La vida de un veraneante joven de pueblo consistía básicamente en pasar las noches de fiesta en fiesta, a ser posible besando alguien al alba. La cosa empezaba en los monos en los que se conseguía cerveza y acababa, con un poco de suerte, entre los brazos de alguien. Deseaba yo que esa noche no se saliera del guión.
En el bar donde entramos sonaba, a todo volumen, "The Rythm of the night" Era una canción de un techno que todavía era agradable de escuchar. El Bakalao espantoso estaba en pleno apogeo, pero todavía había melodías electrónicas que no estaban mal. Lo malo es que a mí, con lo que siempre me ha gustado rajar, me impedía desplegar las verbales artes amatorias que yo creía poseer. Pero en las discotecas y pub no servían de nada. De todas maneras, ingenuo de mí, yo veía que la gente se liaba sin apenas hablar ¿Cómo era posible? No concebía que don Juan se camelara a Doña Inés sin esas parrafadas que le soltó. Por ejemplo, Raquel una chica de mi pandilla, siempre fue muy parca en palabras. Sin embargo, en el rato que me había ido a pedir un Whisky con Cola, se enrolló con Roberto. ¿Cómo habrán hecho para ponerse de acuerdo para morrearse? Porque pese a que es muy guapa, es muy tímida, y cuesta sacarle las palabras. ¿Cómo demonios se las apañó el muy gañán para llegar a la lengua sin pasar por la lengua? Quizá su sonrisa a lo Josema Yuste valga más que mil palabras.
En fin, yo les veía dale que dale, y envalentonado como estaba con el cubata, puse en marcha mi radar para ver si encontraba a alguna dispuesta a compartir un bonito recuerdo de aquella noche conmigo como el de Roberto y Raquel. Yo tenía siempre más moral que el Alcoyano para estas cosas, pero lo cierto que la vida no es como esas comedias americanas en que todos acaban liados con todos. Por lo menos no era verdad para mí. Otros tenían más suerte o habilidad que yo: Óscar, Tomás, los dos Robertos... En fin qué le vamos hacer. Las chicas no están para prosodias: quieren que uses la lengua para otras cosas y que cuides tu aspecto, que no se lían con cualquiera.
Habían cambiado el techno vailable de Corona por "quiero tener tu presencia", de Seguridad Social. Ya me estaba yo poniendo nervioso, como Alfredo Landa en las pelis con suecas. Madre mía, qué chicas había en el local. Un momento... ¿Esa no es
Natalia, de mi clase?
-Chicos, ahora vengo.