viernes, enero 04, 2008

Hubo un tiempo glorioso en el que en todas las universidades madrileñas hacían fiestas que eran todo un homenaje al botellón. Glorioso para los que participábamos en ellos, los disolutos alumnos, no tanto para el resto de la comunidad universitaria, que veía con pavor cómo quedaba el campus de nevado de bolsas de supermercado, vasos de plástico y demás desperdicios generados de la ingesta etílica estudiantil. Lo cierto es que los que participábamos en dichos encuentros no nos caracterizábamos por nuestro civismo, y no hubiera estado de más que hubiéramos recogido esos desperdicios, pero cuando ya estábamos borrachos no pensábamos en las bolsitas del Carrefour en las que venían nuestro calimocho, la litrona y demás.
Por eso, cuando la gente critica el botellón yo me callo, porque entiendo que tienen razón, pero también comprendo a los jóvenes que lo hacen, porque están tan tiesos como mis amigos y yo lo estábamos en nuestra época de ingesta alcohólica al raso.
Cuando íbamos en el tren a una de esas facultades donde se organizaban esas fiestas al aire libre, mi amigo del alma y compañero de juergas me enseñó su foto:
-Mira Opo, con quién estoy saliendo
-Joder, tío, pues sí que esta buena ¡Anda ya, no me creo que estés tú saliendo con este pibón!
-Que sí, tío que sí ¿Cuándo te he mentido yo?
-Muchas veces
-Ya... pero no en temas relacionados con mujeres. Además, la podrás ver tú mismo. He quedado ahora con ella y con unas colegas suyas.
-A ver si es verdad, que siempre dices que vamos a quedar con no sé quién y luego no aparece ni Dios.
Nos bajamos del tren y nos dirigimos a la cafetería de la facultad de mi amigo, y efectivamente, allí estaba su chica con unas colegas. La cosa pintaba bien. Hicimos las presentaciones oportunas y nos fuimos al DIA y compramos para hacer calimocho, cervezas y una botella de whisky VAT 69 de triste recuerdo, como veremos después.
De las otras chicas recuerdo poco, porque no las vi más que ese día. Reconozco que al ser la nueva pareja de mi amigo me fijé un poco más en ella: era guapa, de facciones regulares,rubia e iba bien vestida, pulcra, con falda corta y botas altas. No era muy alta, pero llamaba la atención. Contrastaba ante el mar reinante de desperdicios, gente bulliciosa y según en qué rincón, con olor a meados, donde la gente va a hacer sus confidencias.
-¿Qué Opo, te mola mi chica?
-Joder tío, está superbuena
Estuvimos charlando el grupo de todo un poco, y yo venga darle al whisky, que, ahora que lo pienso...¡Estaba malísimo!¡Por Dios, cómo podía beber eso! Claro que, por 669 pelas no iba a esperar uno de malta...Lo peor es que se me puso un dolor de cabeza espantoso. Me tuve que despedir del grupo e irme a mi casa, borracho y suspenso otra vez en el arte de amar. No como mi colega, que tenía a su rubia.
Tiempo después cortaron, no me preguntéis la razón.
Pasaron los años y suspendieron las fiestas de la mayoría de las facultades, lo cual me dio bastante pena por los estudiantes que vinieron detrás de nosotros. Me siento mal por ellos porque pagaron lo guarros que fuimos nosotros. En fin, acabamos las carreras y mi amigo salía de una relación para meterse en otra. Hasta que un día:
-¿Sabes Opo, con quién estoy ahora?
-No, dímelo
-¿Tú te acuerdas de esa novia que tuve en la facultad...?
-¿De cuál de ellas?
-De Rosana.
-Joder, es que ahora no caigo.
-Sí, hombre, que era rubia, muy mona.
-Me acabas de describir al ochenta por ciento de las tías con las que has estado.
- Te tienes que acordar... Una que solía llevar falda.
-Sí, las tías suelen llevar falda
-¡Pero qué gilipollas...! A ver...ésa de cuando te dio el punto y te marchaste porque
te dolía la cabeza.
-Espera, que ya recuerdo... ¡Ah, sí! El puñetero VAT 69. Joder, qué mierda de whisky. Y encima no me comí un colín con las amigas de ella.
-¿Pero sabes quién te digo?
- Sí, hombre, sí: "Por la raja de tu falda, yo, sufrí un piñazo con un Seat Panda..."
- ¡Ay, qué bobo!¿Te acuerdas, no?
-Que sí coño, que sí.
-Pues hemos vuelto a salir juntos.
-¡Coooño!¿Después de tanto tiempo?
-Sí, Opo, sí. Y te voy a decir otra cosa que te vas a caer de culo.
-¿El qué?
-Se iba a casar en noviembre y lo ha dejado por mí.
-¡No me jodas!
-ya ves.
- Desde luego, es lo que te faltaba por hacer.
-Ya te digo, es una responsabilidad.
-¿Por qué tu responsabilidad? En todo caso, de ella.
-Ya, pero es que lo ha dejado por mí.
-Hombre tú no le has empujado a que dejara al novio, en todo caso, ha sido ella la que lo ha hecho.
-Pero yo me siento un poco mal.
-Yo creo la que se tenía que sentir mal es ella, ¿no?
-Yo qué sé, Opo, yo qué sé.
-¿Ahora qué vais a hacer?
-Pues quiero que las cosas vayan lentas, pero no sé, a lo mejor, en un futuro me voy a vivir con ella, no lo sé.
Deben referirse a esto cuando dicen que la vida es cíclica. Mi amigo volvía con una de sus viejas novias, a la que no veíamos desde hace, por lo menos, diez años. Principiando el otoño, quedamos parte de nuestro grupo con el de ella. Reconozco que sentía curiosidad por ver cómo había pasado el tiempo por ella, pues todavía tenía el recuerdo de esa chica de diecinueve años, y no me imaginaba cómo podría estar con treinta y tantos. Pues la encontré guapa, con el pelo más corto, con algo más de ojeras. Conducía un Mini Cooper. Pero seguía llevando botas altas. Ni rastro de bolsas de plástico a su alrededor.
-El tiempo no pasa igual para todos. Qué bien te veo.
-Yo te veo muy... Que has madurado.
-No sé cómo tomarme eso que me has dicho, pero bueno.
Su mirada no era en absoluto ingenua y quizá nunca lo fue. Cuando hablaba por el móvil, lo hacía con esa seguridad impostada que tienen los ejecutivos. Ella lo era. Pese a estar escudado por mis dos buenos amigos, no terminaba de sentirme cómodo con ella y su gente. Pero era la nueva compañera de mi amigo y yo hacía todo lo posible por pasarlo bien. Además, no había VAT 69 por ninguna parte, lo cual era de agradecer. En un momento de la noche, mi amigo hizo ademán de besarla, pero ella rechazó el beso. Fue un instante diminuto, pero no sé por qué, se me quedó grabado en la memoria.
Les dejé en una churrería. Pese a no haber bebido VAT 69, tenía un dolor de cabeza monumental. Ya no hacíamos botellón, pero no por ello lo que te meten en los bares es mejor que lo que tomábamos cuando no teníamos dinero, además, de un tiempo a esta parte me recupero peor de las resacas.
Los meses siguientes estuvieron jugando al gato y al ratón con el entorno de ella. Aparentaban ser sólo amigos, pues ella no quería quedar como la mujer fatal que deja plantada al novio a los pocos meses de la boda porque alguien se le había cruzado en el camino. De todos modos, la gente, que tiene como lema eso del piensa mal y acertarás, debía intuir que entre mi amigo y ella había más que una amistad venida de lejos. Un viejo amor de facultad y todo eso.
Pero a mi amigo le molestaba ese teatro. Era consciente de que ella estaba en una situación difícil, quedaba como la mala de la película que había destrozado la vida a una persona inocente. Estaban envueltos en un lastimoso juego de simulación:
-¿Sabes que me ha rogado que vaya a una boda de un primo suyo con él porque no quiere decirle a su familia todavía que lo hemos dejado?
-Hoy voy a quedar con mis amigas, pero es mejor que tú no vengas porque todavía no les he dicho que estamos saliendo.
-De momento, mejor me voy yo sola de alquiler. Claro que quiero que vivas conmigo, pero más adelante, cuando las aguas se calmen.
-He quedado con él para devolverle algunas cosas ¡Se me ha echado a llorar! Menos mal que no sabe nada de lo nuestro.
Pese a todo, las cosas no iban mal. Se lo pasaban bien juntos, se acordaban de la facultad, de la cafetería... De lo que no se acordaban era de los botellones, de la mugre, de los hostales cutres de los viajes organizados con los compañeros de clase.
-Joder Opo, si es que no le gusta más que lo caro. Nos hemos ido a Málaga y hemos estado en un hotel cinco estrellas, me conozco todos los japoneses que hay en Madrid ¿Tú sabes la pasta que nos dejamos?
-Bueno, piensa que el dinero está para gastarlo.
-Ya tío, pero acostumbrado a nosotros, que cada vez que salimos no nos gastamos un duro...
- Si es que te has buscado una muy fina ¡Como para llevarla a los guarros a comer una ración de calamares!
A todo esto, él se seguía acordando de su anterior novia, Isabel, a la que no le importaba ir a los guarros, ni a hostales, que no había pisado nunca a un japonés. Quizá no tenían que haberlo dejado. Tal vez...
Rosana poco a poco fue rehaciendo su vida. Se fue de alquiler a un piso en Pintor Rosales. Mi amigo esperaba que le propusiera que se fuera a vivir con ella. No se había planteado nunca marcharse de Laguna, donde vivimos, pero cambió de opinión de buenas a primeras:
-Sabes, Opo, estoy pensando en irme a vivir al centro. Laguna está cada vez peor. En mi barrio ya no hay quien pare. Estoy mirando alguna cosilla por La latina
-¿Y qué se te ha perdido a ti por la Latina?
-Es que me pilla más cerca del curro.
-Pues Laguna no está tan mal.
-Ya tío, pero yo qué sé. Así cambio de aires.
Pero pasaba el tiempo, y ni él encontró nada a su gusto en La latina y Pintor Rosales cada vez estaba más lejos.
-Tú eres mi chico ideal, pero espera un tiempo.
-Tía, pero yo no sé qué es lo que quieres. Yo no puedo seguir con esta pantomima
-Ten un poco de paciencia.
Las llamadas se hicieron cada vez más espaciadas con el devenir de los días. Cada vez que hablaban las conversaciones eran más y más frías. Y no sé quién lo dijo, qué más da:
-Yo creo que deberíamos dejarlo por un tiempo.
La verdad es que fastidia mucho terminar una historia de amor así. Ya sabéis, el amor de juventud, qué bonito es el reencuentro, y fueron felices y comieron perdices... Bueno, en este caso sushi, y yo me bebí a su salud un cubata de VAT69 y no me dolió la cabeza... y todo es posible si el amor lo dibuja el Pintor Rosales...Pero nada de eso ocurrió.
Mi amigo quiere invitar a Isabel una vez más a un bocata de calamares, que en nada tiene que envidiar al pescado japonés. Marca su número. A ver si está disponible esta tarde.
Rosana, la chica de las botas altas, mira a través de la ventana para ver si ve pasar a Pedro Almodóvar, pues le han dicho que se ha comprado casa en su mismo barrio. Ella, tan glamurosa, no le importaría ser protagonista de una de sus películas, pero teme que esa historia suya, de novio que deja a los pies de los caballos, de viejo reencuentro en un antiguo amor, de ejecutiva de éxito moderado pero de gustos caros, apenas si da para un pequeño relato que no acaba como debería. Además, mujeres al borde de un ataque de nervios ya está rodada.