jueves, enero 17, 2008

Si me tuviera que retratar, podría decir que yo he escrito parte de este fragmento:
"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies."
Ya sabéis que lo escribió alguien con más talento que yo. Tengo la nariz larga y afilada, similar a cómo se la suelen dibujar a él. Mi frente también es alta, tirando a despejada (y que no se depeje más por muchos años) Eso sí, todavía no he llegado a la hora en que peino canas y mis barbas, si me las dejara, serían rubias, como las de él. Por cierto, también tengo problemas de dentición, menos mal que la ciencia odontológica ha avanzado una barbaridad y luzco buena dentadura, pero seguramente de no existir los maravillosos dentistas, a quien Dios guarde por muchos años, luciría una pobreza de dientes similar a la del genio. Mi cuerpo tampoco es grande ni pequeño, calzo un 44 y me pongo rojo en la playa si no me doy crema del factor 26 por lo menos , lo que os dará idea de que también tengo la piel más bien tirando a blanco irlandés ebrio o blanco escocés cantarín.
Aquí acaban mis similitudes con el gran genio. Ya quisiera yo de parecerme en su escritura y tener siquiera la mitad de su talento, pero cada uno es como es y ha de vivir la vida con las herramientas físicas e intelectuales que el destino ha puesto en su mano.
Pero que nadie se ponga impertinente desairándome por quién me comparo. A ver si tengo que soltar el ornitorrinco.