jueves, marzo 01, 2007

Tengo un amigo que es autodidacta. Se gana la vida, y muy bien, gracias a que es muy bueno con la informática, sin pasar por ninguna facultad. Mucho mérito tiene lo suyo. Todo lo aprendió en su casa, y gracias a eso ahora está en la compañía más importante del sector, que de tan conocida, no hace falta ni que os diga el nombre. Pensad en el equivalente en informática de la más conocida marca de refresco de cola, y ya sabréis dónde trabaja mi amigo (Que pasen por caja las dos compañías, porque les he hecho propaganda subliminal, ¿a que no os la podéis quitar del coco eh, eh?). Por cierto, que parece que le tratan muy bien. Le dan clases gratuitas de golf y todo, pese a que mi amigo nunca ha mostrado interés por esa ¿disciplina? deportiva.
Mi amigo empezó dos carreras que no llegó a terminar y nunca fue a una academia, pero siempre conseguía estar a la última en programación. Siempre ha sido un gran optimista y un gran vendedor de sí mismo, así que no es raro las cosas buenas que le han pasado. Tenía que haber una crisis muy gorda para que personas como él no salieran a flote. Mi amigo, con su optimismo, es capaz de sobrevivir a un naufragio agarrado a un tapón de corcho.
Cuando yo hacía mi devaluada carrera de humanidades, él no hacía más que preguntarme que para qué demonios servía ¿Qué le puedes contestar a una persona tan cerebral como él? Podía haberle contestado que las palabras era un universo que a mí me apetecía explorar, que en la Edad Media era prestigioso estudiar las tres materias: lógica, gramática y retórica, pero no. ¿Cómo le podía decir eso a mi amigo? Se iba a reír de mí. El mundo es ahora de los muy pragmáticos como él, de los que tienen los pies bien asentados en la tierra y van al beneficio.
Sin embargo, un poco de locura tenían los que montaron las primeras empresas de Internet. Nadie se imaginaba que se iban a forrar, como así fue ¿Acaso era lógico? Yo que sé.
Yo, poco a poco, aumento mi acervo de conocimientos sobre informática. No tengo demasiados todavía. Mucho camino debería andar hasta llegar al nivel de mi colega, que a los dieciséis se compró un Amstrad 2086 allá por el año 91 y desde entonces no ha parado de darle a la tecla, y lo que le queda al colega. Ni sé los ordenadores que habrán pasado por sus manos a lo largo de todo este tiempo.
Yo no sé qué haría si volviera a nacer, si seguir el camino del Trivium o en cambio irme por el sendero recorrido por mi amigo, el mismo por donde van caminando los ceros y los unos.
Como decía una canción de la Movida:
"Malos tiempooooos para la líricaaaaaaaaa"