Una vez alguien dijo una frase que se me ha quedado grabada en la memoria: "Ten cuidado con lo que sueñas, pues se puede hacer realidad" Y sí, es cierto que muchos de nuestros deseos pueden llegar a hacernos daño de convertirse en realidad.
Puede que suceda que cuando sea profesor, mi labor cotidiana se convierta en un infierno y me haga tremendamente infeliz. A muchos les ha pasado. Gente con vocación ven cómo sus ilusiones se caen destrozadas dentro de las aulas, incapaces de comunicarse con los alumnos, cuyos intereses están en otros derroteros por razones de edad.
Pero tengo el deber de intentarlo, aunque mi idealismo caiga roto en mil pedazos. Dentro de mí arde el deseo de enseñar, de ser el mejor docente que pueda llegar a ser. Tal vez ese deseo choque con el de los alumnos, que puede que no quieran escuchar lo que yo les diga, que les parezca aburrida la materia que yo les quiero dar.
Un amigo mío, desde el messenger, me preguntaba si yo creía que podría llevar a cabo la profesión de docente en tiempos que corren, y yo le contesté que quizá no era el momento de hacerme esa pregunta, pues todavía tenía por delante el aprobar la oposición. Una vez aprobada, ya pensaría cómo podría llevar a cabo lo de hacer que mis alumnos me escuchen, se interesen por lo que yo les cuento o en el mejor de los casos, se entusiasmen. Pero ahora, que todavía no sé si se dará el caso, es pronto para preguntarse lo que va a pasar conmigo dentro de un aula.
Reflexiono aquí de ello pero no es la duda máxima en estos momentos. Ahora mis dudas giran en cómo hacer una exposición delante del tribunal que sea lo suficientemente atractiva como para que me consideren un candidato idóneo para la docencia, si me sé bien las unidades didácticas que me van a preguntar y si seré capaz de desarrollar una oratoria que sepa encandilar a los miembros de ese tribunal que me toque en suerte.
Una oposición es la cruel ley principal de este sistema: te debes vender. los seres humanos estamos en venta, y en una oposición, el estado compra a sus futuros trabajadores, y esas compra se irá pagando mes a mes en forma de nómina. Pero no estoy obligado con la institución a hacer el mejor trabajo.
Con los que estoy moralmente obligado es con los alumnos. Con ellos no hay ventas que valgan. Tengo que ser el mejor de los yoes posible y se me irá el empeño en ello, aunque me cueste mi salud y mi tiempo.
Pero como ya he dicho, es pronto para pensar en ello. Amigo, espérate a dentro de siete meses, que ya te diré yo lo que creo que debo hacer. Ojalá tenga que contestarme la duda que me planteas. Mientras tanto, eso, que será tan importante, ahora da igual.