Amigo Sono, me meto en tu blog y ya no veo al poeta. Veo un montón de maravillosos poemas, pero ¿Dónde está el poeta? ¿No querrás hacer verdad eso que dicen de que la poesía ha muerto?
Iba en el metro. La gente leía novelas y periódicos, pero nadie leía poesía, porque la poesía necesita calma, y la gente lee apresurada. Esta es mi parada y me tengo que bajar. Ya nadie tiene tardes de invierno lluviosas para leer un libro de poemas. Nadie enamora como Neruda con la fuerza de unos versos. Busco y no encuentro poemas, salvo los tuyos. Los poetas están escondidos. Ser poeta no es políticamente correcto. Menos mal que el ordenador también sirve para leer tus poesías.
Amigo Sono, ¿dónde estás, poeta de versos desnudos, de cantos a la vida, de desnudeces de espíritu? Me dejaste entre una nube de alondras, de pijamas, que a punto estuve de llamar a un tal Santuchione para que me ayudara a encontrarte.
Me dijiste hace tiempo que encontraste alas para volar en unos cajones ancianos. No me creo que se te hayan derretido por volar alto: los poetas no tienen alas de cera aunque quieran lo prohibido: sólo les queda seguir y seguir, parar y no cambiar.
Y sabes que un plagio es el mayor de los homenajes, que yo te plagio como todos los poetas plagian al verbo crear.
Otra vez empiezo y miro a mi alrededor y otra vez empiezo, y este texto es más tuyo que mío aunque me meta en tu blog y no estés, poeta. Veo un montón de poemas y un tal Santuchione me dice que tu poesía no ha muerto.