Una cosa que hecho de menos de los veranos de mi infancia es la cantidad de tiempo libre del que disponías: para bañarte, para leer tebeos, para jugar a la pelota, para ir con los amigos... El verano era eterno y yo creo que todos echamos de menos esa sensación de eternidad, que en la infancia no era otra cosa que aburrimiento. Fue en verano cuando, en una piscina pública de mi localidad, empecé a leer con afición los tebeos de Mortadelo y Filemón, sin duda, dos de los grandes iconos de la cultura popular.
Los personajes que ha estado dibujando toda la vida Francisco Ibáñez han tenido una importancia capital a la hora de aficionar a la lectura a miles de jóvenes. Ya he dicho en una entrada anterior que hacen muy mal en despreciar ciertos críticos la literatura menor, pues es la antesala de la literatura de más altos vuelos. Sin duda, Mortadelo y Filemón han sido los propiciadores de que muchos de mayores nos hayamos convertido en ávidos lectores. Por eso, mucho cuidado con arremeter con Harry Potter, porque la gran magia que puede hacer es que legión de adultos en el futuro valoren la cultura.
Ahora, para mí, no se pueden comparar los tebeos de Mortadelo con el Potter. No puedo ser objetivo en este punto. Comparando ambas obras, creo que los tebeos de Mortadelo les da varias vueltas a los libros de la anglosajona. Por capacidad inventiva, por talento, por todo. Es una lástima que los latinos siempre perdamos la batalla de la notoriedad frente a los anglosajones. Si Mortadelo hablase inglés, posiblemente Ibáñez coleccionaría Ferraris como lo hace Uderzo.
Por tener, tiene Ibáñez hasta el don de la profecía: en una viñeta muy anterior a los terribles atentados del 11-m , Francisco Ibáñez dibujó un avión incrustado en una de las torres Gemelas. No creo que se deba a que el dibujante sea un nuevo Nostradamus, más bien se debe a que nuestro genial creador a dibujado tanto y de tantas cosas, que no es extraño que sus tebeos hagan extraños guiños con la realidad.
Sirva este pequeño texto de homenaje a tan genial autor y por favor, sigue alegrando los veranos eternos de los niños.