martes, junio 19, 2007

Hace poco vi un documental harto interesante: CÓDIGO LINUX. En él nos daba una visión romántica del mundo de estos programadores que luchan denodadamente con el dominio casi absolutista con tintes de tirano de viejos vuelos que Bill Gates tiene en el mundo del software. Ellos se veían a sí mismos como unos caballeros románticos que plantan cara a la tiranía.
Bueno, creo que he puesto demasiada literatura a la cosa, pero por ahí van los tiros: de literatura y de programación.
Me llamó la atención, pues no era la primera vez que lo oía, que un programador comparaba el lenguaje de la programación con la poesía, es decir, una cosa con metros y con rima. Pues vaya, es una lástima que no entienda ni papa de programación para poder captar la belleza de los códigos que se emplean para crear, por ejemplo, un programa de procesamiento de textos como el que solemos usar las personas que tenemos por afición la poesía. Por lo que dicen, programar es escribir y desde luego, nadie negará que la escritura es un proceso de creación como lo es la programación.
Al igual que antaño hubo gente que le pilló vieja el rock´n´roll, creo que a mi me pilla viejo en iniciarme en el aparentemente maravilloso mundo de la programación, donde te pagan barbaridades por hacer lo que te gusta, que es lo que gusta a la generalidad de los hombres inquietos: crear.
Aparte de con la poesía, la programación también tiene similitudes con la novela, sobre todo en su período decimonónico: con eso de que en esa época se redujo la tasa de analfabetos una barbaridad, la gente amiga de las letras demandó mucha literatura, sobre todo novela que es el género triunfante de la centuria. Eso posibilitó que muchos escritores ganaran mucho dinero y fueran respetados: el ejemplo más famoso es el de Alejandro Dumas. Pero hay muchos otros. Al igual que Alejandro Dumas con sus tres mosqueteros, Linus Torvalds se ha hecho famoso y respetado gracias a hacer un programa informático que suele ser el usado por los expertos en informática: el linux. Se puede decir que el Finlandés Linux es el Alejandro del Siglo XXI.
Tal vez por eso, los que nos gusta la literatura nos equivocamos si queríamos vivir de algo creativo: la novela del siglo XXI tal vez no sea otra cosa que la programación, que viene en un lenguaje extraño que tal vez deberíamos hacer el esfuerzo de aprender aunque seamos viejos roqueros.
En fin, si mis hijos manifiestan inclinación por la escritura, no pondré reparos en animarles. Pero intentaré que la escritura que practiquen sea... la de la programación.