domingo, septiembre 16, 2007


Los pueblos de España tienen una tradición desconocida, pero que cuenta con un arraigo popular muy importante:
Se trata de la tradición de acudir beodo perdido a los hospitales. Todo español menor de treinta años que no haya acudido borracho perdido a un hospital debería ser desterrado y perder la nacionalidad ipso facto.
Lo confieso: yo seguí la tradición con la consiguiente pérdida de neuronas y por eso escribo las cosas raras que escribo. Como castellano viejo, debo ser guardián de las tradiciones y dejar que se perpetúen hasta el infinito y más allá. Nuestra sanidad es gratuita y por tanto debemos hacer uso y despilfarro de ella. Y no hay nada mejor para ello que acudir borracho perdido a las urgencias de un hospital. Bienaventurado el que acuda para que le pongan la B-12, porque verá a Dios dos veces.
La tradición se remonta a antes de que hubiera cobertura sanitaria universal y gratuita, cuando no había los asépticos hospitales de hoy en día. En el pueblo de mi padre, en una zona remota y perdida de Castilla, una vez resolvieron la intoxicación etílica de anís de un vecino metiendo al susodicho en un estercolero. Para los que no lo sepáis, os diré que lo bueno que tiene el estiércol cuando fermenta es que se pone calentito, que no cariñoso. La borrachera con la señora Brizard o con el señor Mono tiene como efecto que deja tiritando al sujeto emborrachado. Literal. Al beodo en cuestión tuvieron que ponerle entre cacas de animales para que se le pasara el frío. No siendo esto suficiente, tuvieron que ponerle encima cinco mantas.
A la semana siguiente vagó como un fantasma por el pueblo, incapacitado para las labores de labranza.
Pero esos son daños colaterales, amigos míos, al igual que las neuronas que pierden para el estudio los infantes que participan en las fiestas. No pidamos a nuestra chiquillería que España sea lo que el país no ha sido nunca: el motor de Europa. Habremos sido el paganini de Europa, pero nunca el motor. Ya lo dijo Unamuno: "que inventen ellos" Nosotros somos especialistas en cosas inamovibles, como los ladrillos y el señor que duerme la mona.
Y no nos tachen de poco innovadores, pues somos la primera potencia de Europa en consumo de cocaína, que es cosa relativamente nueva. Gramitos a nosotros, todos los que queráis, que nada queda por inventar.
En fin, que las fiestas llegan y los comas etílicos a las Urgencias, también. Y luego echamos la culpa a los emigrantes de que por ellos nos vamos a cargar la cobertura sanitaria gratuita...y universal.
Viva España y muera la inteligencia. Quiero decir, las neuronas.