martes, enero 29, 2008


¿Qué planetas se habrán alineado en mi contra?¿Qué fuerzas cósmicas están impidiendo satisfacer uno de mis mayores placeres? ¿A qué dioses he enfadado? ¿Qué es lo que ha pasado para que yo lleve tanto tiempo sin jugar al mus?
Recuerdo los días de la facultad en que me saqué un posgrado de mus equivalente a unos mil cuatrocientos créditos ¡Qué tardes más bonitas, de partidas interminables, con mi café y con mi cigarrillo!¡Qué gran error cerrar las puertas de las cafeterías de las facultades a este maravilloso juego, gran aportación de los vascos a la humanidad!¡Qué bonito es y cuántas veces me he jugado la honra que no la hacienda! Porque esa es una de las cosas maravillosas del mus: que pese a que no te juegas los cuartos, se te va la vida en cada partida. Como mucho tienes que pagar las consumiciones, y poco más. Sin embargo...Los jugadores de mus se nos va el alma en cada envite.
Quien haya sido universitario y se haya ido de la facultad sin aprender a jugar al mus debería volver a ella a matricularse otra vez y no salir de allí hasta dominar con más o menos corrección el juego. Sólo quedarán librados de la penitencia aquellos que hayan cursado estudios en universidades sin tradición musística. En mi facultad hace ocho o diez años que no se juega al mus ¡Cuántos, de las generaciones que vinieron detrás de mí, perdidos para el futuro!El mus no sólo es un juego, también es cultura. El prohibirlo en las universidades fue el equivalente a eliminar de los programas de estudio 150 créditos de golpe.
Otras partidas maravillosas son las que me he echado con mi familia, sacrificando todos la siesta, viendo quién era el mejor a tres vacas ¡Oh, tardes de verano espléndidas, en las que no nos levantábamos ni para ir al baño! Olor a anís y a café. Atmósfera de humo que competía en turbiedad a las de las sórdidas salas donde se jugaba el póker de las películas de cine negro.
Mi apreciación es que ya no se juega tanto a ese maravilloso juego como antes. Debe ser uno de los daños colaterales de la Wii y similares, y es una pena, porque es uno de los divertimentos mejores que yo haya practicado, que han sido muchos, porque afortunadamente he crecido en una parte del mundo donde el tiempo de ocio se respeta todavía.
Larga vida al mus y para incentivarlo, propongo que las universidades convaliden con 31 créditos de libre configuración a todo aquel muslari que acredite haber pasado un numero de horas determinado en la cafetería jugando al mus. Y al campeón interfacultativo, que le homologuen el título conseguido en el tapete con una tesina. Y no es para menos, tratándose de gloriosa tradición nacional.