miércoles, octubre 25, 2006

Hoy ha sido mi primer día de trabajo desde hace mucho tiempo y bueno, se me había olvidado lo que era eso.
¡Qué mala es la sensación del novato! Había estado antes trabajando allí pero en otro lugar distinto y ahora tengo que aprender cosas nuevas; parece mentira que se eche de menos la monotonía del trabajo que he hecho mil veces.
Cuando estaba de interino, tuve la sensación de novato el primer mes y parte del segundo. Cuando pasó un tiempo, me encantaba entrar en el despacho y saber exactamente qué labores tenía que hacer en toda una jornada.
Ahora, como no sabes lo que se cuece, mendigas con la mirada una tarea que te tenga distraído, a ser posible hasta la hora de la salida. Te sientes incómodo cruzado de brazos. Más que nada, por ser temporal y porque dependes de la opinión de otros de cara a una futura renovación.
Esto es una auténtica falta de libertad, puesto que te impide decir lo que opinas o lo que sientes, y debes moverte en la hipócrita diplomacia que es un entorno laboral. Yo creo que el gran éxito del Dr. Hause es precisamente que dice todo lo que piensa, cosa que los demás nos movemos en una neblina de tabúes y engaños que nos hace ser menos nosotros.
Hace poco, echaron un episodio en el que un paciente se refería la doctor Hause en estos términos:
"Debe ser un genio, porque si fuera idiota, ya estaría en el paro" La frasecita no me sentó muy bien, porque es como decir que todos los parados están en dicha condición por idiotas.
Hay otro dicho que dice que a los genios y a los idiotas todo se lo consiente.
Bueno, genio no seré, pero por lo menos idiota no lo soy porque son muchas las cosas que no se me consienten.
Como poder cagarme en la madre de alguien cuando veo o me hacen una felonía en el curro.
Maldita sociedad de los eufemismos y de las apariencias.