sábado, julio 28, 2007

Franz Kafka trabajaba como burócrata en una compañía de seguros de Praga; Albert Einstein en la Oficina de Patentes Suiza de Berna; de resultas del tiempo pasado en esos trabajos hicieron unas obras fabulosas cada uno de ellos. Y yo, que conozco tan bien como ellos la maquinaria burocrática, sé por qué fueron capaces de hacerlo, independientemente por el talento que atesoraban cada uno de ellos: por escapismo.
Ver al cabo del día tantas vidas resumidas en la abstracción de los números y las letras fomenta el evadirse con otro tipo de abstracciones.
Mi trabajo es, como el de ellos, una sucesión de letras y de números entre los cuales están escondidas personas. Lo malo es que esas abstracciones ocultan tan bien al ser que hay detrás que se puede llegar a perder la conciencia de que en realidad se está tratando con personas y no con los datos que les representan.
No es casual que Einstein y Kafka entretuvieran sus horas de tinta y papel buscando abstracciones mejores que las de unos datos que encierran personas. Lo malo de ser burócrata es que manejas datos que son fundamentales y trascendentales en la vida de cada cual y se hace de una manera tan impersonal que puedes incluso perder la conciencia de que estás tratando con seres humanos. Eso es lo que pasó a los burócratas nazis, que rellenaban fichas de los judíos que iban al campo de exterminio como si recogieran las matrículas de los nuevos alumnos de las universidades alemanas. Ya lo véis, a unos les da por hacer buena literatura; a otros por revolucionar la física y a otros, por matar judíos. La burocracia es lo que tiene: que da tiempo para muchas cosas y contra lo que se cree, fomenta la creatividad.
No creo que yo llegue a ser una persona que haga cosas tan brillantes Como Kafka y Einstein, pero tampoco tan deleznables como esos oficinistas de la Alemania nazi, que utilizaban un rudimentario sistema de fichas , ideado por IBM, por cierto, con el cual clasificaban y organizaban el exterminio de los judíos.
Hay cosas que han cambiado de la burocracia: lo primero que ha cambiado es que ya no se debe asociar la mala burocracia al estado, ahora tenemos el ejemplo de las compañías privadas que son las que realizan las más mala y cruel burocracia actual, es el ejemplo de las compañías de telefonía españolas o las de seguros americanas (recomiendo ver Sicko). También ha cambiado que se asociaba un burócrata a lo de tener un sueldo para toda la vida. En eso, cualquier tiempo pasado fue mejor, yo lo puedo decir porque lo sufro en carne propia.
Ayer os conté cómo me preocupé de que, pese a sus malos modos, un señor tuviera su cita en el tiempo que dictaban los médicos. No sé si seré un buen escritor pero sí pretendo ser un buen burócrata, porque la literatura mala no mata, pero la burocracia mala sí puede llegar a hacerlo.
No me extraña que Einstein se dedicara a algo tan inofensivo como la física teórica.
Bueno, no tan inofensiva: no me acordaba de la bomba atómica, que produce metamorfosis que harían palidecer al mismo Kafka.