miércoles, diciembre 12, 2007

Estamos a doce de diciembre y la navidad funciona a todo trapo: chaca-chaca,chaca-chaca tutuuuuu. Los anuncios de colonia en la televisión y los primeros artículos listillos diciendo desde su púlpito, ya sea del ciberespacio o de papel (cuidado que os vais a caer) cuanto odian la navidad y a su cuñado grosero e impertinente. Parece que abunda mucho este último, y es tan imprescindible en nochebuena como los langostinos, que son el equivalente pequeño y naranja del pavo del día de acción de gracias americano. A fuerza de ya no tener un imperio nos hemos hecho más modestos y bajamos a las profundidades a coger el delicioso marisco o nos cargamos la biodiversidad de un lago criándolo en cautividad.
La tele hace lo imposible porque sea navidad. Si pudieran, los señores dirigentes harían que nuestros receptores escupieran nieve y a continuación nos modelasen un muñeco de nieve en el salón cada hora. Por cierto, ahora que hablamos de muñecos, los que me dan pena son los niños. Ahora que tienen vacaciones les castigan a estar en sus horas de vigilia delante de un escaparate que no les hace más que mostrar juguetes y más juguetes presentados con canciones imposibles y sonidos estridentes. Para que luego digan que ellos son los reyes.
En cualquier caso, la Navidad tiene vocación de convertirse en mes de agosto y el mes de agosto en Navidad. Me explico: quince días son pocos para que la gente gaste, así que se pone la navidad todo el mes diciembre por decreto en lugar de unos pocos días, y como los treinta días de agosto de vacaciones son demasiados, así que troceamos y troceamos hasta que se queden en nada. 25 de agosto fun, fun, fun. Fijaos si lo tienen todo calculado, que ya podemos ver anuncios del gordo de la lotería en las marquesinas de los autobuses mientras vamos con nuestras chancletas y toallita a la playa. Maquiavélico. Ahora sólo queda esperar a que suban las temperaturas lo suficiente como para que Madrid tenga playa en diciembre. Habremos de tener paciencia.
A mí lo que me preocupa son los articulistas que se quejan de las navidades. Quedarán muy desorientados ¿Cuándo toca hablar del chiringuito? ¿Cuándo podré decir que las navidades han perdido todo el sentido que tenían?
Porque tendrán razón. Las navidades han perdido su razón de ser. Millones de ateos se juntan y cantan villancicos, y esa es una de las contradicciones imperdonables, como también lo es que cada año nos tengamos que juntar con el cuñado que no aguantamos