jueves, abril 26, 2007

No se deben hacer caso de las ideas preconcebidas: nunca vi una película de Bergman porque siempre me lo han presentado como un director complicado y difícil de entender; yo no es que tenga las entendederas muy bien, y menos ahora que me levanto temprano y tengo que preparar las oposiciones, pero el otro día nos pusimos a ver mi chica y yo "el séptimo sello" y la verdad, nos gustó bastante; hasta creo que la entendimos y todo.
Además, mi mujer y yo asumimos las posturas del caballero protagonista y su escudero: ella es el escudero, porque no cree en Dios ni en el más allá y piensa que a este mundo se viene a pasarlo bien; mientras, yo asumo la visión del mundo del caballero, es decir, me atormenta la posibilidad que después de todo, no haya nada. A mí, como a él, me obsesiona la idea de lo absurdo que sería la vida si después de la muerte no continuase de algún modo. Creo que ambos con su presencia en pantalla resolvían más dudas que mil congresos de metafísica.
Jolines, si tan difícil no debe ser el cine de Bergman. Hubo secuencias en las que nos reímos y todo, y eso contrasta con la imagen que se tiene de los suecos en general y de Bergman en particular, me refiero al tópico de que son gente seria a más no poder y con ganas de suicidarse. A mí sólo me entran ganas de suicidarme cuando tengo que montar un mueble de IKEA, firma sueca, por cierto. A lo mejor hay una causa directa entre los suicidios y el bricolaje que Ikea nos obliga a hacer a los manazas, no lo sé ¡Es realmente difícil montar sus muebles, pese a la sencillez de diseño de la que presumen!
Sin embargo, Bergman, por lo que yo vi en esta película, opera en sentido contrario al de la multinacional del mueble: poseedor de una cabeza bien amueblada, nos ofrece un conjunto muy bello perfectamente montado formado por piezas que son muy complicadas para el profano del "bricolaje" filosófico.
Hay algún loco que fomenta la creencia de Bergman es el responsable intelectual de la elevada tasa de suicidios en Suecia, por los temas que siempre trató. No estoy de acuerdo.
Me he comprado un armario en Ikea y mira tú por donde, cuando estaba desembalándolo, me he dado cuenta de que tenía que escribir esta entrada para deciros que, contra lo que normalmente se cree, el pensar sobre la vida no tiene por qué ponerle a uno triste, pero el montar un mueble de ikea por un manazas sí que puede conducir, desde la desesperación, a la destrucción y a la nada.
He dicho.