Opina mi querida amiga Almudena que el problema que tenemos algunos bitacoristas (existe blogueros, ¿Pero acaso no es mejor esta palabra que me he inventado?) que escribimos mucho, y creo, Almudena, que el problema no es que escribamos mucho: es que a lo mejor nuestros textos no son lo suficientemente atractivos para los días que corren.
En este mundo ciberespacial y de multimedia, de explosiones, ruidos y colores, cuatro letras puestas con más o menos ingenio no son tan espectaculares como una película de cine, un videoclip o un videojuego. Bueno, en realidad puede llegar a decir mucho más que muchas de estas cosas, pero unas cuantas líneas escritas a vuelapluma las más de las veces, como solemos escribir los "bitacoristas", suelen pasar desapercibidas.
Mi bitácora es la historia de uno que tiene más problemas que algunos pero menos que la gran mayoría de los que pueblan este mundo, y que es feliz pese a que tenga momentos de amargura. Su biografía la pueden contar entre muchos. Como cuando en el colegio alguien empezaba una historia, otro la seguía, otro más sucedía a ése y así toda la clase. Porque la historia que yo cuento es la historia de personas que son iguales que yo en deseos, esperanzas e ilusiones. Son la suma de ilusiones de una clase, de un patio de colegio.
Las bitácoras parecen lo más nuevo del mundo, pero en realidad son lo más viejo, porque es escritura. ¿Qué más da escribir en un papiro que con un teclado de ordenador?
Tal vez por eso hay la sensación de que los blog han envejecido pronto y Almudena se ha cansado de leer y llegará el momento en que yo me canse de escribir, porque después de todo, esto está dedicado a vosotros, mis apreciados lectores.