sábado, junio 30, 2007


España es el país del mundo donde más cocaína se consume. Será porque nos gusta demasiado la fiesta; será porque se ha pasado el tiempo del vino y una noche de cubatas en una discoteca resulta tan caro como pillarte una rayita.
No penséis que soy consumidor habitual de coca. Una vez, con dieciséis años, vi unos TAC del cerebro publicados en EL PAÍS en los cuales se mostraba los efectos de la coca y vaya que los había. Entonces decidí no probarla nunca, porque me quedó la sensación de que probándola, yo sería menos yo. Tal vez, si no hubiera visto aquellas fotos, la hubiera probado, reconozco que me gusta experimentar, y estaba al alcance de mi mano. A más de un conocido he visto en modo aspiradora en algún momento de la noche. Sólo con preguntarle dónde había conseguido la cosa... pero sin embargo, opté por pasar. Reconozco que el ver esas modificaciones en el cerebro me marcó bastante.
El tabaco también modifica los pulmones, y también he visto fotos de pulmones tuneados en negro antracita. Pese a que la importancia de los pulmones es incluso mayor (muchos hombres pueden vivir sin pensar, pero dudo mucho que puedan vivir sin respirar), reconozco que les he mostrado menos respeto que al cerebro, y me fumo con deleite y sin piedad los canutitos de papel rellenos de mierda. Pobres de mis pulmones, que alguna vez soñaron que eran aire.
Tampoco se puede decir que respete demasiado a mi hígado. Aunque no lo suelo castigar a diario, reconozco que a veces he abusado de su confianza y le he hecho trabajar más de la cuenta inútilmente. El hígado, aparte de vérselas con las grasas, hace dentro del cuerpo la función de limpieza, y limpiar es una cosa tan importante o más que pensar. Pero al igual que las señoras o señores de la limpieza no tienen de la sociedad el respeto y el sueldo que se merecen, el hígado de los borrachos es pobre de cuidados y objeto de chanzas y pitorreos de la cultura popular.
Ahora que lo pienso, los que menos han respetado el cuerpo desde siempre han sido los heroinómanos. La heroína es una sustancia que lo estropea todo muy bien, e incluso cuando se deja de tomarla, produce cagarrinas: no estás bien ni con ella ni sin ella, aunque los que la han probado dicen encontrarse muy a gusto en pleno viaje. Yo pertenezco a esa generación en la que muchos de sus hermanos mayores cayeron fulminados por el caballo mientras se iban de viaje. Le cogimos un miedo atroz a la heroína, no así a todo lo demás. No obstante, eso no quiere decir que el cerebro lo tengamos muy bien, porque luego están las pastis, la marihuana, el café o las compras: drogas muy malas para la cabeza, cada una en su estilo nos han modificado a capricho.
Empecé hablando de la droga ilegal favorita de los españoles y acabo hablando de casi todas. mucho vicio es lo que hay en este país.
En fin, niños no caigáis en la tentación de drogaros, y si lo hacéis, hacedlo en la única droga que da más gusto que ninguna y no produce adicción: el sexo.