lunes, noviembre 12, 2007


Pese a que siempre he sido un voraz lector, jamás he tenido, ni tengo, una gran biblioteca en mi casa. De tal cosa se extraña mucha gente, pues todo aquél que se tenga por culto ha de tener una buena colección de libros. Sin embargo, yo no la tengo, pese a que algo de cultura he conseguido gracias, en primer lugar, al interés de mis padres en que yo estudie, y también gracias a mi predisposición libresca.
No tengo tomos y lomos en mi casa porque yo siempre he acudido a las que el municipio ha puesto al servicio del pueblo. En ellas no me ha sido difícil encontrar a los clásicos, así como obras de consulta y manuales. Prácticamente, en mi vida de estudiante, no he comprado ningún manual . Y todo es debido a que el ayuntamiento de mi municipio puso a mi alcance todos los que necesitaba. Sólo tenía que saber buscar.
Mucha gente presume de poseer veinte, treinta o cuarenta mil volúmenes, en estanterías que invaden prácticamente toda la casa ¿Pero no quedamos en que el saber no ocupa lugar? ¿Para qué tal acumulación , si en las bibliotecas públicas los hay que llevan años esperando al siguiente lector? Muchos montan estanterías en su casa para llenarlas de papel porque los tomos gordos visten muy bien una casa, deslumbran al visitante y el anfitrión se hincha como un pavo real, como si realmente se los hubiera leído todos. Pero no nos engañemos, los libros, al igual que los cuadros, son objetos de colección y sus dueños sólo los quieren por su valor material y porque confieren prestigio social. Dicen que el varón Thyssen no entendía de pintura, pero sí de economía, y que lo segundo primaba más que lo primero en su pinacoteca; igual pasa con las biliotecas. Se puede tener una valiosa colección siendo prácticamente analfabeto.El saber que vale es el que está en la cabeza y no en las estanterías; por muy llenas que éstas ultimas se tengan, tanto da si no se alimentan las neuronas con su contenido.
Alguien dijo que "una casa sin biblioteca es una casa sin dignidad", pero yo lo cambiaría por "un municipio sin bibliotecas es un municipio sin dignidad" porque para mí siempre el bien colectivo siempre ha sido más importante que el bien individual y porque yo he podido satisfacer toda mi curiosidad gracias a la que hay en mi barrio, sin necesidad de gastarme fortunas en libros ni llenar de estanterías mi casa. Decían los egipcios que son los tesoros de los remedios del alma y yo, que lucho contra el feroz individualismo, hago esta loa que sirve de agradecimiento para esos botiquines del espíritu, al alcance de mayores y pequeños, que son esos maravillosos centros públicos del saber.