Llego a mi nuevo curro, y me dice un compañero de otra compañera: "No te fíes de ésta, es un bicho, más mala que un pinchazo en un ojo."
Me dejó en un mar de dudas, porque no sabía si del que no me debería fiar era de él, dado que las personas que de entrada hablan mal de otras son de muy poco fiar.
Voy a estar poco tiempo en este nuevo curro, como viene a ser mi costumbre últimamente; creo que no voy a tener el ambiente laboral más idóneo. Espero que no me lleve ninguna cornada, aunque veo difícil que no me la den.
La experiencia que todos tenemos de una persona que habla mal de otra es que, finalmente, acaba hablando mal de ti frente a terceros. Me he encontrado con muy pocos casos que no haya constatado que haya sido así, y en los que no lo he podido comprobar ha sido porque no he investigado lo suficiente.
Encima, no sé a qué atenerme: será malo el que habla mal de la otra, la otra o ambos. ¿O me harán malo a mí?
Decía un amigo que no se puede caer bien a todo el mundo y que no nos debemos atormentar si mal caemos a la gente. Cuando dejas de atormentarte por no caer bien a la gente es cuando definitivamente has abandonado el adolescente que eras y que de vez en cuando salía, curiosamente para recordarte que alguna vez fuiste un niño en busca de aprobación.
Normalmente, los mecanismo de defensa suelen ser las causas de las agresiones, no descubro nada nuevo. Las malas ideas que contaminan los ambientes laborales son casi todas mecanismos de defensa.
Por un lado, lamento que este trabajo vaya a durar poco, porque se presenta una oportunidad de aprender a manejarme en este tipo de situaciones. Todavía no he conseguido salir airoso del todo de este tipo de conflictos. Por otro lado, sospecho que tiene que haber sitios mejores en donde trabajar. Seguiré buscando, qué remedio.
Estoy atravesando un río de bilis que en su crecida amenaza con llevarme corriente abajo ¡Qué horror, con lo mal que me sienta el verde!