claro, mientras que los políticos en el poder (primero los socialistas y luego los populares) se rasgaban las vestiduras en público, demandando a las empresas privadas que no abusaran del contrato temporal y de la subcontratación, en el ejercicio de su mando, hacían (y hacen) justo lo que recomendaban que no hiciera el sector privado: contratos temporales a tutiplén y precarización a mansalva. En la Comunidad de Madrid, por poner un ejemplo, se está empezando a externalizar la gestión de los hospitales incluyendo la figura más visible del estado para el ciudadano: el auxiliar administrativo.
Nuestros políticos han hecho y hacen con las empresas privadas lo que se criticaba a los curas: "haced lo que yo digo, pero no lo que yo hago" Pero claro, lo hacen de cara a la galería. Para mí ésa es la demagogia más cruel e hipócrita.
Yo puedo servir de ejemplo: tuve tres contratos en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para hacer la gran cantidad de papel moneda que se necesitaba para que el euro saliera a la calle. Pese al envejecimiento de la plantilla y las prontas jubilaciones, nos dieron la patada miserablemente a los que podíamos sustituir a los trabajadores más veteranos.A mí me dieron la patada después de un año y nueve meses. Nos habéis hecho el Euro y hemos cumplido con los plazos, de premio, a la puta calle. Hubo gente que les denunció. Ganaron, pero en vez de readmitirlos, como ponía la sentencia, la Casa de la Moneda se acogió al pago de la indemnización.
¿Qué es eso de hacer fijo a alguien por que lo decida un juez?
Tuve que ponerme a buscar trabajo y aparte de enviar currículos a miles de empresas privadas, hice varios exámenes para bolsas de trabajo de organismos del Estado. Aprobé uno para ser auxiliar administrativo en una Universidad madrileña. Allí estuve tres años divididos en cuatro contratos -el primer contrato, de seis meses; más que suficiente para comprobar mi aptitud para el puesto- Cuando ya estaba finalizando mi trabajo allí, en junio pasado, el gobierno sacó una ley en la cual "si un trabajador lleva como temporal más de 24 meses en una empresa, en el mismo puesto y con varios contratos encadenados, la empresa deberá pasarle a la condición de fijo en plantilla" A mí se me abrieron los cielos, pero claro, leyendo la ley en el BOE me salió la "letra pequeña": quedan excluidas de la aplicación de esta ley las administraciones públicas, venía a decir. A la calle otra vez.
Ahora estoy, otra vez de auxiliar administrativo, en un hospital público madrileño pero de gestión privada. El que empiezo el lunes es mi quinto contrato en nueve meses. A éstos también el primero les debería haber valido para evaluarme. Esta última institución ha sido la que más veces me ha mandado a la calle, a la acera donde están tirados los pañuelos de papel. Usar y tirar. Tal que yo.
Mientras, los sindicatos de todos estos sitios me han dicho más o menos lo mismo: "es que claro, que las circunstancias, es que los temporales sabéis a lo que venís, es que va contra la ley el que se os convierta en fijos..." Claro, esas leyes, que precarizan el empleo, que son injustas y que han permitido que España sea el reino de tócame Roque.
Escucho otra vez la vieja cinta:
"Bueno ya está bien, parad de una vez, nos tomáis el pelo, ¿pero qué os creéis?
Bueno ya está bien, parad de una vez, esta vez sabremos que hacer"
Con diecisiete años no sabía la que me venía encima. Me han intentado convencer muchas veces que no debía pensar en mis intereses particulares, que debería pensar más en los intereses del colectivo. Es verdad, no debo ser egoísta. Pero luego me hago las siguientes preguntas:
¿No son, acaso, los intereses colectivos, la suma de los intereses individuales? Si lucho contra mi precariedad ¿No estoy, acaso, luchando contra la precariedad de otros? He tenido ocasión de ver muchas vidas laborales por razones de trabajo. Me alarmó ver lo similares que eran a la mía, lo generalizadas que estaban la estafa y la marrullería.
Bueno, ya está bien. Parémoslo de una vez.
sábado, mayo 05, 2007
"En el pasado nuestros políticos nos ofrecían soñar con un mundo mejor. Hoy prometen protegernos de las pesadillas"
Os recomiendo que veáis el documental de la BBC "el poder de las pesadillas" Es muy esclarecedor. Habla, fundamentalmente, de cómo, mediante fantasías, se ha hecho con el poder y han manipulado a su antojo el poderoso movimiento neoconservador, ya sabéis, esa gentuza como Richard Perle, Paul Wolfowitz, Dick Cheney o Donald Rumsfield.
Estos individuos, guiados por el pensamiento de Leo Strauss, el cual considera importante la creación de mitos para que el pueblo no pierda el norte, así como del uso de la religión, han escrito la historia reciente. Curiosamente, la historia que con tanto denuedo quiso borrar Francis Fukuyama, otro influyente pensador neocon.
Lo malo es que esas fantasías -mentiras- que han propalado han tenido consecuencias funestas: la muerte de seiscientos mil iraquíes y no se sabe cuántos afganos. Este es el verdadero poder destructor de la mentira. La mentira se convierte en verdad cuando es capaz de modificar la realidad. La muerte de tantos iraquíes demuestra que la insidia puede ser física y moldear el mundo.
Sueño con que esa gente, todos ellos, vayan a la cárcel y sean deshonrados para siempre jamás por la historia -La misma que Fukuyama quiso eliminar- Pero sé que mi sueño jamás se podrá hacer realidad, porque la tramoya que han montado, la obra de teatro que han escrito, no están realizadas para que al final los verdaderos villanos paguen por sus crímenes.
Mención especial también merece los medios de desinformación que han servido de altavoz a sus mentiras. Las leyes protegen en su país la libertad de expresión. ¿Para cuándo unas leyes que protejan al ciudadano de las mentiras?
Os recomiendo que veáis el documental de la BBC "el poder de las pesadillas" Es muy esclarecedor. Habla, fundamentalmente, de cómo, mediante fantasías, se ha hecho con el poder y han manipulado a su antojo el poderoso movimiento neoconservador, ya sabéis, esa gentuza como Richard Perle, Paul Wolfowitz, Dick Cheney o Donald Rumsfield.
Estos individuos, guiados por el pensamiento de Leo Strauss, el cual considera importante la creación de mitos para que el pueblo no pierda el norte, así como del uso de la religión, han escrito la historia reciente. Curiosamente, la historia que con tanto denuedo quiso borrar Francis Fukuyama, otro influyente pensador neocon.
Lo malo es que esas fantasías -mentiras- que han propalado han tenido consecuencias funestas: la muerte de seiscientos mil iraquíes y no se sabe cuántos afganos. Este es el verdadero poder destructor de la mentira. La mentira se convierte en verdad cuando es capaz de modificar la realidad. La muerte de tantos iraquíes demuestra que la insidia puede ser física y moldear el mundo.
Sueño con que esa gente, todos ellos, vayan a la cárcel y sean deshonrados para siempre jamás por la historia -La misma que Fukuyama quiso eliminar- Pero sé que mi sueño jamás se podrá hacer realidad, porque la tramoya que han montado, la obra de teatro que han escrito, no están realizadas para que al final los verdaderos villanos paguen por sus crímenes.
Mención especial también merece los medios de desinformación que han servido de altavoz a sus mentiras. Las leyes protegen en su país la libertad de expresión. ¿Para cuándo unas leyes que protejan al ciudadano de las mentiras?
viernes, mayo 04, 2007
Me llama la atención lo preocupados que están periodistas y académicos sobre el excesivo uso del tuteo frente al usted. Hasta tal punto que alguno, cuando una cajera
nacida en algún país del otro lado del Atlántico le trató de usted, se enterneció casi hasta la lágrima, y se indignó muchísimo cuando dicha dependienta abandonó las buenas maneras americanas y se apuntó a la moda española del tuteo. Yo barrunto que lo que le pasa a nuestro hombre es que se está haciendo mayor y precisa de la reverencia que daba a sus mayores cuando él era el joven y el usted era la norma.
El problema del tuteo es que los límites no están claros. Si para alguien sirven, mis límites no son otros que la de razón de edad del interlocutor y el grado de familiaridad. Empleo el usted a discreción cuando alguien es notoriamente más mayor que yo y cuando trato con desconocidos, bien sea la teleoperadora que me ofrece un servicio, el camarero al que pido una cerveza o el mismísimo rey. Creo que debo usar el usted sólo por deferencia a ellos y porque no tengo otra forma de mostrar mi respeto. Cuando alguien al que he tratado de usted responde tuteándome, dependiendo del tono que emplee, me sentará mejor o peor. Quiero decir, si una persona es amable y su trato conmigo se desarrolla en los cauces de las buenas maneras, entonces, no consideraré que me falta el respeto por tutearme. En cambio, si alguien, además de tutearme, tiene actitud chulesca, chabacana o rayana con la grosería, me está matando cada vez que suelta por su bocaza un tú.
En España existe también la norma no escrita de tutear en determinados entornos laborales con compañeros y con jefes. Esto no lo veo mal, pues el uso del tuteo acentúa el sentimiento de camaradería y de trabajo en equipo. Además, tan rico como es el idioma español, hay muchas formas sutiles para mostrar respeto, pues no nos olvidemos que se puede ser muy respetuoso tuteando, y ser terriblemente grosero tratando de usted.
Por cierto, si alguno de mis lectores os sentís ofendidos por el uso del tú, ante todo, disculpad. Pero sabed que lo hago porque estas páginas donde entráis son en cierta manera mi casa, y en mi casa se trata de tú a los amigos. Espero que ningún hispanohablante de patria que no sea la mía no se haya sentido ofendido. Reitero: me gusta tratar con familiaridad a mis amigos.
Para terminar, hay un tuteo que me ofende de sobremanera: es el tuteo, por ejemplo, de todas esas compañías que se las dan de moderniquis. Hace poco, volé en una aerolínea de bajo coste, y me tocaba la moral el que constantemente recurriera al tú: en su página Web, en sus indicaciones de los asientos, en sus mensajes grabados... Tal muestra de familiaridad me provocó una dentera que creo que dentro de poco voy a tener que acudir al dentista por mis piezas desprovistas de esmalte dental. Si tú, línea aérea, me quieres tratar como si fueras mi amigo, no me cobres el refresco a dos con cincuenta y el bocadillo a algo más, que yo no dejo que mis amigos salgan con hambre de mi casa. Igual digo a los bancos: si me cobras abusivamente por cualquier servicio que me das, si me tienes esclavizado por cuarenta años con la hipoteca, al menos ten la deferencia de tratarme con el debido respeto en tus anuncios y folletos. Igual digo a tu personal.
En fin, que son bastantes las dudas que generan el tú y el usted.
Buenas tardes tengan ustedes. Que lo paséis muy bien, amigos.
nacida en algún país del otro lado del Atlántico le trató de usted, se enterneció casi hasta la lágrima, y se indignó muchísimo cuando dicha dependienta abandonó las buenas maneras americanas y se apuntó a la moda española del tuteo. Yo barrunto que lo que le pasa a nuestro hombre es que se está haciendo mayor y precisa de la reverencia que daba a sus mayores cuando él era el joven y el usted era la norma.
El problema del tuteo es que los límites no están claros. Si para alguien sirven, mis límites no son otros que la de razón de edad del interlocutor y el grado de familiaridad. Empleo el usted a discreción cuando alguien es notoriamente más mayor que yo y cuando trato con desconocidos, bien sea la teleoperadora que me ofrece un servicio, el camarero al que pido una cerveza o el mismísimo rey. Creo que debo usar el usted sólo por deferencia a ellos y porque no tengo otra forma de mostrar mi respeto. Cuando alguien al que he tratado de usted responde tuteándome, dependiendo del tono que emplee, me sentará mejor o peor. Quiero decir, si una persona es amable y su trato conmigo se desarrolla en los cauces de las buenas maneras, entonces, no consideraré que me falta el respeto por tutearme. En cambio, si alguien, además de tutearme, tiene actitud chulesca, chabacana o rayana con la grosería, me está matando cada vez que suelta por su bocaza un tú.
En España existe también la norma no escrita de tutear en determinados entornos laborales con compañeros y con jefes. Esto no lo veo mal, pues el uso del tuteo acentúa el sentimiento de camaradería y de trabajo en equipo. Además, tan rico como es el idioma español, hay muchas formas sutiles para mostrar respeto, pues no nos olvidemos que se puede ser muy respetuoso tuteando, y ser terriblemente grosero tratando de usted.
Por cierto, si alguno de mis lectores os sentís ofendidos por el uso del tú, ante todo, disculpad. Pero sabed que lo hago porque estas páginas donde entráis son en cierta manera mi casa, y en mi casa se trata de tú a los amigos. Espero que ningún hispanohablante de patria que no sea la mía no se haya sentido ofendido. Reitero: me gusta tratar con familiaridad a mis amigos.
Para terminar, hay un tuteo que me ofende de sobremanera: es el tuteo, por ejemplo, de todas esas compañías que se las dan de moderniquis. Hace poco, volé en una aerolínea de bajo coste, y me tocaba la moral el que constantemente recurriera al tú: en su página Web, en sus indicaciones de los asientos, en sus mensajes grabados... Tal muestra de familiaridad me provocó una dentera que creo que dentro de poco voy a tener que acudir al dentista por mis piezas desprovistas de esmalte dental. Si tú, línea aérea, me quieres tratar como si fueras mi amigo, no me cobres el refresco a dos con cincuenta y el bocadillo a algo más, que yo no dejo que mis amigos salgan con hambre de mi casa. Igual digo a los bancos: si me cobras abusivamente por cualquier servicio que me das, si me tienes esclavizado por cuarenta años con la hipoteca, al menos ten la deferencia de tratarme con el debido respeto en tus anuncios y folletos. Igual digo a tu personal.
En fin, que son bastantes las dudas que generan el tú y el usted.
Buenas tardes tengan ustedes. Que lo paséis muy bien, amigos.
jueves, mayo 03, 2007
¡Qué poco tenía de poeta en su figura Don Antonio Machado! Era fuertote, grande y con desaliño en el vestir. No sé por qué, cuando viene a la mente la figura de un poeta, se piensa en alguien delgado, con ropa elegante y con el pelo abundante y alborotado . Tal vez sea porque esa esa es la imagen de Don Gustavo Adolfo Bécquer. Don Antonio no dejaba de ser en eso un poeta atípico. En eso y en muchas otras cosas.
Porque claro, imaginamos la poesía muy enrevesada y difícil, y la de Machado es cristalina y sin dobleces. Imaginamos que los poetas hablan un español extraño, y Don Antonio hace llano su lenguaje poético.
Tal vez por su llaneza, algunos críticos le han despreciado. Como en demasiadas cosas de esta vida, se desprecia lo sencillo frente a lo complicado, cuando es lo primero lo más difícil de conseguir. Nos perdemos en las sendas de la exuberancia donde es difícil andar, cuando lo verdaderamente placentero es el camino despejado donde se puede pasear relajadamente. A nuestro poeta le gustaba el caminar y tal vez por eso en sus poemas hay muchos, muchos caminos. Es poesía de andar, pero no por casa.
¿quién osa el despreciarlo? El que no entiende. El que lee y no comprende nada y cree que por eso lo leído y no comprendido es materia sublime que no está para sus ojos, pero como quiere ser uno de los sublimes que sí la entienden, hace como que sabe sin tener idea de nada: quiere ser sublime como un cualquiera. Como la famosa obra de Cervantes, el retablo de las maravillas, a su vez inspirada en la tradición, "quien no pueda ver el retablo es que tiene sangre de converso" Esta gente lee poesía y no entiende ni papa. Pero antes muertos a que les llamen conversos. Dirán que es buena, aunque no sepan por qué.
Machado, como aparece claro a todo el que quiera leer es maldito. ¿Cómo osas poeta, de escribir con llaneza? Entonces, no eres poeta, eres otra cosa. Te entendemos demasiado bien, no eres digno de estar en nuestra casa, pues tus palabras nos suenan demasiado. No has escrito para la élite, que somos nosotros. Fuera del paraíso del Parnaso.
Pero al niño que fui no le engañan: leí con ocho años un poema de Machado que me puso los pelos de punta: "madrugada parda y fría.." Sabía que el poeta me comprendía y eso me gustaba. Yo comprendía lo que me decía. Desde entonces, nunca le he olvidado.
Don Antonio, gracias por recordarnos que lo que importa no son los eventos consuetudinarios; lo que importa es lo que pasa en la calle.
Porque claro, imaginamos la poesía muy enrevesada y difícil, y la de Machado es cristalina y sin dobleces. Imaginamos que los poetas hablan un español extraño, y Don Antonio hace llano su lenguaje poético.
Tal vez por su llaneza, algunos críticos le han despreciado. Como en demasiadas cosas de esta vida, se desprecia lo sencillo frente a lo complicado, cuando es lo primero lo más difícil de conseguir. Nos perdemos en las sendas de la exuberancia donde es difícil andar, cuando lo verdaderamente placentero es el camino despejado donde se puede pasear relajadamente. A nuestro poeta le gustaba el caminar y tal vez por eso en sus poemas hay muchos, muchos caminos. Es poesía de andar, pero no por casa.
¿quién osa el despreciarlo? El que no entiende. El que lee y no comprende nada y cree que por eso lo leído y no comprendido es materia sublime que no está para sus ojos, pero como quiere ser uno de los sublimes que sí la entienden, hace como que sabe sin tener idea de nada: quiere ser sublime como un cualquiera. Como la famosa obra de Cervantes, el retablo de las maravillas, a su vez inspirada en la tradición, "quien no pueda ver el retablo es que tiene sangre de converso" Esta gente lee poesía y no entiende ni papa. Pero antes muertos a que les llamen conversos. Dirán que es buena, aunque no sepan por qué.
Machado, como aparece claro a todo el que quiera leer es maldito. ¿Cómo osas poeta, de escribir con llaneza? Entonces, no eres poeta, eres otra cosa. Te entendemos demasiado bien, no eres digno de estar en nuestra casa, pues tus palabras nos suenan demasiado. No has escrito para la élite, que somos nosotros. Fuera del paraíso del Parnaso.
Pero al niño que fui no le engañan: leí con ocho años un poema de Machado que me puso los pelos de punta: "madrugada parda y fría.." Sabía que el poeta me comprendía y eso me gustaba. Yo comprendía lo que me decía. Desde entonces, nunca le he olvidado.
Don Antonio, gracias por recordarnos que lo que importa no son los eventos consuetudinarios; lo que importa es lo que pasa en la calle.
miércoles, mayo 02, 2007
¿Por qué les gustarán tanto a los modistas los insectos palo? ¿Por qué les gustará que las chicas se parezcan a ellos? Veo en Internet una página que te ofrece las máximas facilidades para la cría de insectos palos. Podrían contactar con dicha página y dejar de experimentar con seres humanos. Podrían hacer sus creaciones a escala y con un poco de domesticación, hacer que fueran verdaderos insectos palos los que desfilasen.
Para parecer insectos palo las jóvenes recurren a todo tipo de prácticas insanas, desde fumar hasta el vómito de lo comido. Los insectos palo no tienen que recurrir a tales cosas para aparecer al mundo esbeltos.
A los hombres no nos gustan mucho los insectos palo frente a otras especies; debe ser porque el macho sólo mide de 45 a 65 mm frente a los 85 mm que puede alcanzar la hembra. A los hombres no nos gusta que los machos sean más pequeños que las hembras. Son los posos que han dejado en nosotros el machismo cavernario. No obstante, no es machista pedir que las mujeres no sean insectos palo.
A las mujeres no les gustan tampoco los insectos palo. Sin embargo, se resignan y aceptan la servidumbre del hambre que a muchas les dejarán con menos peso que un insecto.
Nuestras insectos palo humanas suelen ser también más grandes que muchos hombres: todas rondan el metro ochenta, pero como les imponen medidas de mujeres de metro sesenta, 90-60-90, asemejan más a una escoba que a la Venus de Milo. Dicen que la curvilínea Marilyn Monroe tenía dichas medidas de pecho, cintura y cadera, pero también sé que la rubia actriz medía un metro sesenta y cinco, y digamos que esas medidas estaban muy bien para su estatura. Lástima que nunca hubiera podido ser modelo según los patrones de hoy: sus gorduras eran más propias para estar en un zaguán bebiendo vino que en una pasarela.
Muchos dicen que la culpa del canon de belleza del palo se impusiera fue de los modistos de grandes firmas, a los que no me consta que les una la afición por la entomología y las mujeres. Tal vez se fijaron puntualmente en los insectos palo porque cambian el aspecto según donde estén, y a ellos les gusta que las chicas cambien también con frecuencia de vestido según donde estén. Además, es la chica la que se debe adoptar al vestido (al cambio) y no al revés, porque en esto de la moda, como en todo en esta vida, hay cosas que se valoran más que a los propios seres humanos.
Mientras, los hombres echamos de menos mujeres hechas de jarro, de guitarra y de jamón. De pata negra a poder ser. Las mujeres palo y los insectos palo se alimentan de vegetales, fundamentalmente. Será difícil invitarles a un jarro en nuestro zaguán.
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