jueves, noviembre 16, 2006


Querido sobrino:
Hoy hace un día gris; aunque los días grises han sido tradicionalmente símbolos funestos, tendremos que cambiar a partir de ahora ese significado, pues el mal fario vendrá por un día de sol tras otro.
No te parecerá extraño ver en noviembre que a los árboles no se les han caído las hojas, que la gente no lleve jerséis y que haya quien se bañe en las playas porque habrá veinticinco grados de temperatura, pero te parecerá incréible cuando te contemos que tu madre y tus tíos tuvieron días en los que podían jugar con nieve a la vuelta del colegio; para a ti, me temo, cielo, que no va a ser posible, a no ser que os vayáis a vivir a Groenlandia, antes eso sí de que no haya desaparecido por completo por el deshielo.
No me extrañaría nada que tú vieras en la estepa castellana una manada de camello salvajes correteando, o que te fueras de aventuras a recorrer el desierto de Santiago, antes llamado Camino. Tampoco me sorprendería que para beber vino tuvieras que recurrir a los caldos de una afamada bodega de Polonia, VegaVarsovia, dado que Francia,España e Italia se han especializado en el cultivo de higo chumbo ante la imposibilidad de seguir cultivando la vid.
Cuánto me indigna el pensar que tú a lo mejor no verás lo que yo vi, por nuestra mala cabeza; no verás el Hayedo de Montejo, verás los Tuareg de Montejo, una banda procedente del Sáhara que se acomodará en sierra norte de Madrid lindante con Guadalajara. Te marcharás de vacaciones a la playa, a Marina Dór II, secarral de vacaciones. Marina Dór I está ahora en medio del mar en compañía de la más desoladora nada porque ya nos habremos comido todo lo que se criaba en el mar.
Por cierto, que Marina Dór II estará en Albacete, quedará menos para que Madrid tenga playa.
Cariño, me fastidia que a lo mejor no veas las cosas hermosas que he visto yo y tal y como las he visto yo. Algunas ya es imposible que puedas verlas, pero para otras puede que aún quede tiempo.
Quiero que veas las hojas de los árboles caer en otoño y que tengas que ponerte guantes en febrero. Quiero que en abril tengas aguas mil para que en agosto no tengan problemas para llenar una piscina donde bañarte. Quiero que tu vida sea mejor que la mía si cabe y que, si te tumbas en un prado verde puedas soñar con un porvenir del que quizá estemos a tiempo de no privarte.