sábado, junio 23, 2007


Hablando de viajes que nos llevan al estrecho de Bering, se me queda corta esta vida para resolver el cubo mágico de Rubik. Sé que muchos lo habéis hecho: bien porque alguien os ha soplado la forma de hacerlo, porque os metisteis en el baño durante el recreo y con paciencia y cuidado fuisteis cambiando las pegatinas una a una, o bien a base de talento y obcecación disteis con la forma de que todos los colores estuvieran ordenados, cada uno en su lado. Yo, sin embargo, no conseguí más que acabar la tarde atolondrado y del puñetero cubo de Rubik sólo conseguí que un lado apareciera monocolor. Diablos, qué difícil era.
Veo en la wikipedia que tienen la forma de resolverlo. No lo voy a leer, me voy a comprar un cubo de Rubik (no sé dónde los voy a poder encontrar). El cubo de Rubik es uno de los enigmas de mi vida que no me he esforzado por resolver...bueno, un poco sí.
En mi vida hay muchos cubos de Rubik: por ejemplo, la arquitectura (¿Cómo diablos se las ingenian para hacer unas estructuras así), la ingeniería (los aviones son prodigiosos) o, como os dije un día, la programación informática. Por no hablar de la medicina y tantas otras disciplinas de las que no creo que tenga una inteligencia capaz de entenderlas y mucho menos desarrollarlas. Aunque dicen que el hombre es capaz de todo, quién sabe.
Dichoso cubo de Rubik. Mi enigma irresoluto. ¿Todavía los seguirán vendiendo?