jueves, noviembre 30, 2006


Esta mañana me han despertado las musas (disculpadme por la pinta, es que duermo sin pijama)y como tenía que prepararme para ir a trabajar, las he citado para ahora la tarde. Parece que no vienen. Me habían susurrado al oído una cosa para contaros en este blog. Pero como me lo han contado deprisa, a vuela pluma, mientras me vestía, no he retenido la información para escribir el más maravilloso artículo de todos los tiempos. Las cité para esta tarde, para ahora concretamente, que me he puesto a escribir. Pero parece ser que se han olvidado de la cita, como yo me he olvidado de esa idea estupenda que me habían regalado. No me acuerdo de nada de lo que me dieron para escribir en el blog. Maldita sea mi estampa.
Seguro que era un tema que me iba a salir del tirón, tecleando al mismo ritmo que una máquina de coser haciendo costuras, saliendo los argumentos en torrente, casi sin darme tiempo para escribirlos. Pero nada. Por mucho que me concentro no sale ese tema maravilloso del que iba a hablar hoy.
Iba en el tren hacia el trabajo y mientras me hablaba mi cuñado, pensaba en cuáles iban a ser las palabras iniciales del artículo. Cuando estaba trabajando, miles de argumentos ne acudían a la cabeza para ponerlos ahí. Pero claro, como no puedo apuntarlos en ningún sitio, se me olvidan. Me concentro en las tareas cotidianas y ya no me acuerdo de nada de lo pensado. Cero patatero.
Pensaba poneros a cambio un soneto, pero veo a mejores poetas que yo en la red (¿verdad, Sonofotlon?) ¿y para qué aburriros con un mal rimado soneto, si hay versos mejores que leer?
Si fuera escritor de un periódico, estaría en un problema, porque cuando te pagan, tienes que responder cada día, pero lo bueno de que no me paguen por escribir, es que puedo hablar de lo que me dé la gana y opinar de lo que quiera, dado que soy mi propio editor y publico lo que me viene en gana.
Es una lástima que la memoria me falle. El tema sobre el que os iba a hablar seguro que os interesaría mucho, además que lo iba a explicar muy bien, porque cuando escribo inspirado las ideas me salen solas y los recursos expresivos los hago más brillantemente.
Alguien llama a la puerta. Voy a abrir ¡Mira tú qué casualidad, precisamente estaba hablando ahora de vosotras! Pasad, que no es frecuente vuestras visitas, pues sois caras de ver. Escuchad, tengo un problema: que se me ha olvidado éso que me dijísteis. ¿Me lo podías decir otra vez!
¡Ay, que ya me han recordado de lo que os iba a hablar!
Era de...