lunes, noviembre 20, 2006

Parece ser que la enfermedad de la persona a la que hago la sustitución va para largo; aunque espero sinceramente que se recupere pronto, esto me da un tiempo más de no estar en el paro ¡Qué vida más perra, tener que depender de la desgracia de los demás!
A veces no sé si deseo trabajar o no: es muy duro después de hacer la jornada laboral el tener que ponerte a estudiar, la verdad es que no tengo tiempo casi de hacer nada y por supuesto, no saco las horas suficientes para poder ir al examen con garantías. Pero hay que hacer ese examen, qué demonios, aunque creo que para cuando lo haga no tendré las horas suficientes de estudio para aprobarlo.
A veces me lamento de que muchos a mi edad ya están disfrutando de plaza de funcionario. Cuando llegan a casa sólo han de preocuparse de su tiempo de ocio: encender el televisor, leer un libro o cualquier otra actividad placentera. Me consume pensar que podía haberme librado de esta condena hace muchos años, pero qué le vamos a hacer. Tiene que ser ahora ¡Qué tarde llego a todo!
Para sacar una oposición como la que me estoy preparando, la gente dice que hay que hacer un mínimo de ocho horas diarias; podría estar todo ese tiempo estudiando si no tuviera otras responsabilidades, no te fastidia: tengo que trabajar porque con un sueldo no nos llega para pagar todos nuestros gastos y obligaciones.
Hoy tengo el día libre en el curro, pero claro, no puedo estar tumbado a la bartola. Me tengo que poner en la mesa, al lado de la luz, erre que erre con el temario. Cuando no trabajo el fin de semana, igual.
Total, que mi vida es no parar.
Otras veces pienso que quizá debería centrarme en buscar trabajo en la empresa privada, pero no me ofrecen más que salarios de miseria por un tiempo ridículo, que no cubren en modo alguno mis necesidades básicas. Leí en una editorial que se están obteniendo márgenes de beneficio récord. Lástima que en mi pueblo, en mi casa, en mi calle, no se pilla nada de esos beneficios.
El sistema nos arroja a la rueda de la competencia como si fuéramos desgraciados hámster. Mi rueda es esta oposición. Por desgracia, compito con gente que por circunstancias personales sí pueden dedicarle ocho horas a esto, con otra gente que ya tiene puntos porque ya han trabajado de profesor, otros tienen puntos por haber hecho cursos de inglés, informática o arte etrusco en no se dónde. ¡Yo no tengo más que rémoras, leñe, así no hay quién compita!
Muchos no comprenden porqué yo digo que esto de las oposiciones debería ser por sorteo. El que tenga el título que piden entra en el bombo y ya está. Nunca comprenderé el por qué tanto sacrificio para en definitiva tener que trabajar.
Que no están regalando nada.