jueves, octubre 12, 2006

Hoy es doce de octubre, día de las fuerza armadas. A mí, plim.
Sí, porque hoy se parece a cualquier otro día como los que llevo desde hace un mes que se me acabó la interinidad: fastidia decirlo, pero los festivos molan cuando estás trabajando, por que son realmente días de regalo, parece que los disfrutas más.
Lo bueno es que tengo a mi chica en casa. El verla revolotear alrededor de mí mientras yo estudio, lejos de molestarme, me da muchísima alegría.
Puede que suene machista, pero estoy un poco fastidiado porque ella salga a trabajar mientras yo me quedo en casa. Hace un tiempo leí en un ejemplar de la Muy interesante que la perspectiva que se espera de los nuevos marginados es que sean predominantemente varones y maduros. ¡Horror! Yo camino con paso ligero hacia la madurez y si a ésto añadimos que ahora las parejas se separan con una facilidad enorme, pues, la verdad, me entra mucho frío cuando me asomo por la puerta de mi futuro.
Mi chica me quiere y yo la quiero a ella, pero ya sabéis lo que dice el refrán: cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana; y aunque estoy con uno de los seres menos egoístas que habitan en el planeta, a veces tengo miedo de que los problemas que puedan sobrevenir a consecuencia de mi falta de trabajo. Sé que ella me apoyará, pero no puedo decir que no tengo miedo de que ésto afecte a nuestra relación.
También es verdad de que no hay que tomar en serio a la Muy Interesante. Tiene nulo prestigio entre los hombres de ciencia. Einstein seguro que no la leería, pese a que publican su caricatura cada dos por tres. Sobre todo le pintan sacando la lengua. A lo mejor es que acaba de leer algún artículo que no le ha gustado.
¿Veis la fecha de arriba? Pues llevo desde hace un mes estudiando como no lo he hecho nunca para sacarme la oposición que me posibilitarán dejar los contratos temporales y, sobre todo, el jodido paro, que es la situación en la que me encuentro ahora.
Empecé a estudiar un poco antes que el curilla de Cuéntame cómo pasó, sí, ése que colgó los hábitos para casarse con Inés, la hija de Mercedes y Antonio. Él también quiere sacarse las oposiciones a profesor de instituto y me temo que, como me dice mi amigo el sarcástico, las aprobará antes que yo porque es mucho más listo. Como podéis ver, mi amigo el sarcástico no desaprovecha la ocasión para decirme lo tonto que me considera.
Sé que el cura que interpreta Pere Ponce se sacará las oposiciones antes que yo, no porque lo diga mi amigo el sarcástico, sino porque una cosa que me ha enseñado la tele es lo siguiente: todo lo que es fácil de conseguir en la pequeña pantalla, en el mundo real nos cuesta sangre, sudor y lágrimas el obtenerlo o directamente no lo conseguimos: El hombre o la mujer que amamos nos quiere como amigos, la casa con porche nos cuesta 500000 euros, el espectacular golazo que nos hizo dignos de entrar en la historia del balompié no lo recordará ninguno de los compañeros del colegio que vio como lo marcábamos y si le quieres dar una lección a alguien que te ha agraviado, lo más probable es que te acabe humillando una vez más. O como me pasó una vez a mí, que un acosador moral de esos que llaman ahora y que antes llamábamos directamente hijoputa acabó echándome del trabajo, amparándose en mi condición de temporal y valiéndose de su poder de fijo y cizañero ante el jefe. Por cierto, de la temporalidad es otra de las cosas de las que os quiero hablar en este blog: hay tiempo, tengo dos años hasta que haga mi examen.
El curilla aprobará el suyo, sí o sí. Yo, ya veremos.
Por cierto: desde que llevo viendo la serie, Antonio Alcántara, lleva, en menos de seis años:
  1. Un seiscientos cuatro puertas (los hicieron, os lo juro)
  2. Un seat 850
  3. ¡Un Alfa Romeo descapotable! que pese a lo molón, se le estropeó en cuatro días (se ve que lo de los Alfa no es de ahora)
  4. Por último, un Citroën Gsa palas muy molón
¿No son demasiados coches para una familia de currantes de la época?
Y seguro que al curilla le hacen catedrático de universidad sin hacer doctorado ni nada.