viernes, junio 08, 2007

La historia, la de siempre: un hombre de éxito que lo tenía todo. De repente, todo lo pierde por un arrebato de locura. Esta vez, de la forma más cruel e inhumana posible: matando al ser más inocente del mundo. Su hija. ¿Por qué me es tan familiar esta historia de tragedia? ¿Acaso sabía Alberto que su historia ya estaba escrita? ¿Por qué Alberto no cambió el guión en el último momento, y en vez de sacrificar la vida de su hija hubiera sacrificado ese infernal trabajo suyo en la empresa de seguros Swiss Re?
Las oficinas de la empresa estaban situadas en un moderno rascacielos londinense al que popularmente se conoce como "pepino". No hace mucho, otro alto ejecutivo que trabajaba allí se tiró desde lo alto y se mató. El rascacielos parece un falo. Tal vez sea lo que mejor simboliza la cultura falocéntrica empresarial, que mata y a la vez se devora a sus hijos, una especie de Saturno moderno del que asoma un gran pene de oro macizo. El dios de la pistola de oro.
Alberto Izaga era uno de sus hijos, y en sus años de ejecutivo maduró una insania que dio como resultado una aberración. Él no podía equivocarse en su trabajo, y eso, paradójicamente, hizo que tuviera la mayor equivocación de su vida: seguir trabajando en un sitio donde eso tan humano como el error está prohibido. El no poder errar le deshumanizó y le convirtió en esa bestia que tanto están publicitando las páginas de sucesos. El capitalismo castiga el error con el fracaso, pese a ser el sistema más erróneo de todos los posibles. El capitalismo puede que nos conduzca al error final, es decir, a la destrucción de nuestra civilización. Por de pronto, condujo a Alberto a su propia destrucción personal, haciéndole cometer en su casa el gran error que no podía cometer como ejecutivo. Por cierto, el apartamento está situado en el mismo bloque donde se rodó "Match Point", la película de Woody Allen que trata de un hombre que comete un crimen por continuar con su estatus, su tren de vida fabuloso.
En el fondo Alberto, has hecho lo mismo: has cometido un crimen por continuar con tu estatus, tu tren de vida fabuloso ¿Qué hubiera pasado si te hubieran echado? A mí me han echado más de veinte veces y aquí me tienes, esperando
el siguiente momento de felicidad que sin duda tendré. Y al trabajo, que le den. Tú sin embargo, aunque te describen como una persona risueña y sonriente, dudo que vuelvas a ser feliz. Es más, dudo que en algún momento lo fueras. Es imposible ser feliz pensando en que te puedes equivocar.
Yanira se llamó tu hija. Puede que la matara la esquizofrenia. Yo creo que la mató el dinero, con el que no te puedes equivocar.