Será por educación, será por creencias, el caso es que siempre he buscado un guía que me orientara en la vida. No sé si será que se me quedó esa frase que aparece al principio del Cid: "Qué buen vasallo, si hubiese gran señor" Craso error. Renuncié al único maestro con la potestad de dirigir mi vida: yo mismo.
No me malinterpretéis. No estoy haciendo aquí un ejercicio de arrogancia. Lo que estoy diciendo es que durante muchos años he renunciado al aprendizaje vital por mí mismo, a la auténtica madurez del ser humano. A veces me he sentido una veleta en manos de otros. No es que renuncie a lo que puedan enseñarme mi chica, mis hermanos, mis padres o alguien que me supere en experiencia o en conocimientos. Quiero recuperar a aquél al que repudié, el único maestro que me puede dar las soluciones pues es él quien las padecerá o se beneficiará de ellas en último término: este humilde servidor vuestro que os escribe.
tal vez sea una cosa propia de la gente de mi generación que como yo, hemos creído con fe ciega que siguiendo los pasos marcados nos comeríamos el mundo. Nada más lejos. Siguen mandando otros. Mientras, nosotros nos lamentamos porque nos suben la hipoteca, nos pagan poco y a cambio cada vez tenemos que estudiar más y competir con fiereza para que no nos coman la merienda en el momento menos pensado ¿Esa es la idea que tenemos de felicidad? Venga a subir la larga escalera. ¿Y después del último peldaño, qué?
"vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que muero porque no muero" Desgraciadamente, a diferencia de la poetisa, no es por el amor por lo que nos "desvivimos" Es por esa escalera que un maléfico guía nos ha dicho que subamos convirtiéndonos en seres desgraciados. Y mientras, el niño que éramos prorrumpe en lágrimas por salir. Ese que todavía no nos ha dicho todo lo que nos tenía que enseñar.
Ya no quiero guías. Mi vida es mi vida y sólo yo tengo derecho a equivocarme con ella. Buscaré a aquellos que quieran hacer el camino conmigo, siempre al lado, nunca delante de mí.