domingo, noviembre 12, 2006

Si me preguntáis por mis creencias religiosas, soy agnóstico.
Como sabéis una agnóstico es aquél que admite a Dios como una posibilidad, pero que no cuenta con la certeza de que exista. Como para solucionar eso existe el recurso de la fe, y el agnóstico no la tiene, se puede decir que soy un no creyente.
Lo que no puedo decir es que no piense y actúe como un católico, pues como tal me han educado.
Desde que me levanto hasta que me acuesto me guío por muchos preceptos de la fe. Por ejemplo: tengo muy arraigado el sentimiento de culpa; necesito ser bondadoso, aunque a veces no lo consiga. Necesito no ser mentiroso, para no sentir la punzada de la conciencia. Necesito creer en la justicia más allá de este mundo, pues me gustaría que las victimas de los males de este mundo tuvieran una recompensa en un cielo, así como los verdugos que tuvieran un castigo en un infierno, sobre todo aquéllos que han muerto en la cama viejos sin rendir cuentas por sus crímenes.
Por otro lado, pienso que la ciencia ha demostrado que el ser humano y los demás seres de esta tierra no son otra cosa que mecanismos evolucionadísimos y sofisticadísimos (¿porqué tenemos que creer que la sofisticación no es fruto del azar?) que sólo han tenido que emplear unos cuantos miles de millones de años para conseguir esa complejidad (¿quée son unos pocos miles de millones de años para la infinitud del universo?). Adán y Eva eran unos monos de África que a su vez procedían de un pez que un día decidió tener patas, que a su vez procedía de una pequeña bacteria que, harta de multiplicarse a sí misma siempre igual, decidió hacer pequeñas variaciones en su morfología sólo porque ya estaba bien de tanto aburrimiento de millones de años.
¿Existirá mi esencia después de que yo muera? ¿Podré decir alguna vez: "vaya, estoy muerto. Pues me alegro de no tener que depender de mi cuerpo" ?¿Por qué me asusto del último minuto que pasaré aquí, si me voy precisamente de lo que me causa dolor, es decir, mi propio cuerpo? Sobre todo, ¿qué es lo que me anima a pensar que hay vida ultraterrena?
Pues más que nada, más que yo mismo, mis seres queridos. Me duele pensar que aquéllos de los míos que han fallecido y que yo tanto amaba, ya no existan en ninguna parte. Me aterra pensar que a los que yo más amo por encima de todo, cuando mueran, no estén en ningún sitio. No quiero pensar que la conciencia no es más que una ilusión de orden que nos damos nosotros mismos pero que en realidad es una ficción dentro del caos más absoluto. Es decir: que en realidad nuestros pensamientos no existen, y por tanto, nuestra alma tampoco. Creemos que pensamos y lo único que estamos esperando, no es a volver a ser nada...
...sino a seguir siendo nada.
¡Ojalá me equivoque, creo demasiado en el amor!