domingo, noviembre 05, 2006

Definitivamente, me gusta mucho el dibujante de humor Pallarés.
Hace pocos días os hablaba de Baldomero, el treintañero intelectual con muchas frustraciones encima. Hoy voy a hablaros de Olegario Gandaria, profesor de secundaria.
Se nota que Pallarés concoce bien el universo cerrado de un instituto: los profesores, traumatizados por dar clase, los alumnos, traumatizados por razón de edad. Todos están un poco locos. En fin, la vida de un instituto.
Cuando leo sus tebeos, me acuerdo mucho de mis tiempos de estudiante. Dice la gente que las cosas han ido a peor, pero yo creo que no. Los anhelos que refleja Pallarés en esos chicos son los mismos que los que teníamos en aquella época. Por un lado, el culto al hedonismo, por otro, el deseo de hacer realidad las utopías. Eso es en definitiva donde gastan las neuronas los adolescentes.
Luego está la desorientación ¿Para qué sirve esto que me están enseñando? Los chicos pierden el interés por lo poco práctico de las cosas que se enseñan en un instituto.
Es comprensible: tienes que madrugar y pasarte seis horas escuchando a gente cosas que no te interesan. Les comprendo en eso de madrugar; yo todavía no me he acosumbrado a los madrugones, sobre todo a los invernales. Ese contraste entre el calor de la cama y el frío de la casa todavía me echa para atrás.
Luego está el universo de los profesores. Ellos también tienen sus mezquindades, que intentan no manifestar dentro de las aulas. En general, a todos les mueve un sentido de servicio a la sociedad, creo que son pocos los que están ahí por la nómina de fin de mes. Si te dedicas a la enseñanza sólo por eso, mejor retírate. Concretamente, Olegario Gandaria dista mucho de ser el profesor a la vuelta de todo. Pese a su experiencia, todavía le sorprenden los alumnos. Lucha cada día por hacer interesantes cosas tan extrañas y ajenas para un público adolescente como son los poemas de García Lorca.
Compro El jueves todas las semanas y siempre miro esta página con cierta ansia; ansia de volver a participar en la vida de un instituto, esta vez como profesor.
Alguien me dijo que tal vez mi deseo de enseñar sea debido a que conmigo no lo hicieron muy bien. Bueno, yo creo que hicieron lo que pudieron.
Intentaré hacerlo lo mejor posible, si es que me llega la opostunidad.