martes, marzo 20, 2007

Hay que ver lo que cambian los tiempos. ¿Cuánto hace que no habéis leído en un periódico que el profesor fulano, doctor en filosofía, da una conferencia en no se qué universidad? Yo diría que una noticia así no se ha publicado en un periódico nunca. Sin embargo, es frecuente ver en la televisión o leer en el periódico que el cocinero Mengano ha dejado anonadados a los japoneses con su gran acervo en cultura gastronómica. Por si fuera poco, parece ser que quieren hacer de la cocina una carrera universitaria. No será entonces raro ver entonces, el " departamento de huevofritología y ajoporro" o "el departamento de chuletón de buey". Los alumnos cursarán asignaturas del tipo "Historia de la salazón en la Roma Antigua I" ó "Técnicas Avanzadas en el Espolvoreado de azúcar Glacé" Habrá quien haga tesis del tipo: "Técnicas procedimentales para el guiso en olla de cobre, de barro y exprés"
Ya dije en alguna ocasión que me encanta comer y me gusta la gastronomía, pero considero que ahora a esta disciplina se le está concediendo una importancia desorbitada y me malicio que es porque ahora ha habido una invasión masiva en las cocinas por parte de los hombres que ha hecho posible que todos los que se dedican a la restauración se pongan estupendos. Sin embargo, las mujeres llevan desarrollando una labor callada al calor de los fogones y no he visto período de la humanidad en que los hombres se hayan puesto tan tontos con la cosa del morro. y Ojo, muchas merecían un Nobel de Química por sus creaciones y descubrimientos. Yo desde luego, se lo hubiera dado sin dudarlo a la que inventó la tortilla de patata.
Con todos mis respetos hacia los cocineros, me parece que su profesión está siendo sobrevalorada en el exceso. No digo que a un cocinero se le deba pagar mal, (que por cierto, afortunadamente, a cualquier cocinero se le paga bastante bien, digo que me parece absurdo que su labor esté más valorada que otras profesiones y que vayan los más famosos por ahí sentando cátedra.
Curioso mundo de contrastes: por un lado se adora a las raquíticas modelos y por el otro se alaba a los que nos engordan. No entiendo nada.
Y mientras, los filósofos, al igual que las modelos, no comiéndose una rosca.