martes, marzo 27, 2007

Sabía que iba a pasar.
Hasta las doce y media con el limón y la sal del demonio
Hoy me he despertado más temprano que de costumbre, no sé si por culpa de Julieta Venegas.
"Tengo que confesar que a veces..."
Las cinco de la mañana. Hasta las siete y media no sonará el despertador.
"no me gusta tu forma de ser..."
A ver, lógico, todos tenemos defectos y hay días mejores que otros
"luego te me desapareces..."
¡Por Dios, qué horror de frase!
Y por fin, el estribillo que me acompañará toda la mañana
"Yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás"
y mi cerebro, en lugar de dormirme hasta que llegue la hora de levantarme empieza a repetir como un disco de vinilo rayado: "yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás.."
¡Basta, por favor!
"no hace falta cambiarte nada"
¡aaaayyy!
Empiezo a dar vueltas en la cama. Mi chica, que me quiere con limón y sal y a la que no hace falta cambiarme nada aunque a veces se pregunte si vengo o si voy, si subo o si bajo o si no estoy seguro de lo que siento, sigue dormida. Hasta las seis no se levanta. Espero estar dormido para que no me encuentre con un humor extraño.
"Yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás"
Esto de ser obsesivo-compulsivo a veces trae más problemas de la cuenta. Vaya mañana que voy a pasar con la cancioncita del demonio. Ya me estoy viendo, con mi cara de funcionario, delante de una persona temerosa de que le rechace sus impresos, cantándole a viva voz:
"Yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás"
¿Por qué habrá melodías tan pegajosas? Podría habérseme pegado algún adagio de Mozart, por ejemplo, que dicen que activan el cerebro y potencian la inteligencia, como ciertos productos milagrosos que anuncian en la tele. Pero lo cierto es que a Mozart se le escucha poco, y a Julieta Venegas, lo difícil es no escucharla.
"Tengo que confesarte ahora
nunca creí en la felicidad"
Hasta me he aprendido la canción y todo. Me imagino al novio de Julieta Venegas, ése que no sabe si viene o si va, como uno de esos mocetones con tabletas de chocolate rodeando el ombligo que salen en los culebrones mexicanos "¿Quién es ese hombreeee, que me mira y me confiesaaaaaa....?"
Estoy empezando a no creer yo tampoco en la felicidad.
¡Menuda mañana voy a pasar con la maldita canción de Venegas en la cabeza, repitiendo una y otra vez, si vienes o si vas y lo del limón y la sal! Que alguien le ponga un tequila a esta pobre chica.
"Sólo tenerte cerca
siento que vuelvo a empezar..."
Ése va a ser mi problema esta mañana, que presiento que vuelvo a empezar...con el limón y la sal.