miércoles, diciembre 13, 2006


Bueno, en el paro otra vez.
Recuerdo que en los buenos tiempos, cuando yo era interino y tenía un contrato más o menos estable, no como ahora, que entro y salgo de mi nuevo trabajo como si fuera un yo-yó, que pensaba que no estaría mal pasar de ser de funcionario interino a funcionario fijo. Consolidación del puesto, que llamaban, pero claro, uno del sindicato, con buen criterio, me sacó del error:
-¡Qué dices, hombre! ¿consolidar tu puesto? ¡Tienes que pasar unas pruebas selectivas!
- Pero si las he pasado. Tuve que hacer un sicotécnico, aprobarlo y luego hacer una prueba a ordenador.
- Sabes tú como yo que eso era para una bolsa de trabajo temporal. Eso no vale para hecerte fijo.
Total, que no era legítimo el querer quedarme fijo en mi puesto de sueldo digno, con horario más que aceptable, pagas de vacaciones y navidad. "es verdad, tiene razón ¡Menos mal que el del sindicato me ha sacado del error!"
Pero llegó el día en que me tuve que ir. Y me cagué en los muertos del sindicalista.
Por no defender mi puesto y porque no hay nada más legítimo que mi aspiración de ser fijo en una empresa, estatal o no. Me da igual lo que digan las leyes, porque ya dije en alguna ocasión en que hablé del tema que una cosa es lo legal y otra cosa es lo justo. Justo era que yo me hubiera quedado en ese puesto, con la grapadora y los bolígrafos, que esos sí que tienen puesto fijo en el despacho donde yo estaba. Qué tiempos los que corren en que llegamos al absurdo en que los bienes fungibles tienen más derechos que los propios trabajadores que los utilizan.
Lo que yo pienso es que, desde que un trabajador entra por la puerta de una empresa, estatal o no estatal, debemos defender a ultranza su derecho a quedarse en ella, siempre y cuando las actividades de esa empresa no hayan cesado.
Ahora me estoy acordando de mis dudas, de incluso mi sentimiento de culpa por querer quedarme con mi puesto. Ya no los tengo. Ahora tengo la certeza de que era justo que yo siguiera ahora trabajando allí.