viernes, noviembre 02, 2007

"La cantidad de idioteces que habré hecho yo para calzarme a una señora"
La frase no es mía. La dijo José Luis de Vilallonga, ese aristócrata y escritor que dijo y escribió mucho y bueno. Lástima que nadie va a visitar su tumba. Una pena. Alguien que ha sido tan exquisito merecería que se comportaran de igual manera con él. Pero claro, la elegancia es una cualidad que distingue a muy pocos. Desde luego, no a sus herederos y allegados.
No imagino a una persona como él haciendo el idiota por una señora, pero él así lo confesó. Yo pensaba que eso era cosa de una persona como yo, plebeya, que me saltaba todas las buenas maneras habidas y por haber y claro, así me iba la cosa. Encima, me emborrachaba. En tal estado es difícil que una mujer te tome en serio, porque las mujeres, aún beodas, saben lo que hacen, y los hombres, muchas veces ni sobrios sabemos lo que hacemos. Parece ser que lo de hacer el tolili para ligar es mal que afecta por igual a todas las clases sociales, como las purgaciones y los piojos, que ayer vieron a Froilán, el hijo de la Infanta, rapado y rascándose la cabeza. Claro, que a lo mejor no tenía piojos; tenía pediculosis, que son los piojos de sangre azul.
El caso es que la idiotez afecta por igual a todas las clases sociales y no podemos por menos que agradecer la confesión de José Luis de Vilallonga. Claro que, don José Luis era un aristócrata raro, tuvo carné del PSOE y todo. Hablo de la transición. Desde entonces, los del PSOE se han aristocratizado un poco. Que se lo digan a Alfonso Guerra, que según Jorge Semprún en los consejos de ministros le hacían servir el desayuno a él solo en vajilla de alpaca. Y se creería elegante, el paria de la tierra.
Hoy es viernes y cien mil muchachos irán por las calles de Madrid y muchos harán el idiota por la raja de una falda. La ciudad será una enorme plaza de toros con cien mil morlacos en la busca de toreras que siempre sabrán cómo acaba la faena. Y serán idiotas por ellas. Como lo fui yo y como lo fue Vilallonga.
Sólo los elegantes serán capaces de reconocerlo algún día. Y los que queremos serlo.