lunes, enero 15, 2007


Leí que el departamento de marketing de las más poderosa red de Hipermercados del mundo, Wal-Mart, con el fin mejorar su imagen creó un falso blog en el cual se inventaban un viaje por Estados Unidos en el que siempre paraban en las tiendas de Wal-Mart. En la mayoría de los Hipermercados de esta cadena hacían decir a los personajes-empleados que estaban muy contentos por trabajar para Wal-Mart. Cuando se descubrió el pastel, la megaempresa hizo que se cerrara el falso blog y pidió disculpas por el engaño. Wal-Mart es famosa por lo mal que trata a sus empleados y proveedores.
Es que esto de trabajar en un hipermercado es cosa poco recomendable. Lo digo por experiencia propia. Lo malo no son los horarios o el trabajo en sí. Lo peor de trabajar en un supermercado son los salarios. En el último que estuve yo no me trataron mal, pero cobraba sólo 590 euros netos al mes como reponedor-vendedor y me acuerdo de uno en que sólo libré tres días. O sea, cobraba un poco por encima del absurdo salario mínimo y sin tener casi descanso. A ver quién vive en este pais dignamente con esa exigua cantidad de dinero.
Los grandes hipermercados se sirven de los estudiantes y gente joven porque les pagan poco y no rechistan. Son minoría los que, tras aguantar con carros y carretas, deciden seguir su futuro profesional allí. Me acuerdo que una vez un jefe me pidió que le ayudara a cargar su compra al coche (¿quién se podría negar?). El tipo llevaba más de treinta años de servicio para la megaempresa en cuestión. Yo pensaba que tendría un coche de mucha categoría, ya sabéis, es difícil imaginar a un jefe sin su Audi, su Mercedes, su lo que sea. Pero mi jefe, que por cierto era buen tío, tenía tan sólo un pequeño Opel Corsa del año 93. Pagado con mucho sacrificio de horas y de marrones que se tenía que comer allí.
Yo recuerdo que por aquel entonces ya tenía que pagar la hipoteca al banco, pero tenía el inconveniente de que el Hipermercado en cuestión hacía una cuenta para empleados y no te domiciliaba la nómina donde tú querías, así que yo tenía que sacar de esa cuenta el raquítico sueldo y andar por las calles de Madrid para pagar a mi banco acreedor. Para otros trabajadores del supermercado, el problema era otro: la mayoría de los trabajadores no llegaban a cobrar el sueldo enteramente. Como había descuentos y créditos de compra para empleados, la mayoría se gastaba el jornal en la propia empresa. A más de una vez le oí a un compañero decir: "Pues este mes creo que no voy a cobrar más de doscientos euros" Luego me enteré que los mejores clientes de la empresa eran los propios trabajadores.
Los supermercados son auténticas máquinas de hacer dinero y son quizá lo que mejor simbolizan el mundo de hoy: mucha luz y mucho colorido que esconde en la trastienda el descontento de la gente que trabaja para ellos. Hay una cadena que quiere hacerse con los servicios de un amigo mío que es muy buen informático. Le he dicho que no tenga miramientos y que les saque toda la pasta que pueda.
Es verdad: yo he cogido una fobia terrible a los supermercados y procuro ir lo menos posible a comprar allí. Claro que, lo malo es que al eliminar toda la competencia, no me quedan muchos sitios para eludirlos.
¿Esto es lo que llaman el libre mercado?