martes, febrero 20, 2007

Cuando yo tenía ocho o nueve años, compraba unos tebeos que se llamaban don Miki. En ellos aparecían los clásicos personajes de Walt Disney que todos conocemos: Miki, Minnie, el pato Donald, Daisy, Goofy, Pluto, el tio Gilito, los sobrinitos, los golfos apandadores... En mi ingenuidad infantil pensaba que todas esas historias, algunas muy brillantes, venían de la mano del señor Walt, pero... llegó un momento en que comencé a dudar. El tío Gilito, por ejemplo, unas veces tenía la cabeza más redonda y otras más apepinada. Unas veces, los trazos de la tinta eran gordos y otras finos. Había estilos que me gustaban más que otros. Casi siempre, los más regulares e idealizados eran los que más me agradaban. Yo aprendí a dibujar con esos dibujos, y me gustaba más imitar unos que a otros ¿Pero por qué? En teoría, todo lo dibujaba Walt Disney, pero en la práctica, yo detectaba que los dibujos eran de distintas manos.
Con quien más lo noté fue con el personaje que más me llamaba la atención, el tío Gilito. No me preguntéis por qué me gustaba más el pato avaro que otros personajes, pero el caso es que era mi favorito. El tío Gilito se había hecho rico con lo de la fiebre del oro, y tal vez por el frío pasado en el Klondike tenía unos trastornos de personalidad de historieta a historieta que no se me escapaban: unas veces era magnánimo y equilibrado, otras colérico y tirano. El tío Gilito estaba medio esquizofrénico. Además, unas veces su cabeza era redonda, otras parecía un melón y otras tenía el pico más grande que la cabeza.
De todos modos, os he de decir que en esos tebeos de don Miki me contaron cosas bastante interesantes; de hecho, creo que fueron muy buenos para ayudarme a entender el mundo. También ayudó que entre sus páginas había a veces unos reportajes "para niños" en los que descubrí, por ejemplo, qué era un punki.
Pero sobre todo, descubrí la diferencia entre una persona física y una marca comercial. Primero pensé que no era sólo Walt Disney el que dibujaba las historietas y escribía los guiones, que había otros. Luego caí en la cuenta de que ni tan siquiera eso: eran dibujantes anónimos los que hacían las historietas de los personajes creados con Walt.
Era como pensar que Philip Knight diseña y cose todas las zapatillas de Nike (como castigo, debería hacerlo una larga temporada).
Seguí leyendo esos tebeos, pese a que, en un principio, me sentí estafado. Pero como me gustaban tanto, se me pasó el enfado enseguida. Después de saber que walt no estaba detrás de Walt, establecí unas preferencias sobre unos dibujantes frente a otros. Unos me parecían más graciosos que otros y notaba quién hacía su trabajo con descuido y desinterés y quien ponía oficio y talento.
Lo que siempre me ha parecido mal es que esa gente no pudiera firmar las historietas que tanto me gustaban. Todo era Walt Disney, que era Dios. Con los años, me he enterado de una cosa que intuía cuando era pequeño: que Walt Disney apenas si dibujaba algo. Hoy sé que casi todas esas películas que vienen a su nombre están dibujadas por otros. Un periódico gratuito me ha confirmado la sospecha infantil. Pareces ser que encima, Walt Disney era un mal dibujante y muy mirado para el dinero
.Como el tío Gilito.
Con el tiempo, dejé de comprar don Mikis y me pasé a Mortadelo.
Por lo menos, de él siempre supe que lo dibujaba un señor calvete con gafas que fumaba mucho. Aún hoy todavía lo hace. Ese sí que es bueno de verdad.