lunes, diciembre 10, 2007



El otro día estuvimos viendo una película que recomiendo desde aquí por graciosa y porque te da qué pensar: idiocracia se titula. El argumento es que un soldado y una prostituta participan en un experimento ultrasecreto del gobierno norteamericano, pero por circunstancias que no vienen al caso les dejan en estado de hibernación por quinientos años. Despiertan en un mundo en que todos sin excepción son idiotas. Sólo piensan en ver la tele (de hecho no tienen que ir al baño pues cuentan con un curioso inodoro-sillón) y el programa estrella está protagonizado por un hombre al que constantemente golpean o se golpea en los testículos. La verdad, da que pensar. ¿Tendremos un futuro así?
Hoy, por ejemplo, en la televisión anuncian un curioso programa para teléfonos móviles. Consiste en que te ponen la pantalla en blanco luminoso para así poder iluminar en los conciertos: "olvídate de los obsoletos mecheros" , nos dice una juvenil voz en off. Leo, en letras muy pequeñas y no tan blancas, que el programita de marras cuesta 1,20 euros, y entonces recuerdo que puedes adquirir un mechero por cincuenta céntimos. Entonces, ¿Dónde está la ventaja de poder poner en tu móvil en modo mechero, si te cuesta más del doble que la forma tradicional de ambientar los conciertos? Además, con el mechero se pueden encender hogueras, utilidad que a día de hoy no cuentan los móviles, aunque todo se andará. Por si fuera poco, con las hogueras se pueden hacer señales de humo, luego los mecheros sirven para iluminar conciertos y para la comunicación a larga distancia. Encima, cuestan menos que los móviles y los programas creados al efecto. A veces, hasta duran más que esos dichosos cacharros.
Pero sigo. También relacionado con móviles. Anuncian que puedes compra un jueguecito que estaba muy de moda en los años ochenta en las salas de máquinas recreativas. Muchos de mi edad lo recordaréis: se llama super-pang, donde las bolitas saltaban y saltaban, sólo que ahora, los fondos en lugar de ser de todo el mundo, son de territorio patrio. Incluye un fondo en el cual se ven el toro de Osborne y los molinos de viento. Qué chulada. El precio de tener el juguetito en tu móvil es de 1,20 euros también. Sin embargo, hace años que desde Internet el que lo desee se puede bajar un programa llamado MAME, el cual emula esas viejas máquinas recreativas para solaz de nostálgicos de la infancia. No cuesta un duro y trae hasta 2856 programas tan buenos o mejores que el superpang (sin molinos y sin toro, pero trae una representación preciosa del Alcázar de Segovia), todo gracias a las redes de archivos compartidos. Desde luego, no tienen razón para abolir esas redes, pero motivos, más que sobrados. Por cosas como ésta no me extraña que gentes como los que han pergeñado la película digan que caminamos a un mundo de idiotas, pues tal es así como nos quiere el mercado: idiotas y consumistas, vendiéndonos cosas inútiles al precio de tres barras de pan (aunque los precios que están adquiriendo los productos básicos, entre ellos los derivados del trigo, puede que acabe con esa curiosa paradoja).
Nos toman por idiotas y tal vez lo seamos. Pero no quiero pensar que los que vendrán sean más idiotas que nosotros, por eso espero que el pesimista mensaje de la película (envuelto, eso sí, de gran comicidad) nunca se haga realidad. Y que se deje la gente de gastar el dinero en memeces, que hay que pensar en el futuro.