sábado, mayo 12, 2007

El tener la mayor enciclopedia del mundo, la biblioteca que un día soñara Borges, nos debería haber hecho a todos los hombres mucho más sabios y menos predispuestos para el error. Sin embargo, nada de eso ha ocurrido; tener todo el conocimiento humano a nuestro alcance no nos ha hecho mejores a todos los que usamos Internet. Era previsible, pero si algo somos los humanos, es que somos seres que se ilusionan con facilidad.
Con la televisión pasó algo parecido: los que vivieron sus comienzos se ilusionaron con ese nuevo medio de difusión, pensaron que la televisión podría ser una buena herramienta de cultura. Pero sucedió todo lo contrario: la televisión se usó (y se usa) para idiotizar a la gente. Mi bisabuelo, cuando llegó la tele a mi pueblo, miró el aparatejo con escepticismo, y lejos de asombrarse por el artefacto, lo vio como una fruslería inútil.
Ahora tenemos un montón de ellas: los móviles, los elevalunas eléctricos, los programas tipo gran hermano, los neoconservadores... Cosas por cuya inutilidad pone palos en las ruedas de ese carro en que estamos montados todos los seres humanos y que se llama progreso.
El progreso no sólo es científico; los avances también deben ser del pensamiento. Por ello, confieso que me esperancé mucho con la llegada de Internet y pensé que podría ser una herramienta muy útil, por la cantidad de conocimiento que ponía al servicio del pensamiento.
Sin embargo, no importa la información que dispongamos; lo que importa es crear y para crear no hace falta tener la mayor biblioteca del mundo; basta con saber jugar con los datos suministrados por la rede de redes o por el medio que sea y almacenados en la cabeza para dar con algo nuevo.
Esta es la reflexión que estaba yo haciendo sobre las probabilidades que hay de que yo diseñe un coche consultando páginas web, y he pensado que las mismas que matriculándome en la facultad de Ingeniería: prácticamente cero. No se puede pedir peras al olmo, y menos, a un alcornoque como yo.
Por lo que a mi respecta, larga vida al motor de explosión.