miércoles, abril 04, 2007

Según la época, existen lugares comunes a los que suelen acudir los escritores para citarse con las musas. A finales del siglo diecinueve y principios del veinte, a los escritores españoles les gustaba ir a los zaguanes. Los zaguanes, según mis recuerdos de la infancia, de veranos pasados en un pueblo de Castilla, son esos lugares fresquitos (a consecuencia de los anchos muros que se construían antes) de una casa que comunican directamente con la calle y eran donde se recibía a la gente. Los zaguanes eran lugares estupendos para colocar unas sillas de enea e invitar al visitante a un jarro de vino.
Con lo unido que ha estado el vino a la literatura, normal que a nuestros escritores les gustaran los zaguanes.
Lamentablemente, los zaguanes comenzaron a desaparecer con la generación de escritores de Camilo José Cela, que por cierto, a nada que metiera el campo en sus novelas y en sus libros de viajes, ya aparecían los zaguanes a tutiplén. En las ciudades no hay zaguanes, esos lugares tan literarios, tan placenteros y tan suprefluos. En las ciudades vivimos hacinados en pisos. Un zaguán es inconcebible, porque para que exista un zaguán debe haber ante todo, unas ganas de pasar el rato en paz. La vida en ciudad hay de todo, menos paz y espacio para un zaguán.
Casi todos los escritores que escribieron sobre zaguanes castellanos vivían en ciudades grandes en las que un zaguán era algo exótico:
"El zaguán parecía una fresca tiniebla(...)" (Ortega y Gasset)
"Sale la luz de una casa. Acerquémonos. La casa tiene un ancho zaguán: a un lado hay un viejo telar; al otro, delante de una mesa en que se ve un atril de música, hay un viejecito de pelo blaco y un niño." (Azorín)
""el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa". (Joaquín Sabina)
Bueno, menos mal que el maestro Sabina nos recuerda que los zaguanes nunca terminaron por desaparecer del todo.
Ahora es Semana Santa y queda ya poco para volver a mi pueblo de Castilla, donde se pueden ver zaguanes y no conformarte conque sólo sean escenarios de tus sueños .
Beatus ille aquél que en un zaguán besó al vino o besó al amor.