miércoles, octubre 24, 2007



Leo un soneto de un tal Fernando de Herrera, poeta semidesconocido del siglo de Oro, el cual resume muy bien mi estado actual:

Subo con tan gran peso quebrantado
por esta alta, empinada, aguda sierra,
que aún no llego a la cumbre, cuando yerra
el pie, y trabuco al fondo despeñado.

Del golpe y de la carga maltratado,
me alzo a pena, y a mi antigua guerra
vuelvo; mas ¿qué me vale? que la tierra
misma me falta al curso acostumbrado.

Pero aunque en el peligro desfallezco,
no desamparo el paso; que antes torno
mil veces a cansarme en este engaño.

Crece el temor, y en la porfía crezco;
y sin cesar, cual rueda vuelve en torno,
así rebuelvo a despeñarme al daño.

Este poema me ha hecho tomar conciencia de que soy Sísifo el Opositor. Mis apuntes son la pesada piedra que tengo que subir colina arriba durante ocho horas diarias o más; tengo delante de mí una montaña muy grande con una ladera muy empinada. Por si fuera poco, si llego a la cima por éste mi más meditado y preparado ascenso, todo apunta a que la piedra volverá a bajar, pues no tengo puntos de méritos al no haber trabajado antes como docente. Lo más probable es que no obtenga nota suficiente para obtener la ansiada plaza fija.
Con la nueva normativa de las oposiciones a secundaria, los que no hemos trabajado nunca nos hemos convertido en Sísifos cuya piedra amenaza volver al valle una y otra vez: sin experiencia, no tenemos trabajo; sin trabajo, no tenemos experiencia. Un pétreo y frío círculo vicioso.
Una ladera que subí hace poco fue una reciente oposición en la que ofertaban siete plazas de auxiliar administrativo: Tuve una excelente puntuación en el examen psicotécnico, pero de nada valió ante los méritos que presentaban los opositores más veteranos. Muchos de ellos tuvieron una puntuación de examen más baja que yo. Sin embargo, para ellos fueron las plazas fijas mientras que yo estoy en el paro. La piedra volvía a estar en donde ni a Heidi se le ocurriría ir.
En mi vida laboral consta que tengo ocho años de experiencia laboral, toda una serranía con sus altibajos. Obligado por las circunstancias he tenido que trabajar donde me salía y no me ha dado tiempo ni he tenido la oportunidad de reunir méritos suficientes para tener trabajo fijo de auxiliar administrativo o de profesor. Qué harto estoy de esta siniestra concavidad.
Yo no estoy en contra de que a la gente que previamente ha trabajado en la administración se le valore su labor previa, pero se está valorando tan desmesuradamente que los que no tenemos experiencia suficiente se nos imposibilita el trabajar, demostrar que podemos ser excelentes profesionales también, una vez repuestos del ataque de piedra.
Si por mí fuera, dividiría las plazas en dos grupos: unas plazas las ofrecería a los alpinistas que se presentaran sin méritos y otras para los que sí los tengan. Así sí que habría igualdad de oportunidades. Tal y como estamos ahora, es una quimera para el que no tiene experiencia laboral acceder a ciertos puestos de la función pública. ¿Hay acaso otro camino para conseguir experiencia que el trabajar?.
De seguir así, seguiremos siendo Sísifos opositores eternamente, que por muchas veces que subamos piedras a la ladera, siempre se nos volverán a caer.
Yo, de verdad, no quiero ser mitológico. Me conformo con ser un vulgar alpinista que sólo estuvo en la cúspide una vez. Eso debería ser suficiente para toda una vida.