domingo, septiembre 30, 2007


Reconozco que suelo leer los foros que se montan en los periódicos digitales para comentar una noticia. Una pena. Nada tienen que ver con las tertulias amables en las cuales gente de todo tipo de ideología mostraban sus pareceres de forma amable y educada y el debate resultante era enriquecedor para todos. Esos debates desparecieron hace ya demasiados años en las radios y televisiones.
Ahora parece que el debate político lo hacen orcos anónimos que escudados detrás de un teclado, vomitan bilis verde y ponzoñosa, dejando sus opiniones particulares no sin proferir insultos de la más baja especie a los que no opinan como ellos o tienen una opinión diametralmente opuesta.
Os animo a que echéis un vistazo a los foros de periodista digital, el plural o los de libertad digital. Allí podréis comprobar cómo verdaderos cafres, sin entrar en el signo político de cada uno, escriben auténticas abyecciones, amparándose en el anonimato que da un nick y la cobardía de no tener enfrente a quienes insultan y desprecian. Son los orcos anónimos, a la espera de que lo peor ocurra para poder dar rienda suelta a sus más bajos instintos.
Cuando leo esos foros pienso en la guerra de Yugoslavia y en nuestra guerra incivil, enfrentamientos donde hombres en teoría civilizados no dudaron en torturar y asesinar en nombre de una bandera. En ambas guerras hubo quién que no dudó de coger un puñal y degollar a su vecino y violar a la hija de éste; hubo quién que desde una ventana cogió un fusil y asesinó a todos aquellos que hacían cola para conseguir un poco de leche; y hubo también el que no dudó en delatar a aquella persona de ideología opuesta o etnia diferente a sabiendas de que estaba llevando a la desgracia a una persona inocente. Todo eso pasó en esas guerras y siempre existirá la amenaza de que vuelva a pasar en nuestro territorio, por muy civilizados que creamos ser como pueblo.
Algunos de los orcos españoles ahora se conforman en verter la bilis por el teclado, pero el día que las cosas se tuerzan cambiarán sin dudarlo las palabras por las balas y puñales y los usarán sin ningún escrúpulo. Nada nos garantiza que ese día nunca llegue. Por desgracia, la historia tiende a repetirse.
En este rincón del mundo ahora están las cosas en calma. Pero en Birmania corre la sangre por las calles en los días que, mire usted por donde, la junta militar ha prohibido Internet.
A saber qué atrocidades estarán cometiendo sus orcos anónimos.