viernes, noviembre 24, 2006

No os he dicho que mi chica y yo vamos todos los viernes a bailes de salón y aunque ahora mismo lo que me apetece, después de un día de curro, es quedarme tumbado a la bartola, lo cierto es que cuando entro en clase de baile se me pasa toda la pereza y a bailar.
Hemos dado el tango, el merengue, la cumbia, la bachata, el swing variación, el sin variar, algo de vals, chachachá, el chotis (éste es fácil) y el pasodoble. La verdad, nos lo pasamos muy bien bailando. Solemos ir dos parejas, pero como mi cuñada se ha puesto malita, pues no hemos quedado un poco solos como los de Tudela.
Tengo que conseguir todavía algo de garbo bailando, en ello estoy. Me encanta cuando le pillamos el truco a un paso y algunos bailes, sobre todos los latinos, se me dan muy bien.¡Nos teníais que ver bailando la bachata!
A mí siempre me ha faltado algo de coordinación, y las clases de baile me están viniendo muy bien para poder mover mejor mi cuerpo, más armónicamente. No es cosa que me diga la profesora, es algo que veo yo día a día.
Hablando de mi profesora, es una mujer curiosa. Por un lado, está entrada en Kilos, pero por otro, teníais que ver lo grácil que puede llegar a resultar bailando. Parece una pluma cuando ejecuta un paso especialmente difícil.
No deja de ser una persona peculiar: enviudó hace mucho tiempo,y según confesión suya, al poco de enviudar, se puso el mundo por montera y desde entonces se come las noches de Madrid. Dice que ha habido momentos en los cuales salía toda las noches de la semana, y eso que después tenía que trabajar al día siguiente. Yo he sido también un fiestas, pero a mí las resacas me dejaban fuera de combate la noche siguiente.
Por cierto: que después del baile nos vamos a una casa y hacemos unas merendolas espectaculares; mi cuñado ha conseguido un vino excelente y claro, entre el baile y el vino pasamos una tarde del viernes bien entretenida. Mareada también.
En fin. Que eso de bailar está muy bien y es cosa que recomiendo.