lunes, enero 08, 2007

Yo no sé el dinero que llevo en exámenes para ser fijo en administración. Pasta, pasta y más pasta. Los papeles que me dan en el banco como justificante de tasas son como billetes de lotería que voy tirando a medida que suceden los sorteos y no soy de los premiados. Necesito ese salvoconducto final que me garantice un buen pasar para los años venideros. ¡Hasta cuándo estaré pagando derechos de examen!
En fin, que Dios me de talento para que apruebe el próximo al que me presente y abandone por fin mi condición de estudiante.
Lo primero que pensé cuando acabé la última asignatura de la carrera es que se acabaron mis días de estudiante. ¡Cuánto me equivoqué! No era el último peldaño. Por desgracia todavía me quedan unos cuantos más.
Estoy un poco cansado de coger libros por obligación y supervivencia. Además, mi cerebro tiene la mala costumbre de desconectarse enseguida de las tediosas lecturas que le vienen de la obligación. Es coger el temario de mis oposiciones y ponérseme el cerebro en función de alerta. Peligro, peligro, introducción de datos muermazo. Lo tengo mal acostumbrado con juergas, cómics, series, novelas, películas y videojuegos. ¿por qué tendrá el cerebro esa mala costumbre de almacenar datos inútiles en vez de hacerlo con los que son importantes?¿Por qué me gustará tanto perder el tiempo? Lo hombres memorizamos alineaciones enteras de equipos de fútbol, nombres y razas de personajes de novelas fantásticas, canciones estúpidas de anuncio. Yo mismo soy una enciclopedia andante de datos inútiles que no me sirven para nada. ¿Por qué desarrollaremos esa capacidad de almacenaje de lo accesorio en vez de lo que nos puede ser útil en la vida? ¿porqué recordamos lo superfluo e incluso lo nocivo en lugar de lo importante? Vale, también leo con placer libros de historia, de poesía, de filosofía, pero no dejan de ser lecturas hechas por amor al arte que no valen para garantizarme el condumio de mis días futuros.
Las oposiciones son para gente muy pragmática. Tal vez por eso la mayoría de los que se presentan son mujeres. Si algo caracteriza a las mujeres es que normalmente no se detienen en lo accesorio, no suelen perder el tiempo en nimiedades. ¿Os acordáis cuando íbamos a las salas de videojuegos? ¿Cuántas mujeres había?¿Qué porcentaje de videoconsolas se han regalado a mujeres estas navidades? Seguramente mucho menos que hombres. El amor por perder el tiempo en lo accesorio es usualmente cosa de hombres; las mujeres van siempre a lo importante.
Muchos me podrán decir que ellas también tienen gusto en algo accesorio: la ropa. Pero tal vez eso no sea accesorio. Hasta en eso son utilitaristas. ¿No es el cubrirse con ropa una de las necesidades más primitivas del género humano?
Claro, que me muevo en el farragoso terreno de las generalizaciones. No faltará quien piense al leer esto que no todo los hombres son así ni todas las mujeres son asá. Ya. Pero en mi caso particular, siempre las que más tirones de oreja me han dado para que baje los pies a la tierra han sido las mujeres y mi padre, que tenía que hacerlo por su condición de tal, porque con el tiempo me he dado cuenta que le ha gustado tanto lo accesorio como a mí. De hecho, es un apasionado del arte y le encantaba llevarnos a los museos cuando éramos pequeños mis hermanos y yo. Los hombres interpretamos el papel de pragmáticos cuando tenemos que educar a nuestros hijos.
Pero creo que también me puede estar pasando otra cosa, que no sea sólo mi amor por lo superfluo: que esté cansado de llevar tantos años estudiando. Puede que sí. Pero no me queda otra. Tengo que terminar de subir la escalera. A lo mejor así cierro el karma marcado para mi vida. Espero no morirme después de haber aprobado la oposición
En cuanto apruebe la oposición, lo primero que haré para celebrarlo será ir a un museo y a un recital de poesía. Con mi chica que, pese a ser pragmática, también se mueve por amor al arte. Una mujer lista suele ser bastante pragmática. Una mujer inteligente es además, sensible. Pues eso.