miércoles, julio 18, 2007

Otra mariposa que bate sus alas en Indonesia. Hay veces que la actualidad te pone en bandeja el artículo, casi que te lo escribe ella sola, siendo tú su mero instrumento.
Leo en el periódico: "Nike despedirá a 14.000 obreros en Indonesia". Si habéis leído el libro de NO LOGO de Naomi Klein, sabréis que la situación de esos 14000 indonesios estaba muy lejos de ser el paraíso del proletariado. Con todo, ellos se quejan porque les han dejado sin la posibilidad de seguir alimentando a sus familias. En fin, lo de siempre: otros mineros que se quedan sin mina de carbón sucio de silicosis, otros faroleros que se quedan sin luz de gas infecto.
Estoy seguro que no echarán de menos las largas jornadas laborales, ni esas estúpidas zapatillas de plástico que su empresa cobra a once dólares a Nike y ésta a su vez las vende a cien. Tampoco echarán de menos a la propia Nike, su patrón verdadero, la que les ha hecho su vida un infierno y la que es responsable última de que les hayan dejado tirados como una colilla.
Ahora recurren al gobierno de Yakarta, ése que ha permitido (y permite) a la multinacional hacer todo tipo de tropelías "en aras de la prosperidad económica del país" Y si no han hecho nada por ellos hasta ahora, ¿Qué piensan que hará ese gobierno corrupto a partir de ahora?
Nike se va con su gallina de los huevos de oro con forma de zapatillas de plástico a otra parte, y me temo que será a un punto desconocido del globo donde harán zapatillas en peores condiciones si cabe. Ojalá me equivoque, y la mala prensa que siempre ha tenido la marca haya hecho mella y hagan buenas zapatillas con unas buenas condiciones laborales. Pero mucho me temo que no. Si no, ¿Por qué, en vez de irse, no han decidido quedarse y mejorar las condiciones de los obreros yakartíes que ahora dejan en la calle?
Por las que sin duda no siento ninguna pena son por las empresas HASI y NASA, las dos subscontratas que facilitaban mano de obra barata a la multinacional norteamericana. Me alegraré de que caigan en la más absoluta bancarrota, como me alegraría si pasara lo mismo con la firma de deportivos.
No sé es si debo alegrarme o entristecerme de la noticia. Pena siento por los obreros, a los que Nike ha martirizado cuando ha estado y cuando se ha ido. Pero también siento cierta alegría, porque esto pone otra vez en la superficie la calle la ponzoña de las lagunas putrefactas que son las multinacionales como la de las zapatillas. Tal vez, y espero no dejarme llevar por un optimismo excesivo, esto no sea otra cosa que el síntoma de que cada vez nos engañan menos y que sus miserables políticas de imagen y publicidad cada vez les van a servir de menos.
El día que desaparezca Nike de la faz de la tierra, entonces, sí que la alegría será completa. Nike, Just do it. Nadie te lo agradecerá bastante.