Una de las cosas que he aprendido de la utilización del ordenador es que la mayoría de las cosas que me pasan es a consecuencia de mi propia actuación. Me explico: recuerdo que cuando empecé a usar con frecuencia las herramientas informáticas, me desaparecían los textos misteriosamente, de repente el ordenador hacía cosas como por arte de magia. Siempre acudía alguien más ducho que yo y me decía: "te ha ocurrido esto porque le has dado a esto otro" Entonces yo decía la famosa frase de Steve Hurkel "¿he sido yo?" y me quedaba con cara de idiota. Efectivamente, el incidente informático no era a causa de los espíritus malignos que parasitan mi microprocesador y confunden a mi memoria RAM. La culpa era de mi desconocimiento de la cosa informática.
Aún hoy hay demasiadas cosas que no controlo de los ordenas. Todavía me encomiendo a los dioses del ciberespacio cuando me enfrento al misterioso mundo de los ceros y unos.
Pero una de las lecciones que he aprendido con la utilización de ordenadores que me vale para mi vida cotidiana y para mi actividad profesional es que por desgracia, la gran parte de las cosas malas que me ocurren es por culpa de algo que he generado yo. No puedo echarle la culpa ni al empedrado ni a otras personas.
En todos los aspectos de mi vida pasa igual: estoy aquí y estas son mis circunstacias. Las cosas malas que me ocurren son algunas producidas por cosas que no he hecho, pero la mayoría sí son fruto de mi ejecutoria.
En fin, espero y deseo que en mi vida no tenga errores que me hagan perder todo lo redactado en mi procesador de texto existencial. También espero que mis decisiones no repercutan malamente en mis seres queridos. Yo estaré bien si ellos están bien.