Hoy no tenía ganas de escribir, de hecho no iba a hacerlo, pero hay un libro de un escritor español llamado José Luis Sampedro que se titula "escribir es vivir" que me ha impulsado a hacerlo, en estos días que mi aliento vital está notablemente bajo. Porque al final, la vida es lo único que nos queda, es un tango que hay que saber bailar:
Caminito
Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar,
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal.
Caminito que entonces estabas
bordado de trébol y juncos en flor,
una sombra ya pronto serás,
una sombra lo mismo que yo.
Desde que se fue
triste vivo yo,
caminito amigo,
yo también me voy.
Desde que se fue
nunca más volvió.
Seguiré sus pasos...
Caminito, adiós.
Caminito que todas las tardes
feliz recorría cantando mi amor,
no le digas, si vuelve a pasar,
que mi llanto tu suelo regó.
Caminito cubierto de cardos,
la mano del tiempo tu huella borró...
Yo a tu lado quisiera caer
y que el tiempo nos mate a los dos.
No soy nada original en amar y ser amado; tampoco lo soy en sentir pena cuando debería ser feliz; ni siquiera la melancolía que me despierta este tango es original, pues un millón de seres estuvieron tristes escuchándolo.
Tienen razón los argentinos: cada año que pasa, Gardel canta mejor