martes, enero 02, 2007


Hay un personaje genial dentro de los personajes relevantes de los Simpson que es, a mi juicio, de los más grotescos e interesantes de la serie: Montgomery Burns, el tipo más ruin, avaro y miserable que la imaginación de un hombre pueda componer. Nos lo dibujan como una persona anticuada, de un egoísmo retrógrado, de avaricia antigua y literaria. Sin embargo, Montgomery no puede ser más actual, dentro de los parámetros que guían el mundo de hoy. Es más, seguramente, si no fuera por lo burlesco del personaje, muchos teóricos defensores del libre mercado le pondrían como el modelo de empresario. Monty marca el camino a seguir para tener el tan cacareado éxito en la vida.
“lo mío, pa mí” Cantan unos guardianes de su mansión en uno de los episodios de la admirable serie. Es el lema y la meta del anciano codicioso, pero también es la consigna de los actuales amos del mundo. Nunca lo dirán abiertamente, pero el sentido común nos indica que es así. Es más, quieren que todo el mundo participe de esa idea, aunque quizá sea la idea más perjudicial para los que menos tenemos.
Lo cierto es que vivimos en la era de la codicia. Tener más, tener más, tener más. Consumir, consumir, consumir. Sé ambicioso, es bueno para ti y la sociedad. Ten un coche. Mejor, ten tres. La caridad empieza por uno mismo. Supérate para escalar puestos y ganar más dinero. Compra barato. Vende caro. Hasta hace poco, la avaricia, existente desde que hubo el primer hombre con excedentes de grano, siempre tuvo mala fama. Pero ésto ha cambiado. Los hombres de antaño estaban equivocados. Menos mal que llegaron los nuevos caballeros de la orden del neoliberalismo, y decidieron que la codicia y la ambición no tuvieran connotaciones negativas. “La iniciativa privada es motor de desarrollo de la sociedad””Si un individuo mejora, puede hacer mejorar a la sociedad en su conjunto”. Estos lemas no son más que eufemismos cuyo significado verdadero es: “Sé egoísta, my friend”.
Pero tales polvos trajeron estos lodos: nosotros, la mayor parte de la humanidad, cada vez somos más pobres ¿Cómo es posible? -Se preguntan los creyentes más pobres del neocapitalismo- ¡A estas alturas, siendo todos egoístas deberíamos ser todos ricos! ¿Por qué no es así? ¿Será porque en algunas partes del mundo todavía subsiste el socialismo? ¿Será porque todavía quedan reductos del estúpido estado de bienestar? ¿Qué es lo que ha pasado, que la avaricia no funciona como debería? ¿Tal vez sea porque no hemos acabado del todo con la generosidad, las regalías, las dádivas? ¿Si hay pobres todavía es por culpa de los generosos? Entonces, hay que acabar con esta plaga. No nos des peces, enséñanos a pescar. No nos regales la sanidad, nos compraremos un bisturí y nos operaremos nosotros mismos. Debemos ser roñosos, tacaños, miserables, cicateros, interesados, odiosos. Debemos ser egoístas hasta llegar a la locura.
La vertiente optimista de mi entendimiento me dice que el culto al egoísmo inducido por los ricos a varios millones de pobres está decayendo, que ya no se manipula tan bien a la opinión pública como en las década de los ochenta y noventa, que aumenta el número de personas que ya no se creen la mentira propalada por las multinacionales y sus lacayos los gobiernos, ayudados por organizaciones como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional. En definitiva, que se están derrumbando los pilares de la iglesia de los devotos de la avaricia. Pero mi vertiente pesimista tiene el presentimiento de que todavía tendremos que escuchar y padecer mucha mierda todavía. Un pesimista, si es bienintencionado, debe desear que su adverso pronóstico no se cumpla. Que así sea.
Hoy por hoy, lo que representa el personaje Monty Burns está más vigente que nunca. Su gran mansión está llena de chorradas carísimas cuyo coste muy bien hubiera podido servir para alimentar decenas de aldeas africanas ¿Cuántas mansiones habrá así, llenas de inútiles y carísimos objetos pagados con el sudor de unas pobres trabajadoras asiáticas con horarios infernales? Hay revistas que te enseñan las mansiones de las chorradas, programas de televisión que loan a los que viven en ellas. Los modernos palacios de Versalles. María Antonieta reencarnada en París Hilton. Una se preguntaba por qué el pueblo francés no comía pasteles si no tenía pan. La otra seguramente se pregunta por qué los pobres son tan feos habiendo tantas clínicas de Cirugía estética.
Robin Hood robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Monty Banks roba a los pobres para hacerse más rico. Cambiaron los modelos. Que vuelvan a cambiar otra vez.