domingo, diciembre 10, 2006


Voy a empezar esta entrada diciendo lo que se dicen muchos fiesteros en domingo:
-¡Jodeeer, qué resacaaaaaa!
Entramos una veintena de treintañeros a comer al restaurante, y nada más pasar por el umbral de la puerta del salón donde se iba a celebrar el evento, volvimos a tener dieciocho años.
Siempre, un poco antes de navidades, hacemos la comida de los amigos, una cita de lo más difícil de organizar: "este finde no puedo" "es que al próximo ceno con la empresa"
"a mí es que me viene muy mal en ese día" "Bueno, pero yo si salgo de puente no contéis conmigo" Total, que después de unos cuantos dimes y diretes, todo el mundo se pone de acuerdo y por fin tenemos fecha de cena. Segundo problema: el local. Tiene que ser forzosamente en la ciudad donde vivimos, por lo de no coger coches y emborracharnos a gusto. También tiene que ser un sitio que ponga bien de comer, no sea que nos suceda lo que el otro año, que nos sirvieron la comida mal y fría.
Una vez resueltos estos prolegómenos, ya es hora de ponerse a cenar. La gran cita esperada todo el año. Es cuando se produce la gran bacanal.
Cerveza a tutiplén. Vino y sangría por ríos. Comida y más comida. Gritos y jaleo. Bromas de tres tipos: de las que se ríe todo el mundo, de las que se ríen sólo los participantes en ella y las que sólo se ríen los que las hicieron y hay uno que se pone muy serio. Las parejas se besan y los solteros estudian el panorama para ver si, bajadas las defensas, es posible una incursión en territorio enemigo.
Litros de alcohol corren por mis venas, mujer. Postre, café y copa. Cigarrillos, mucho humo. Muchos fumadores pasivos. Nos vamos a un Pub. En el camino, tres de nosotros se meten en una obra y cogen una carretilla. Quince años tiene mi amor cantan sus novias. Dejan la carretilla no porque se lo digan sus parejas, sino porque en el pub no les dejan entrar con ella. Una vez dentro del local, empezamos a Bailar con más o menos gracia, con más o menos soltura. Bueno, a estas alturas hay más gracia (las carcajadas de los que nos ven bailar) que soltura. Streaptease improvisados, de varón siempre, escenificaciones del amor entre hombres rudamente actuadas. Una soltera que se queja porque el que le acaricia no le gusta.
Son casi las seis y nos quedamos solos. Ya es hora de irse. Yo maldigo mi suerte porque sé que la resaca es segura.