martes, febrero 13, 2007

Había una mujer que era muy optimista, pero escribía unos poemas tan terribles que todos aquellos que los leían entraban en una melancolía muy profunda. Empezó a escribir con quince años, y tenía una amiga a la que quería más que a nadie en este mundo. la quería tanto que le dedicó uno de sus primeros poemas en una tarjeta de felicitación que escribió con motivo del cumpleaños de ésta:
"Esos hierros que ahora son cadenas
que tienen a tus dientes cautivos
se conviertan en mariposas que podrás guardar
entre los pliegues de grasa que rodean
tu ombligo"
Su amiga, al leer esto, comenzó a ponerse roja y a continuación, un torrente de lágrimas empezaron a caer corriente abajo hasta llegar al canal de sus pechos, que ya por entonces empezaban a presentar un volumen considerable. La gran amistad se perdió para siempre. Ahora son, simplemente, conocidas que intercambian un hola y adiós en el super. Un día, se encontraron en la cola de la pescadería, y obligadas por las circunstancias, conversaron:
-¿Cómo te va?
-Bueno, ya por fin termino la tesis
-se te ve bien
- a ti también. Lo bueno que tenéis las gorditas es que no os salen arrugas. Dicen que es por la grasa de la piel.
¿por qué, de entre las miles de cosas que la podía decir, le salieron justamente esas palabras?
Ella pensaba que las viejas rencillas habían pasado. Pero vio cómo, otra vez, la que fuera su amiga se le ponía la cara roja.
Pero estamos adelantando acontecimientos: con dieciocho años tuvo su primer novio, al que conoció porque éste repitió el último curso de bachillerato. Muchas tardes de aquel año estuvieron yendo a un parque donde pasear su amor. Cuando volvían a sus respectivas casas, ella volvía a sus estudios y él a su videoconsola. De resultas de
de ambas conductas, ella al final de curso sacó varios sobresalientes y notables y a él le quedaron tres, una menos que el año anterior. Antes de ir a la fiesta de fin de curso, quedaron como siempre en el parque. Ella, quería hacer el momento más especial si cabe, regalándole el libro de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" con la siguiente dedicatoria.
"Cariño, te regalo este libro,
que tal vez no entiendas
(no te preocupes, que yo te explicaré lo que haga falta)
aunque tengas inteligencia media-baja,
yo te quiero.
Todos somos seres limitados
¿Por eso estar contigo va a ser malo?
El chico tiró el libro y la dejó sola en el banco. Ella no sabía qué pasaba. Pero intuía que ese día marcaba el fin de sus días de instituto y de adolescencia.
La última vez que vio a su ex-novio fue en esa misma noche, en el hospital. Ingresó por coma etílico.
Ella no sabía por qué la gente reaccionaba tan mal. Su padre siempre le había dicho que debíamos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros, y ella siempre había procurado portarse bien con los demás. Pero siempre las personas a las que quería terminaban por abandonarla. No sabía por qué. A su ex amiga le había prestado libros, le había dejado dormir en su casa. A su ex-novio le había ayudado en los estudios, con poco éxito. Esa misma noche, se quedó hasta que por fin despertó del coma. Si siempre se había portado bien, ¿por qué la abandonaban?
En la universidad, formó parte de un grupo de amigos que en primero de carrera se llevaban muy bien. Siempre estaban en la cafetería juntos y los fines de semana quedaban para salir. Hasta que llegó un día, que en el grupo empezó a haber mal ambiente, empezaron a llevarse mal entre ellos. Había dos facciones irreconciliables, y ella estaba en medio de las dos. Acabaron por dividirse. Ella no entendía por qué. Hasta que un día, una de las que fueron sus mejores amigas de universidad, le espetó:
- No te enfades por lo que te voy a decir, pero parte del mal rollo es debido a que tú te has ido de la lengua.
-¿queeee? ¡Pero si a mi me ha pillado en medio siempre dentro de vuestras discusiones!
- Ya, pero no sé cómo te lo montas, pero siempre te las arreglabas para sacar en todas las conversaciones los temas más escabrosos. pensábamos que lo hacías a posta,
pero luego nos dimos cuenta que lo haces sin mala intención, pero eso sí, alguna de las cosas que dijiste cayeron como una bomba.
-Pero qué me dices, tía. Si yo nunca pretendí hacer daño a nadie.
-Si no lo dudo. Pero no sé como te las arreglas para crear situaciones embarazosas.
Después de eso, apenas hablaba con la gente. Se volvió una gris sombra. No hablaba por no meter la pata. Su problema, su enorme problema, es que le habían hecho incapaz para la mentira. Se acordaba frecuentemente de aquel cuento del niño que fue el único que vio al rey desnudo, y ella lamentó haber sido tantas veces ese niño. Se acordaba también de ese dicho que decía que la verdad siempre resplandece al final, cuando se ha ido todo el mundo. Por eso ella se encontraba tan sola. Se había ido todo el mundo. Para paliar su soledad, escribía poemas sobre todo, pero todo a sus ojos, era gris y ruinoso.
Cuando estaba en quinto de carrera, decidió presentar un poema largo para el certamen
que organizaba la universidad. Lo ganó. En el breve discurso que dijo el organizador del certamen, el catedrático de literatura renacentista, le dedicó las siguientes palabras:
...Una de las razones por la que hemos dado el premio a esta joven poetisa es porque el jurado hacía tiempo que no nos encontrábamos con un uso más acertado de la sátira u de la ironía. El triste juego de imágenes y máscaras, que parecen reales, no lo son. Son deformidades de lo real, juegos, que nos propone la poetisa y que el lector inteligente debe de aceptar de buen grado. Debemos mirarlos con la alegría de que en el fondo, no todo está perdido.
¿Pero qué dice este hombre?-Pensó ella- Yo no deformo nada. Yo cuento lo que veo. Yo no soy irónica ni satírica. Yo no hago nada de lo que él dice que hago. Se supone que es uno de lo mejores críticos literarios de este país. Qué está diciendo. Yo no hago nada de eso.
Cuando subió al estrado a recoger el premio, se limitó a decir gracias, dejando a todo el mundo sorprendido por el gran laconismo con el que recibió el premio.
Estuvo varios años más en la universidad preparando la tesis titulada "la apariencia y la mentira en el teatro del siglo de Oro" y no fue más que una sombra que iba y venía en los pasillos del Departamento.
La verdad tiene que caer en suelo fértil, dice otro aforismo y esta sociedad es un verdadero secarral, yerma de sinceridad. Cuando terminó la tesis, decidió coger una beca e irse a Japón, donde, por el desconocimiento del idioma, no tendría que preocuparse por abrir la boca y decir una inconveniencia. Por lo menos, hasta que aprendiera el idioma, si es que le daba tiempo a aprenderlo en el año que le duraba la beca.
Hace ya algún tiempo que la verdad huyó de este país. No importaría nada que su majestad el Rey diera el próximo discurso de navidad desnudo.
Sospecho que nadie se iba a dar cuenta.