viernes, julio 06, 2007

Los dos coches avanzaban por la carretera echando un pulso a la oscuridad con cuatro pequeños ojos. Era una batalla perdida. La oscuridad es omnipotente y se ríe de la insignificancia de diez muchachos, a los que hace desaparecer de un plumazo por mucho que avancen. La batalla está perdida, y somos muy frágiles.
- Jolines, qué noche más cerrada. No se ve nada. A ver si llegamos una vez a Campaspero- Comenta Marta, que va sentada en el asiento del copiloto, al lado de César.
- ¿Veis que vengan detrás el coche de los colegas de mi hermano?- Pregunta César.
- Sí, veo el Clío blanco. Y veo a tu hermano, que me está haciendo muecas ¡Será cabrón!
- Bueno, ya queda poco. Veo las luces de pueblo un pueblo grande a lo lejos. Creo que ya estamos llegando.
Efectivamente, a los pocos minutos, la música de la feria empezó a entrar en el habitáculo del coche "uhhh, baby I love your way" Empezamos a bailar dentro del coche. Qué ganas de marcha teníamos todos.
- César, aparca donde puedas por aquí, porque si avanzas más hacia adentro del pueblo, hay menos posibilidades de encontrar sitio- Dijo Marta.
- Joder, cómo está ésto de coches. Ha venido media provincia de Segovia. Madre mía, si es que no cabe uno más. Voy a ver si en este descampado queda algún hueco libre...Efectivamente. Para los dos Clíos. Comienza la fiesta ¡A quemar Campasperooooooo!
- Tíos, somos los putos amos-Decía Tomás.
Lo primero, había buscar a los miembros de la pandilla que habían venido antes, pues ya llevaban aquí un rato. Después, ir a los sitios que nosotros llamábamos los monos. Los monos eran los sitios donde nos aprobisionábamos de bebida, generalmente cerveza. Tenías que tirar a tres monigotes con tres pelotas. Si lo lograbas, te daban
una litrona. En mi pandilla había muy buenos tiradores, con lo que casi siempre había premio. y buenas borracheras, claro. Beber nos era relativamente poco costoso.
No toda la gente de la pandilla había venido. Se habían quedado, por ejemplo, mi hermano y Javi, el hermano de Tomás. Jorge había venido en el coche de su hermano, que era guardia civil, que casi siempre se libraba de los controles de alcoholemia enseñando la placa. Es más, a veces, el muy caradura se permitía el lujo de amonestar a sus compañeros de servicio, llevando encima media botella de J&B. Cosas de la benemérita. En fin, de nuestra pandilla estábamos en Campaspero, si la memoria no me falla, Zoila, Jorge, Mariluz, Raquel, César, Marta, Roberto, los amigos de Roberto, Tomás y yo.