Me llama la atención lo preocupados que están periodistas y académicos sobre el excesivo uso del tuteo frente al usted. Hasta tal punto que alguno, cuando una cajera
nacida en algún país del otro lado del Atlántico le trató de usted, se enterneció casi hasta la lágrima, y se indignó muchísimo cuando dicha dependienta abandonó las buenas maneras americanas y se apuntó a la moda española del tuteo. Yo barrunto que lo que le pasa a nuestro hombre es que se está haciendo mayor y precisa de la reverencia que daba a sus mayores cuando él era el joven y el usted era la norma.
El problema del tuteo es que los límites no están claros. Si para alguien sirven, mis límites no son otros que la de razón de edad del interlocutor y el grado de familiaridad. Empleo el usted a discreción cuando alguien es notoriamente más mayor que yo y cuando trato con desconocidos, bien sea la teleoperadora que me ofrece un servicio, el camarero al que pido una cerveza o el mismísimo rey. Creo que debo usar el usted sólo por deferencia a ellos y porque no tengo otra forma de mostrar mi respeto. Cuando alguien al que he tratado de usted responde tuteándome, dependiendo del tono que emplee, me sentará mejor o peor. Quiero decir, si una persona es amable y su trato conmigo se desarrolla en los cauces de las buenas maneras, entonces, no consideraré que me falta el respeto por tutearme. En cambio, si alguien, además de tutearme, tiene actitud chulesca, chabacana o rayana con la grosería, me está matando cada vez que suelta por su bocaza un tú.
En España existe también la norma no escrita de tutear en determinados entornos laborales con compañeros y con jefes. Esto no lo veo mal, pues el uso del tuteo acentúa el sentimiento de camaradería y de trabajo en equipo. Además, tan rico como es el idioma español, hay muchas formas sutiles para mostrar respeto, pues no nos olvidemos que se puede ser muy respetuoso tuteando, y ser terriblemente grosero tratando de usted.
Por cierto, si alguno de mis lectores os sentís ofendidos por el uso del tú, ante todo, disculpad. Pero sabed que lo hago porque estas páginas donde entráis son en cierta manera mi casa, y en mi casa se trata de tú a los amigos. Espero que ningún hispanohablante de patria que no sea la mía no se haya sentido ofendido. Reitero: me gusta tratar con familiaridad a mis amigos.
Para terminar, hay un tuteo que me ofende de sobremanera: es el tuteo, por ejemplo, de todas esas compañías que se las dan de moderniquis. Hace poco, volé en una aerolínea de bajo coste, y me tocaba la moral el que constantemente recurriera al tú: en su página Web, en sus indicaciones de los asientos, en sus mensajes grabados... Tal muestra de familiaridad me provocó una dentera que creo que dentro de poco voy a tener que acudir al dentista por mis piezas desprovistas de esmalte dental. Si tú, línea aérea, me quieres tratar como si fueras mi amigo, no me cobres el refresco a dos con cincuenta y el bocadillo a algo más, que yo no dejo que mis amigos salgan con hambre de mi casa. Igual digo a los bancos: si me cobras abusivamente por cualquier servicio que me das, si me tienes esclavizado por cuarenta años con la hipoteca, al menos ten la deferencia de tratarme con el debido respeto en tus anuncios y folletos. Igual digo a tu personal.
En fin, que son bastantes las dudas que generan el tú y el usted.
Buenas tardes tengan ustedes. Que lo paséis muy bien, amigos.