sábado, octubre 14, 2006

Hoy voy a hablar de otro personaje con complejo de Peter Pan: Baldomero.
Se trata de un treintañero que todavía vive con sus padres y está en el paro. En sus ratos libres, junto con otros intelectualillos de medio pelo, hace una revista de la que esperan proyectarse al infinito de las letras y más allá, sin querer darse cuenta que el rollo cultureta es una merienda de negros en la cual la gran mayoría no ha sido invitada.
Baldomero, encima, depende económicamente de sus padres y es patético verle cómo registra la cartera de su padre para arañar algunos euros.
Otro de los problemas de Baldomero es que le encantan las mujeres, pero como no encaja en el perfil de guaperas y triunfador, nunca se come una rosca.
Es un moderno Quijote que tiene en su mente a un Baldomero platónico que nunca coincide con el baldomero que proyecta, el que todos vemos, el "Bajito, calvo y sin dinero"
Pero ojo, ahora que yo estoy un poco bajo de ánimos, veo lo indispensable que es en nuestra vida ese ser maravilloso que nosotros creamos a partir de nosotros mismos. Ese ser de voz maravillosa que no coincide con la oímos en el contestador cuando comunicamos desde fuera a nuestra casa; ese ser maravilloso más delgado y guapo que nosotros, que es tan inteligente y al que se le ocurre tantas frases ingeniosas, que podría emprender con éxito cualquier cosa que se proponga.
A mí se me está destruyendo ese ser poco a poco, como un castillo al que destrozan piedra a piedra. Los primeros aldabonazos, fueron los de mis compañeros del colegio en el patio de recreo, el segundo aldabonazo, fue el primer desengaño amoroso en la adolescencia y ahora yo, que por culpa de éstos y otros avatares, he perdido mi autoestima.
Hay que cuidar un poquito a nuestro yo interior, porque es el motor que nos permite progresar.
Una vez le oí contar una anécdota de Victoria Abril de sus comienzos como actriz: Básicamente, le dijo una monja que dirigía el grupo teatral de su colegio cuando tenía quince años: "no vales como actriz". Tal vez si Victoria Abril hubiera interiorizado esas críticas jamás hubiera sido la excepcional actriz que ha llegado a ser.
La buena consecuencia de tener un ego como un caballo de grande es que puedes llegar a ser lo que tú te imaginas para ti. La mala es, que, según dicen algunos que la conocen, Victoria Abril es un ser insoportablemente egoísta.
En fin, quererme un poco más sin ser insoportable.
¡Ah! y tendré que castigrame menos con el sarcasmo que me regala mi baja auoestima